El desierto de Atacama tiene el récord de ser el lugar más seco del mundo. En algunos sectores hay registros de menos de 1 mm de lluvia al año y parece mostrar los mismos paisajes que hace milenios. Sin embargo, no es tan así, dice Claudio Latorre, investigador de la U. Católica: entre 9 y 17 mil años atrás había lagos y humedales.

Junto a expertos de la U. de California en Berkeley, liderados por Marco Pfeiffer -reunidos gracias a un proyecto de la Dirección de Relaciones Internacionales (DRI), de Conicyt- reconstruyeron parte del pasado del desierto tratando de reconstruir la variabilidad de las precipitaciones desde hace 20.000 años. "Ya habíamos visto mucha evidencia de que había valles ribereños, quebradas que ahora están completamente secas, hemos encontrado evidencia de madera, hojarasca, de troncos, arqueología asociada a cursos de agua que corrieron en el pasado y hoy están extintos", dice Latorre.

Encontraron gasterópodos, restos vegetales, fitolitos (biomineralización de origen vegetal) y diatomeas (algas unicelulares), que indican que existía un paleolago en el lugar del actual salar de Bellavista, y que también hubo humedales y posiblemente lagos en el salar de Llamara y Pintados, en la Región de Tarapacá.

"Hoy la gente cruza los paisajes y se imagina que está prácticamente fosilizado, muy desértico. Da la impresión que se formó hace mucho tiempo y que ha estado incólume, no se ha alterado por la aridez del Atacama. Pero el paisaje es mucho más dinámico de lo que uno espera. Uno rompe esa costra de sal, y encuentra depósitos lacustres, como diatomitas, depósitos de humedales en otros sectores. Es muy interesante cómo hemos detectado la presencia en todos estos sectores de paleolagos o paleohumedales, que efectivamente tenían mucho más agua hace 10-12 mil años atrás", dice Latorre.

Todos esos salares se habrían formado en intervalos entre el último periodo glacial y actual interglacial, en el que hubo un alza considerable de precipitaciones. Al llover en la cordillera luego escurre hacia el desierto, las aguas subterráneas aumentan su nivel hasta que finalmente emergen como lagos en lugares hoy considerados el núcleo hiperárido del desierto de Atacama.

"Son los climas más áridos del planeta, eso es lo que sorprende. No estamos diciendo que el clima cambió, sino que llovía mucho más en la cordillera", dice. El investigador agrega que es importante conocer el sistema para poder predecirlo y tener en cuenta que los recursos hídricos no se regeneran en el desierto, sino en la cordillera y que cambian por los ciclos naturales del clima y, ahora, por efecto del cambio climático antropogénico.