Las fronteras, consideradas inamovibles desde 1945, sufrieron serias sacudidas en 2014 en Ucrania y en Medio Oriente, lo que hace temer una inestabilidad creciente en el mundo.
Rusia, tomando por sorpresa a los países occidentales que consideraban sagradas las fronteras de Europa, se anexionó en marzo la península de Crimea con una operación rápida e incruenta.
Un mes después, en el este de Ucrania, separatistas prorrusos tomaron el control de los edificios oficiales con el apoyo de hombres encapuchados y muy bien entrenados, que se sospecha venían de Rusia.
El conflicto aún no ha terminado, con sus numerosas víctimas -4.300 en ocho meses, según la ONU- y sus treguas no respetadas, pero hasta ahora ha tenido el mismo resultado que en Crimea: una región separada del resto de Ucrania y bajo influencia rusa.
Desde el hundimiento del bloque comunista, en 1989, se modificaron no pocas fronteras en Europa, las de países de la ex URSS, la ex Yugoslavia o la ex Checoslovaquia, pero esos cambios se realizaron siempre dentro de las fronteras existentes y en los límites de sus federaciones, salvo en dos casos.
Las dos excepciones son Kosovo, separado de Serbia, y Osetia del Sur, autoproclamada independiente de la Georgia prooccidental y reconocida inmediatamente por Moscú en 2008, tras una corta intervención militar rusa. Se considera que fue la primera advertencia del presidente Vladimir Putin ante las veleidades euroatlánticas en el ex bloque soviético.
"El principio de inviolabilidad de las fronteras, adoptado por el Acta de Helsinki en 1975 y confirmado por la Conferencia de París en 1991, no fue respetado primero por Serbia, puesto que Kosovo fue separado por la fuerza y después con la anexión de Crimea y las injerencias rusas furtivas pero bien reales en el este de Ucrania", señala Michel Foucher, geógrafo del Colegio de Estudios Mundiales de París.
En el caso de Ucrania, los rusos "han querido parar la ampliación de la Unión Europea, considerada desde su punto de vista (de los rusos) como una ampliación de la OTAN", agrega este especialista en fronteras.
"¿Dónde terminan los límite orientales de la UE y dónde empiezan las fronteras occidentales de la Federación de Rusia? Es una pregunta que nunca se quiso abordar" en Europa durante las sucesivas ampliaciones y que se cristaliza ahora en torno a Ucrania, señala.
Otras ex repúblicas soviéticas, como los Estados Bálticos o Moldavia, temen a su vez que Rusia rediseñe sus fronteras en aras de un nuevo orden europeo.
YIHAD TRANSFRONTERIZA
En Oriente Medio, el grupo yihadista Estado Islámico (EI) también ha sacudido la geopolítica y pretende construir un califato a caballo entre Siria e Irak y destruir las fronteras heredadas del colonialismo.
"Hay Estados que se hunden y fronteras que se desdibujan", pero "no se trata de fragmentar países, como el caso de Kurdistán (que ha pasado a ser casi independiente) en un rincón de Irak, sino de decir que la frontera entre Siria e Irak no se sostiene", señala Olivier Kempf, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) de París.
En esta región, los Estados no ponen en entredicho las fronteras sino que son los grupos yihadistas los que se autoproclaman por definición transfronterizos.
La coalición internacional constituida les ha frenado en Irak. En Mali, la intervención militar francesa ha frenado el avance de los islamistas, gracias a la porosidad de las fronteras, hacia Bamako.
Los Estados y regímenes existentes siempre han defendido celosamente sus fronteras, aunque los dirigentes y nacionalistas árabes de ayer y los yihadistas de hoy hayan podido instar a la liberación de las fronteras coloniales como las del acuerdo franco-británico Sykes-Picot de 1916 para Siria e Irak.
Robin Wright, del Institute of Peace and Wilson Center de Washington, considera "poco probable que Irak y Siria mantengan la misma estructura de poder incluso si logran salvaguardar sus fronteras".
Allí, "las fuerzas regionales, étnicas, tendrán algo que decir. Habrá que descentralizar el poder, como ha empezado a hacer el primer ministro iraquí", agrega.
En cambio, en África, Foucher constata "una gran estabilidad territorial", con algunas excepciones, como la independencia de Eritrea, que se hizo sobre la base de una ex colonia italiana y de de Sudán del Sur.
"Lo que es relativamente nuevo es la capacidad de algunos grupos internacionales para instalarse en zonas periféricas mal controladas por los Estados centrales. Es una auténtica dificultad ligada al enorme tamaño de los territorios", concluye.