Hace mucho tiempo que la rivalidad Roger Federer y Rafael Nadal trasciende las fronteras del tenis. Sin ninguna duda, los enfrentamientos entre ambos ya son patrimonio de la historia del deporte mundial. Y ayer nuevamente quedó de manifiesto en el cemento de Melbourne.

Después de seis años se volvían a encontrar en una final de Grand Slam. En 2011, Rafa estiraba su racha venciendo en Roland Garros, en un duelo que se definió en cuatro sets. Sin embargo, uno de los recuerdos más dolorosos de Federer ocurrió en Australia 2009, donde el manacorí lo venció en cinco parciales. En ese momento, el helvético acumulaba en su palmarés 13 majors y buscaba alcanzar los 14 que ganó Pete Sampras.

La frustración fue tal en él que no pudo contener las lágrimas durante la premiación. "¡Dios, esto me está matando!", exclamó el suizo, mientras intentaba continuar con sus palabras.

No era la primera vez que Nadal le arruinaba la posibilidad de aumentar su palmarés. Lo venía haciendo desde 2005, año en que comenzaron a encontrarse en grand slams. En este tipo de torneos, el manacorí ganó en nueve ocasiones y apenas había perdido en dos. Sin embargo, ayer su rival consiguió su tercera victoria y rompió una sequía de 10 años.

"Rafa tiene un lugar particular en mi carrera. Me ha empujado a ser mejor. Su juego es complicado para mí. Es mi mayor desafío jugar contra él, por lo que es muy especial ganarle. Además, no le había ganado en una final de Grand Slam desde hace mucho tiempo, desde 2007", comentó un satisfecho Roger, luego de su triunfo a 13 años de su primer enfrentamiento en el circuito, el que ganó Nadal, de 17 años, por 6-3 y 6-3, en el Masters 1000 de Miami.

Precisamente, en Wimbledon, que es donde Federer mejor se siente, se produjo ese último triunfo. Fue en cinco sets para conseguir su quinta corona (de siete) en el All England.

El otro extremo se produce en Roland Garros, donde Nadal se siente a sus anchas, ya que en su carrera apenas ha perdido dos encuentros versus 72 triunfos, lo que significa un 97% de rendimiento.

Precisamente, la primera vez que el balear perdió en la arcilla parisina, el suizo lo aprovechó para conquistar el único Grand Slam que le faltaba.

A pesar de la derrota en Melbourne, Rafa se muestra optimista, pues su gran objetivo para la temporada es alcanzar su décimo Roland Garros, un triunfo que le permitiría despegarse de Sampras y quedar a tres majores de FedEx. "Si mi cuerpo me sigue puedo hacer un gran año. He jugado muy bien al tenis desde hace un mes. Esto es una gran noticia para mí. Si continúo jugando así, puedo hacer grandes cosas, especialmente sobre tierra batida".

También guardó palabras de admiración para Federer, quien hace menos de tres meses lo acompañó en la inauguración de su academia en Mallorca: "Roger tiene un servicio perfecto, una volea perfecta, un golpe de derecha más que perfecto, un revés perfecto y es muy rápido".

Sólo el físico de ambos jugadores sabrá hasta cuándo llegará esta rivalidad, que se ha transformado en uno de los grandes clásicos del deporte mundial.