El 16 de enero de 2003, David Brown, Rick Husband, Laurel Clark, Kalpana Chawla, Michael Anderson, William McCool e Ilan Ramon, emprendían un viaje fuera de la superficie terrestre para investigación científica a bordo de Transbordador Espacial Columbia. Sin embargo, la misión fue breve. El 1 de febrero de ese mismo año, el transbordador ya estaba de regreso en el planeta Tierra, pero no como todos esperaban: arribó en pedazos y ninguno de sus tripulantes sobrevivió.

Misiones anteriores y su relación con Chile

La anterior no fue la primera misión del Columbia. El primer vuelo fue el STS-1 en abril de 1981, al mando de John Young y Robert Crippen. La siguiente misión, denominada STS-50, comenzó el 25 de junio de 1992 y terminó el 9 de julio del mismo año.

El 19 de noviembre de 1996, el transbordador Columbia realizó la misión más larga a cargo de la NASA, en la cual la nave orbitó la tierra por poco más de 17 días.

Tres años después, Chile se vería incluido en la carrera espacial estadounidense. En julio de 1999, el Columbia completaría la misión STS-93, en la cual debía poner en órbita el Observatorio de Rayos X Chandra y llevar fuera del planeta un experimento realizado por alumnas del Liceo Carmela Carvajal.

La profesora Ivonne Martínez, junto con sus alumnas Maritza Hernández y Carolina Soto, desarrollaron un proyecto que consistía en observar y analizar el comportamiento depredador de pulgones y chinitas en ambientes sin gravedad. Contaron con el apoyo de la Fuerza Aérea de Chile, la Cancillería, la municipalidad de Santiago, FIDAE 2000 e instituciones privadas, quienes junto a la NASA ayudaron a reunir el millón de dólares necesario para costear el experimento.

Martínez y las dos alumnas viajaron a Florida para asistir al despegue de la misión que portaría su trabajo de meses. Evaluaron el comportamiento de los insectos los cinco días que duró la misión STS-93 y a fines de enero del año 2000, enviaron el informe científico a Estados Unidos.

La quinta misión del Columbia, STS-83, fue entre el 4 y el 8 de abril de 1997, pero debió interrumpirse por problemas técnicos.

STS-107: La  Misión fatal 

La sexta y última misión del transbordador espacial Columbia comenzó el 16 de enero de 2003 y terminó el 1 de febrero del mismo año. La estructura no pudo resistir el calor acumulado durante el ingreso a la atmósfera terrestre, provocando que poco a poco se desprendiera parte de la nave, hasta que finalmente se desintegró por completo causando la muerte de las siete personas a bordo.

El problema surgió al momento del despegue, cuando recibió un fuerte golpe de un trozo de 1 kg de espuma de poliuretano que se desprendió del tanque externo al despegar, el cuál afectó el ala izquierda ya que este pedazo tenía la fuerza de casi 1 tonelada. El impacto causó una perforación en el ala, que fue detectado en el control de mando, aunque no se le dio importancia.

Cuando regresaban a la tierra, la falla en el ala izquierda permitió que entrara el calor del plasma al pasar por la atmósfera, desencadenando la destrucción paulatina del ala, luego la desestabilización de la nave, para finalmente dar paso al desprendimiento de cada una de las partes del transbordador.

Sus siete tripulantes fallecieron sin saber de la falla que comenzó al momento de despegar. Con el tiempo, se encontraron trozos del Columbia en los estados de Texas y de Luisiana. La NASA acordó con los familiares de las víctimas, una indemnización de $27 millones de dólares el año 2007 por la pérdida de sus seres queridos.