La Celestina de Fernando de Rojas era una mujer alcahueta y de reputación dudosa, pero nada de eso impidió que Calisto recurriera a ella para que le ayudara a conseguir el amor de Melibea. Cinco siglos después de ese clásico de la literatura, la gente sigue necesitando ayuda para buscar y encontrar el amor, y en plena era digital los sitios de citas online podrían ser considerados la versión moderna de la Celestina y los antiguos casamenteros, aunque siguen buscando sacudirse de una reputación que pone en duda su efectividad.

Justo hace 20 años apareció el primer servicio de citas en línea: Match.com. La receta era la misma de los avisos clasificados de los diarios que ponían quienes buscaban a su alma gemela: venderse bien con una descripción convincente y llamativa de sí mismo/a, definir qué se estaba buscando y agregar un dato de contacto. Pero sin proponérselo, Match.com fue un salvavidas hecho a la medida de la insipiente comunidad geek, la versión tecnologizada de los nerds de los 90. "Era lógico que ellos fueran mayoría al principio, porque no todos tenían acceso a internet y la gente que trabajaba en computación o programación fue la primera en descubrir el sitio", explica Andrea Iorio, VP de Negocios de Match.com para Latinoamérica.

Una de esas pioneras fue la norteamericana Julie Spira. Por esos años era una de las fundadoras de Love@AOL, un sitio donde los solteros creaban perfiles para chatear. Para ella el paso lógico fue adoptar las citas online como una forma de conquista. Claro que en su momento prefirió no decirles a sus cercanos lo que estaba haciendo. Tenía vergüenza. "Era algo que se impugnaba socialmente. Las citas en línea tenían un estigma, pero era una  opción viable para los solteros ocupados", dice Spira.

¿Un servicio para gente aficionada a la computación, poco sociable y loser? No era una buena promoción como punto de partida. La estrategia de Match.com y de los numerosos sitios que le siguieron fue apostar por sociedades con grandes portales para ganar en volumen y variedad de usuarios. La apuesta hizo explotar el mercado: ya en 1996 había 16 sitios de citas que figuraban en Yahoo!, el portal del momento. E inesperadamente, dos años después, la hasta ese entonces extraña moda de encontrar pareja a través de internet recibió un espaldarazo mediático con la película Tienes un email, donde Tom Hanks y Meg Ryan eran rivales en el negocio de las librerías pero, a la vez, enamorados anónimos en la web. Aunque el filme no se centraba en las citas en línea, fue una especie de test de la blancura para que la red fuera bien vista como herramienta para unir a corazones solitarios y, también, una prueba (aunque en la ficción) de que era posible que dos personas se enamoraran detrás de una pantalla sin contacto cara a cara. Si Hanks y Ryan pudieron, por qué no el resto.

Debido a la masividad, un año después de la película, en 1999, la propia Julie Spira se convirtió en consejera y experta de citas online. "Como me iba bien, mis amigos se me acercaban y me pedían consejos de cómo hacerlo. Varios conocieron a sus actuales parejas con mi ayuda", dice la fundadora de CyberDatingExpert.com. Hoy, Spira compite con compañías y personas que se hacen llamar expertos de citas online y que aconsejan estrategias para conquistar o cómo elaborar un perfil. Un mercado que apareció debido a una demanda cada vez más creciente: según catastro de la revista Online Dating Magazine hoy operan en el mundo unos 8.000 servicios de citas en línea y en Estados Unidos aparecen casi 1.000 nuevos portales de este tipo al año.

Sí y no

¿Por qué los sitios de citas online crecieron como la espuma? "Porque funcionan", responde Mark Brooks, consultor y experto en el mercado de las citas en línea. "Todo el mundo conoce a alguien que ha tenido éxito en uno de estos sitios. Por supuesto que hay historias de horror, pero al final del día estas páginas han sido aceptadas en la cultura y la sociedad como algo que funciona", agrega. La propagación de los casos de éxito fueron lentamente echando una palada de tierra encima de la vergüenza de conocer a un posible cónyuge o pareja a través de internet, un estigma que tal vez terminó de apagarse cuando Facebook y las redes sociales masificaron la posibilidad de conocer a un amigo, pareja o candidato a touch and go a través de la web.

