"Aprovechar y utilizar al máximo los conocimientos y el nivel de aprendizaje alcanzado por los alumnos durante la enseñanza media".

Ese era uno de los objetivos del Consejo de Rectores cuando decidió, por un acuerdo de agosto de 2002, cambiar la entonces Prueba de Aptitud Académica, que regía desde 1967, por una prueba cuyo "real y efectivo marco de referencia" fuera la enseñanza media. Se trataba de la PSU.

Desde entonces, más de 3,9 millones de jóvenes la han rendido en sus 10 versiones y últimamente, ha estado en el ojo del huracán. En especial, después de que el ministro de Educación, Harald Beyer, el martes, en un encuentro con estudiantes que lograron puntajes nacionales, afirmara que "la PSU fracasó".

Para los expertos, la evaluación tras una década tiene una conclusión: la prueba se volvió insuficiente y tiene problemas de gestión. Es hora, coinciden, de repensar nuevos instrumentos para seleccionar a los alumnos para la universidad.

"Es un instrumento insuficiente, uno ve que se está rebasando por todos lados. Por ejemplo, va contra toda lógica que alguien que va a estudiar educación física tengan los mismos instrumentos de ingreso que uno que estudia Medicina", dice Juan Eduardo García Huidobro, decano de la Facultad de Educación de la U. Alberto Hurtado.

Validez predictiva

32% de respuestas de Matemática y 45% de Lenguaje correctas. Ese fue el porcentaje de respuesta del último test, con valores de confiabilidad considerados satisfactorios, según informó ayer el rector de la Usach y vicepresidente del Cruch, Juan Manuel Zolezzi. Para los expertos, es uno de los puntos altos de la prueba.

"Una prueba de selección tiene que demostrar validez predictiva y la evidencia que tenemos es que hubo un mejoramiento en ese sentido en Matemática y Ciencias", dice el integrante del comité técnico de la PSU y director de Mide UC, Jorge Manzi, para quien precisamente su vinculación con el currículo escolar es un punto a favor. "La PSU tiene una virtud: da una señal al sistema escolar de que el currículum es importante", dice.

En la validez predictiva coincide el vicerrector académico de la UCV, Nelson Vásquez: "La PSU cumple con su tarea en la medida que permite seleccionar a los mejores. Pero lo que está haciendo es reflejando la diversidad o la desigualdad de procesos formativos que ocurren en los colegios".

Sin embargo, para los expertos, el tema no es la capacidad predictiva, sino lo adecuado que es el instrumento respecto de la realidad educacional del país. "El régimen de selección debiera contener muchos otros instrumentos, como un ranking bien hecho, portafolios que sigan la trayectoria del estudiante, otro tipo de pruebas que miden otro tipo de talentos, como comunicación escrita, deportes, pastorales, etc.", dice el académico de la UDP José Joaquín Brunner.

Más alumnos acceden al CAE

74 mil alumnos provenientes de colegios particulares subvencionados y municipales lograron, en esta edición, más de 475 puntos en Lenguaje y Matemática, pudiendo acceder al CAE.

La cifra es casi el doble del número de alumnos que lograba más de 475 puntos en 2004, cuando comenzó a aplicarse la prueba. En total, hay 35 mil alumnos subvencionados y municipales adicionales, según datos de la UCV. Es, a juicio de los expertos, uno de los puntos altos de la prueba.

Aún así, mientras nueve de cada 10 alumnos privados supera los 475 puntos (en 2004, lo hacía el 83%), la cifra de los municipales se mantiene en 39%.

Brecha

Sin embargo, lo que podría ser un beneficio -más alumnos vulnerables rindiendo la prueba- también puede ser un arma de doble filo. Como consecuencia directa, ha aumentado la brecha, uno de los temas más cuestionados de la PSU, dicen los expertos.

Si bien este año la distancia de los alumnos particulares por sobre los municipales disminuyó cinco puntos respecto de 2012, el fenómeno no logró atenuar las diferencias entre los mejores alumnos. Mientras los estudiantes pertenecientes al 10% de mejor rendimiento de los colegios privados lograban 694,5 puntos, los municipales se ubicaron 166 puntos por debajo, según datos de Francisco Javier Gil, de la cátedra Unesco de Inclusión de la Usach y UC.

Por otro lado, en los 10 años de la PSU, la diferencia entre los colegios municipales y subvencionados creció 29,5 puntos.

Para el académico de la U. de Chile David Bravo, quien forma parte del comité técnico asesor de la PSU, la brecha se explica, entre otros, por el aumento de alumnos más vulnerables en 2006, producto de la beca que permite que la prueba sea gratuita para todos los alumnos subvencionados y municipales. Coincide el director del Instituto de Políticas Públicas de la UDP, Gregory Elacqua: "Las brechas socioeconómicas no sorprenden, porque con la masificación de la educación superior, más alumnos de un universo económico bajo rinden la PSU. También influyó la beca".

Aún así, los municipales han bajado su participación en el grupo de la elite. Cuatro mil tuvieron más de 700 puntos este 2013, según la UCV. Pero mientras los alumnos de colegios particulares con más de ese puntaje crecieron 37% en los 10 años, pasando de poco más de dos mil a 2.800, los municipales cayeron 11%. En 2004 eran 619. Este año bajaron a 550.

Otros 26 mil alumnos, de los 272 mil que dieron la prueba, promediaron más de 600 puntos entre Matemática y Lenguaje. Para Brunner, la PSU es efectiva en seleccionar a los alumnos precisamente por sobre esa barrera. "Para las universidades que aspiran a tener una admisión selectiva, la prueba sirve para identificar a esos alumnos que postulan con 600 puntos o más", dice.

Los técnicos, la deuda

Otro de los problemas es la deuda que existe con los liceos técnicos, ya que la prueba se basa en el currículo científico-humanista. El Cruch ya anunció que desde este año incluirá una versión especial para ellos.

En 2004, los egresados de liceos técnicos promediaban 61,6 puntos menos que los científico-humanistas, en Matemática. Para este año, la diferencia creció a 74 puntos, según datos del Cruch. "El Cruch sabía el riesgo que estaba corriendo con el cambio de esa prueba diseñada en función del currículum científico-humanista, cuando hay dos currículos", dice la académica de la UC Mónica Silva.

Por último, otro de los puntos más críticos, a juicio de los expertos, tiene que ver con la gestión de la PSU. "Hay un problema con la manera como se van produciendo los cambios. La resistencia en algunos momentos y luego, el apuro por hacer modificaciones, como se hizo con el ranking, muestra que la gestión de este instrumento es mala", dice Brunner.