"Mis padres no eran científicos. No sabían casi nada de ciencia. Pero al iniciarme simultáneamente al escepticismo y hacerme preguntas, me enseñaron los dos modos de pensamiento fundamentales para el método científico". De esa forma recuerda su niñez Carl Sagan (1934-1996), uno de los mayores divulgadores científicos de la historia y el que a través de su serie "Cosmos" en los años 80, convirtió un sector enmarcado en el hermetismo de las fórmulas y los laboratorios en un producto de consumo masivo, algo impensable hasta entonces.
Con 13 capítulos de una hora y un presupuesto de 10 millones de dólares, el programa, uno de los más populares de la historia televisiva, llegó a 500 millones de telespectadores en más de 60 países, y tuvo el mérito de abrir este complejo campo a personas comunes y corrientes, independientemente de su condición socioeconómica o ubicación geográfica, al mismo tiempo que inspiraba a cientos de futuros investigadores a desarrollar su pasión por la ciencia, junto al llamado "pensamiento crítico" que proclamaba.
Pero la serie de documentales no se detuvo, ni menos el hambre de Sagan por cultivar la imaginación, desconfiar de lo más obvio e incentivar el escepticismo. Así, luchó contra la superstición, los horóscopos, la charlatanería y la pseudociencia -que hoy abundan gracias a internet- a través de una veintena de libros de divulgación, siendo "Cosmos", "El mundo y sus demonios", "Los Dragones del Edén" y "Contacto" los más conocidos, llegando incluso con este último al cine hollywoodense con película de 1997 que lleva el mismo nombre, y que imagina el primer contacto entre la humanidad y una civilización alienígena. Esto, a su vez, lo llevó en los años 80 a ser uno de los principales impulsores del proyecto SETI de búsqueda de inteligencia extraterrestre.
Hoy, a 20 años de su partida, su discurso sigue más vigente que nunca: "La ciencia está lejos de ser un instrumento de conocimiento perfecto. Pero es el mejor que tenemos", aseguraba.
Un pálido punto azul
Aunque fue Marte el primer planeta en el que puso sus ojos como un sitio de probable existencia de vida extraterrestre, Sagan también señaló a las lunas Titán de Saturno y Europa de Júpiter, como lugares aptos para la vida gracias a la existencia de compuestos líquidos y océanos de agua subterráneos, respectivamente. Asimismo, en 1961 afirmó que la temperatura de Venus se producía debido a un efecto invernadero más potente que la Tierra, y advirtió sobre el calentamiento global como un fenómeno de origen humano, comparando a ambos planetas.
Posteriormente, Sagan se especializó en exobiología, o el estudio del origen, distribución y evolución de la vida en el Universo, además de enfocar sus esfuerzos en el envío de mensajes a otras civilizaciones inteligentes con las sondas Pioneer (1972, 1973) y Voyager (1977). Así, con Pioneer se incluyó la célebre placa donde se muestra nuestra ubicación en la galaxia y las figuras de un hombre y una mujer -criticados por su desnudez-; y junto a Voyager se añadieron 27 pistas de música terrestre, saludos en 55 idiomas y "sonidos de la Tierra", como el viento, la lluvia, el mar, los animales, etc.
Otra de sus iniciativas interesantes tiene que ver con el "calendario cósmico", una escala donde la edad humana promedio dura 0,15 segundos, hay 438 años por segundo, 1 millón 580 mil años por hora, y 37 millones 800000 años por día. ¿Su objetivo? comprender la historia del Universo en 12 meses, iniciando con el Big Bang el 1 de enero, pasando por el 2 de octubre con el surgimiento de la vida en la Tierra, el nacimiento de los mamíferos el 26 de diciembre, la extinción de los dinosaurios el 28 del mismo mes y la aparición de los primates y homínidos el 30, llegando a la hora hora 23:59:59 del 31 de diciembre con la llegada de Colón a América y la hora hora 24:00:00: con la cultura moderna, el desarrollo de la ciencia y la tecnología, las guerras y el hombre en la Luna, por ejemplo.
Asmismo, fue el responsable del "pálido punto azul", una de las fotografías más famosas de la historia, similar a una "selfie" espacial. Sagan instó a la Nasa a tomarla cuando la sonda Voyager 1 se encontraba a 6 mil millones de kilómetros el 14 de febrero de 1990, buscando ser una metáfora de lo pequeño del mundo que conocemos en relación al Universo que nos rodea.
Hasta sus últimos días, Carl Sagan luchó contra la superstición y la "ciencia basura", alertando a la humanidad sobre la ignorancia y el poder que conlleva una sociedad basada en la tecnología sin control alguno, e instando a mantener el espíritu crítico. "La pseudociencia llena las necesidades emocionales que la ciencia deja insatisfechas", afirmó.