A 10 años de que abriera Match.com, más de 42 millones de personas solteras a nivel mundial se habían registrado en el sitio. Para entonces, un estudio de Pew Research Center en Estados Unidos demostraba que las citas en línea formaban parte de la cultura. Uno de cada 10 usuarios de internet había utilizado estos sitios y un tercio conocía a alguien que había tenido una experiencia exitosa. Si en el pasado las citas en línea eran consideradas como el último recurso para seguros aspirantes a vestir santos, la encuesta establecía que 61% de los usuarios tenía una buena impresión de esa alternativa.

Con este nivel de aprobación internacional, Match.com llegó a Chile precisamente en 2005. Los prejuicios duraron poco. Para 2010 este portal tenía 500 mil chilenos inscritos. Hoy suman un millón trescientos mil.  A este portal le siguieron otros que vieron en el país una oportunidad única. Uno de ellos es eDarling, creado en Alemania en 2008 y que llegó a Chile hace tres años. Sara Grana, country manager de eDarling Chile, dice que nuestro país es un mercado estratégico: "Por ejemplo, este enero el número de usuarios se ha duplicado con respecto a 2014. La tasa de crecimiento es superior a la mayoría de los países europeos".

Sin embargo, no sólo se han importado portales internacionales. También hubo buenos intentos locales. Uno de ellos fue Huntcha, servicio creado por los hermanos Cristóbal y Sebastián Zegers y que tenía un modus operandi bastante similar a lo que hoy es Tinder. La aplicación fue lanzada en octubre de 2011 y en el primer mes se inscribieron 20 mil usuarios, por lo que los fundadores decidieron exportar la idea a Estados Unidos. Sin embargo, el emprendimiento de exportación no prosperó y el servicio terminó por desaparecer.

Grana explica que este alto interés nacional está dado, en parte, porque en Chile hay mucha demanda, pero no tanta oferta como en otros países. ¿Quiénes son estos usuarios?  En general, son hombres y mujeres de entre 30 y 50 años. En Match.com, por ejemplo, la mayoría son separados y divorciados (57 por ciento) seguidos por los solteros (38 por ciento). Por otro lado, de quienes se inscriben en eDarling siete de cada diez no tienen hijos. Algo característico del perfil chileno, cuenta Grana, es que hay más porcentaje de usuarios con estudios universitarios (sobre 80%), que en la media de usuarios del resto de los países.  En general, son personas con una vida ajetreada laboralmente y que prefieren pagar una cuota mensual (el mínimo es de $13.500 en Match.com) para tener su perfil online y tener una alternativa más para buscar una pareja.

Algoritmos del amor

¿Prefieres ir a la playa o al centro comercial? ¿Estás en forma, con algunos kilos de más o muchos kilos de más? ¿Tu intención es una relación seria, casual o sexo? Estas son algunas de las preguntas que hay que responder cuando se ingresa a los sitios de citas en línea. Además de estos filtros, en Match.com explican que el sistema funciona con "algoritmos de matcheo", fórmulas que leen las búsquedas de cada usuario como si fueran el cerebro humano y sugieren posibles compatibilidades. Para los usuarios, las coincidencias más relevantes para hacer un "match" son la religión, los gustos en cine y la práctica de deportes.

Uno de los algoritmos más prometedores es Nanaya. Está siendo desarrollada por el ingeniero de sistemas de la Nasa, Rashied Amini, quien está adaptando las fórmulas matemáticas que usa para tomar decisiones en las misiones espaciales. Sin embargo, su fuente de inspiración fue una antigua polola que alguna vez le dijo que quería un análisis de costos y beneficios para saber si valía la pena estar con él. De eso se trata Nanaya: ayuda a tomar decisiones en el amor, tal como se hace en el mundo científico o las finanzas.

A través de una base de datos como información personal, con quiénes se ha estado o qué quiere el usuario para su vida, Nanaya analiza costos y beneficios de distintas áreas de una relación como, por ejemplo, si conviene seguir con quien se está o quedarse soltero. Cuando la aplicación esté lista, cuenta Amini, la persona podrá ver qué resultados futuros tendrán sus decisiones: "Conozco a muchas personas que no han sido honestas con ellas mismas sobre qué los hace felices. Para cada decisión, siempre y cuando sean honestos, Nanaya podrá mostrar lo feliz que el usuario puede estar con opciones como tener hijos".

