Portazos seguidos de música a todo volumen o llantos desconsolados por no tener permiso para salir a una fiesta el viernes en la noche. Esas dos acciones son parte de una rutina a la que deben acostumbrase los padres de hijos adolescentes. Pero si eso es difícil, la situación se vuelve negra cuando las hijas o hijos llegan a bordear los 14 y 15 años. Eso, según una encuesta inglesa, que arrojó que las niñas de 14 años son las más difíciles de manejar.
El sitio TheBabyWebsite preguntó a 2.000 padres de jóvenes de menos de 18 años cuál era la edad más difícil de los hijos, y el resultado fue que cuando las niñas llegan a los 14 años y los hombres a los 15, su comportamiento se vuelve impredecible.
La necesidad desesperada de crecer lo más rápido posible hace que las niñas entren en conflicto con sus padres -dice la encuesta-, quienes no entienden a estas adolescentes que de un día para otro reclaman más libertad, entran en conflictos con sus pares y deben decidir si ceder o no a la experimentación de las fiestas y el alcohol.
Más de dos tercios de los padres de hijos e hijas describieron que ellas son más difíciles de criar, ya que, además de enfrentar los desajuestes propios del cambio hormonal, son más susceptibles al bombardeo publicitario que las hace estar disconformes con sus cuerpos.
CUESTIÓN DE HOMBRES
Ahora, con los niños el panorama no es mucho más alentador. Nueve de cada 10 padres encuestados señalaron que las niñas maduran más rápido que los hombres, y quizás por eso el período más temible de ellos no llega hasta que alcanzan los 15 años. En esta etapa, según los mismos encuestados, los jóvenes se rehúsan a hablar con sus padres o a prestar atención a sus estudios. Siete de cada 10 padres de niños de 15 años dijeron que sus hijos se frustraban fácilmente por no sentirse comprendidos y que un 67% se encerraba en su pieza para evitar el contacto con la familia.