En el Día Mundial del Sida distintas iniciativas a lo largo del mundo buscan crear conciencia sobre la enfermedad que afecta a toda la población y que, a la fecha, ha cobrado la vida de 35 millones de personas.
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Con este objetivo, más de un discurso apunta a educar sobre el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) para eliminar los prejuicios relacionados a él. Ideas erróneas como vincularlo sólo a un sector de la sociedad —como se ha hecho con la comunidad LGBIT —, ignorar sus modos de contagio y pensar que "es un problema exclusivo de la población joven" son corrientes que han dificultado la lucha contra el síndrome.
El último punto demuestra que existe una negación de la sexualidad de los adultos mayores que provoca que se descuiden ante el VIH. El pensamiento se une a la idea de que pasados los 50 años no hay posibilidades de embarazo, por lo que el uso del preservativo pasaría a ser "obviable".
Según el nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la materia, "muchas personas que se contagiaron en sus 30 y 40 años ahora viven en sus 60 y más allá", realidad posible gracias los tratamientos disponibles que han convertido al virus en una enfermedad crónica manejable.
Actualmente, el 17% de los adultos —considerándose a todos los que tengan 15 años o más —que vive con VIH sobrepasa los 50 años.
Esto se explica porque la cobertura de la terapia antirretroviral (TARV) en países con altos ingresos ha provocado que el porcentaje de este grupo etario aumentara a un 31% respecto al 25% registrado en 2010.
En el caso de los países con menos ingresos, también se ha experimentado un incremento en el número de personas que viven con la enfermedad en el mismo rango etario. Si bien en 2010 existía un 12%, la última cifra arrojó un aumento al 15%.
https://twitter.com/ONU_es/status/804329794875850754
En los datos recopilados, los hombres representan más de la mitad del total de personas que viven con VIH, llegando a ser 3,3 millones en 2015 y superando a los 2,5 millones de mujeres captados el mismo año.
Esta tendencia se respalda en el período mencionado, donde el 58% de la población que contrajo el virus fue masculina.
LAS DIFICULTADES
En la medida que los pacientes con VIH envejecen, son más susceptibles a los efectos adversos de la TARV y deben enfrentar efectos secundarios a largo plazo que van aumentando considerablemente con el tiempo.
De acuerdo al documento entregado por la ONU, esto también presenta un problema por la combinación de medicamentos que use la persona debido a las complicaciones comunes que trae una edad avanzada, ya que la interacción entre estos amenaza la eficacia del tratamiento.
En la misma línea, investigaciones de países de altos ingresos muestran que la gente que vive con VIH tiene una probabilidad hasta cinco veces más alta de padecer otra enfermedad crónica, una cardiovascular riesgosa, síndromes geriátricos y un pésimo estado de salud, inclusive si el paciente ha mantenido una supresión constante del virus.
Asimismo, las dificultades crecen para el género femenino que padece VIH conforme pasan los años. Esto porque la afección se relaciona a la pérdida de funciones de los ovarios antes de la que experimenta una mujer sana.