Pero, ¿es un algoritmo capaz de predecir si se tendrá suerte en el amor? "Es una preponderancia solamente...", responde el consultor Brooks. "La gente realmente no sabe lo que quiere y no se autodescribe tan certeramente. Así que muchas veces se trabaja con datos defectuosos", agrega. No sólo eso. La tentación de presentar una versión mejorada de sí mismo también hace caer las posibilidades de compatibilidad.

La dependencia en los perfiles es una de las principales críticas de los científicos hacia este sistema. Pero no es la única. Eli Finkel, profesor de sicología social en la Universidad de NorthWestern, es uno de sus detractores más reputados. Sabe lo que dice. En 2012 publicó un meta análisis con más de 400 investigaciones relacionadas con las citas online. Asegura que no hay certeza científica de que estos logaritmos funcionen y que ningún perfil puede transmitir la esencia completa de un ser humano. Además, agrega que los aspectos clave de las relaciones, como los patrones de comunicación, las tendencias de resolución de conflictos y la compatibilidad sexual,  surgen sólo después de que dos personas se conocen.

Los sitios de citas tampoco toman en cuenta el entorno que rodea la relación: trabajo, capacidad financiera o una enfermedad. "Nada de esto sugiere que las citas en línea sean un peor método para conocer potenciales parejas que juntarse en un bar o en el metro. Pero tampoco el mejor", escribe en uno de sus tantos análisis.  De hecho, en un estudio de la Universidad Estatal de Michigan realizado a cerca de 3mil personas, siete de cada diez personas que se conocieron fuera de la red se casaron, frente a tres de cada diez que conoció a su pareja en una cita online.

Andrea Iorio asiente el golpe y reconoce que existe una duda permanente hacia la efectividad de estos algoritmos. "Puede ser que no sean 100% exactos. Siempre hay una mejoría posible, hasta en los algoritmos más sofisticados. Pero necesitamos que nuestros usuarios nos den la mayor información posible", dice y descansa en una estadística cercana: Match.com es celestino de dos mil relaciones de pareja mensuales en Latinoamérica. Por otro lado, los defensores internacionales de los algoritmos ponen otra cifra sobre la mesa: el 22% de una muestra de 19 mil personas que se casaron entre 2005 a 2012, lo hicieron on una persona que habían conocido en portales de citas.

Cada loco con su pareja

En el último año, Tinder se posicionó como la aplicación móvil de moda para hallar pareja. Asociada a Facebook, permite ver parte del perfil de otros. Si hay interés en conocer, se le da un "me gusta", si no, se rechaza. Cuando dos personas se ponen "me gusta" mutuamente, la aplicación los pone en contacto para que se conozcan. Ha sido tanto su éxito que ha tenido más de 10 millones de descargas para Android y se revisan 1.200 millones de perfiles diarios.

Andrea Iorio dice que Tinder no es para todos.  "Son públicos diferentes: para los jóvenes más acostumbrados a las redes sociales y al touch and go existe Tinder", dice. De hecho, es posible que Tinder sea la puerta de entrada para quienes luego, cuando busquen algo más serio, lleguen a sitios como Match.com. Esa es una característica reciente de este mercado: la segmentación y la búsqueda de pequeños nichos de audiencia. Hay opciones para todo: orientación sexual, religión, raza y todo tipo de aficiones.

Un portal que ha tenido éxito en Inglaterra, por ejemplo, es www.theuglybugball.com, cuyo eslogan es "citas para gente de apariencia normal" y que apunta a personas que no se sienten tan atractivas. También hay sitios en relación a estilos de vida e intereses como Veg giedate.org, un servicio que atiende específicamente a los vegetarianos y requiere una declaración de rigor vegetariana cuando se crea un anuncio personal en el sitio.

Otro portal famoso es Amor Divino, sitio pensado para el mercado evangélico que existe en Brasil desde 2009. Tiene 450 mil usuarios y analiza seriamente su expansión al mercado chileno. El pastor Antonio Junior, vocero de Divino Amor de Brasil, explica que mantener una relación de largo plazo con un evangélico no es fácil si no se lee la Biblia y no se va a misa, y que el sitio, además de buscar una relación entre dos personas, también busca una con Dios. Incluso, sugiere que la primera cita sea en la iglesia, "un lugar público, sagrado y donde se puede ver la fe". También tiene recetas terrenales. Antonio Junior recomienda a sus fieles ver el Facebook de la "pareja" en línea para ver si sube fotos de otros hombres o mujeres, de muchas fiestas o bebiendo. No es lo último: "¿El mejor consejo para encontrar pareja? Rezar".