Tres condiciones hacen que en invierno, en Santiago, el nivel de contaminación atmosférica aumente: su geografía, las condiciones de dispersión en la cuenca y el alto volumen de emisiones. La población está más expuesta a los contaminantes y en el caso de los niños, agrava sus síntomas respiratorios, independiente de si tienen asma o no.
Así lo determinó un estudio de la U. de Chile y el Hospital Roberto del Río, que en los inviernos de 2010 y 2011, realizó un seguimiento a 174 niños, de 6 a 14 años, de las comunas de Independencia y Recoleta.
En los niños con asma, la tos, dificultad para respirar, pecho apretado y síntomas al hacer deportes, aumentaron en frecuencia entre 30% y 50%, e incluso 100% en algunas ocasiones, al comparar días de alta y baja contaminación, señala el doctor Pablo Ruiz-Rudolph, investigador del programa de Salud Ambiental del Instituto de Salud Poblacional de la U. de Chile. En niños no asmáticos, la frecuencia de tos y los síntomas respiratorios aumentó en el mismo rango.
"En general, se estudian niños, porque son más susceptibles y los niños asmáticos son considerados más aún", dice Karla Yohannessen, docente del mismo programa de la U. de Chile y coautora del estudio, publicado en la revista Environment International. La evaluación, al detectar resultados similares en niños con y sin asma, muestra que los contaminantes afectan a la población general, sostiene.
En niños con asma, por ejemplo, la sibilancia (sonido que hace el aire al pasar por las vías respiratorias congestionadas), que es característica en ellos, aumentó 50%, mientras en niños sin asma la tos aumentó en 40% en días de contaminación alta, "lo que es bastante", dice Yohannessen.
"La contaminación es irritante, si la vía aérea está sometida a irritación, tengas o no alergia vas a tener más tos, y cuando está irritada, los mecanismos de defensa frente a virus están comprometidos. La probabilidad de que fallen aumenta", explica Selim Abara, broncopulmonar de Clínica Las Condes, quien no participó del estudio. "Además, no sólo tiene que ver con cuadros respiratorios, en niños pequeños puede interferir con el desarrollo pulmonar", dice.
Ruiz-Rudolph señala que, a priori, pensaron que el MP 2.5 tendría más relevancia, pero otros gases, como el dióxido de nitrógeno y el ozono, en rangos de concentraciones cerca o bajo las normas diarias de contaminación también lo son. "Encontramos que dio efectos para todos, incluso MP10, pero en las fuentes de MP2.5, no aparece ninguna que explique mayormente todo". No obstante, el estudio sí destaca que en algunos casos hay fuentes industriales más importantes, como las fundiciones de cobre y termoeléctricas, apoyando el fortalecimiento de las normas para controlar a éstas.
"Más que ir a episodios extremos (invierno), apuntaría a mantener una normativa diaria, para mantener los niveles más bajos de contaminación durante todo el año. Los valores rigen de abril a agosto, que son los meses con más contaminación, pero si hubiese alza de material particulado en septiembre, por ejemplo, eso no genera una estrategia de control de episodio, no se decreta, no hay comunicación de riesgo a la población", dice Yohannessen.
A nivel de hogares, Abara recomienda reducir la contaminación intradomiciliaria (estufas a parafina, humo de cigarro, por ejemplo), que son importantes gatillantes de crisis de asma.