Una emotiva ceremonia se vivió en el Grupo 10 de la Fuerza Aérea chilena en Santiago, donde aterrizó el avión que salió de Suiza con los restos de los kawésqar que en 1881 fueron sacados de su hábitat en la Patagonia.

Los kawésqar eran indios navegantes que habitaban los gélidos territorios de Tierra del Fuego, en el extremo sur de Sudamérica. Once de sus integrantes fueron llevados a París para ser mostrados en el jardín de aclimatación de Bois de Boulogne y después fueron a Alemania para ser exhibidos en el zoológico de Berlín.

Sólo cuatro de ellos regresaron vivos a Punta Arenas, ubicada a 3.090 kilómetros al sur de Santiago, y una extensa investigación permitió que, 131 años después, las osamentas de cinco miembros de la etnia puedan desde ahora yacer junto a sus descendientes.

El acto de bienvenida a los habitantes originarios del sur de Chile -cuatro adultos y un niño- estuvo liderado por la presidenta Michelle Bachelet, quien realizó un "mea culpa" por la responsabilidad del Estado en permitir que los indígenas fueran sacados del país para ser tratados como animales.

"Estos chilenos fueron llevados contra su voluntad, con permiso de las autoridades chilenas en algunos casos, o ante su total indiferencia en otros, y fueron exhibidos para satisfacer la curiosidad del público y el interés antropológico de círculos científicos", expresó.

EXITOSA INVESTIGACION
El paradero de las osamentas de los indios kawésqar se encontró gracias a una extensa investigación que comenzó hace ocho años cuando el historiador Christian Báez dio con fotografías que ilustraban estos "zoológicos humanos" y que incluían a habitantes originarios chilenos.

"Los llevaban a jardines y zoológicos, los llevaban a parques, a teatros y eran exhibidos. La gente pagaba una entrada e iba tal como tú hoy vas al zoológico a ver animales, exactamente igual", señaló Báez .

El profesional se contactó con el periodista e historiador Hans Mülchi, y en conjunto empezaron el complicado proceso para que el departamento de Anatomía de la Universidad de Zurich, donde estaban los restos, los cediera para su repatriación.

"Costó enormemente convencer a las personas, a la burocracia… Pero hay que decir que los antropólogos de la universidad de Suiza fueron claves para poder llevar adelante esto, y por supuesto la capacidad de organización y la fuerza que tuvieron los dirigentes kawésqar", relató Mülchi.

El cambio de hábitat, de costumbres y de clima, más la presencia de enfermedades desconocidas, llevaron a que los indígenas tuvieran muchas dificultades para sobrevivir en tierras europeas, según explicó el profesor de Antropología de la Universidad de Zurich, Christoph Zollikofer.

"La historia está muy bien documentada en nuestro instituto en Zurich, y 1882 es el año de la muerte de las cinco personas", señaló el académico.

EL TARDIO REGRESO
Las osamentas de Hendrich, Lise, Capitano, su esposa Piskouna y su hijo Greth -según los nombres dados por sus captores a los aborígenes- fueron trasladados hasta Punta Arenas, donde se realizó un acto de reparación histórica en la Casa de los Intendentes.

El miércoles fueron llevados hasta la isla Karukinká en Tierra del Fuego (más de 100 kilómetros al sur de Punta Arenas), donde se realizará una íntima ceremonia fúnebre en que los miembros de la comunidad kawésqar los dejarán en canastos de junco dentro de cuevas, como manda su tradición.

"Al dar digna sepultura a estos compatriotas en la isla de Karukinká, en el seno del Almirantazgo, y conforme a la tradición ancestral de los pueblos canoeros del sur, estamos realizando un acto de reparación moral", destacó la presidenta Michelle Bachelet.

Hacia 1996 se estimaba que la etnia kawésqar contaba con 12 integrantes que vivían en la isla patagónica de Puerto Edén. Estudios antropológicos actuales cifran en "no más de 10" las personas que se pueden hacer entender en esta lengua nativa.