El año 2016 instaló un nuevo récord en la temperatura global: fue 1,3°C más alta que la media de la era preindustrial, y quedó en primer lugar entre los años más cálidos del planeta. Sin embargo, en Chile el récord alcanzó para más. Según un cálculo de la Oficina de Cambio Climático de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), 2016 se convirtió en el año más cálido registrado, superando por un grado el promedio de las temperaturas medias del país (1961-1990).

El promedio de las temperaturas medias (a su vez, un promedio de las mínimas y máximas del día, de todo el año) entre Arica y Punta Arenas fue 13,8°C en 2016, 0,96°C más que en 2015, que ya había sido un año récord. "La tendencia es creciente de 1,2°C por cada 100 años", explica la meteoróloga Claudia Villarroel, jefa de la Oficina de Cambio Climático de la DMC. La temperatura alcanzó un récord, aun cuando en la costa norte está bajando, lo que suavizó el promedio general, sostiene.

Sólo ayer, Til Til registró la temperatura más alta del país, 37,3°C y Santiago marcó 34,5 °C.

"Fue un año en que la temporada de incendios partió muy temprano, fueron más intensos y hubo varias olas de calor temprano en la temporada, además de condiciones de sequía importantes en varias zonas del país", dice Nicolás Bambach, director ejecutivo del Centro Cambio Global de la U. Católica. De hecho, la mayoría de las estaciones meteorológicas del país finalizaron con déficit de precipitaciones.

El cambio climático, pero también el fenómeno de El Niño -que durante el primer semestre todavía estaba presente- influyeron. Pero también una conocida de los investigadores que el año pasado tuvo un comportamiento inusual: la alta presión atmosférica (la A gigante que aparece frente a las costas de Chile en el mapa del informe del tiempo), que se asocia al 'buen tiempo' (o la falta de lluvia), y que estuvo gran parte del año frente a las costas del cono sur, bloqueando el paso de los sistemas frontales.

"Nunca había visto una anomalía de altas presiones por tanto tiempo en ese lugar", dice el climatólogo René Garreaud, académico del Departamento de Geofísica y subdirector del Centro de la Ciencia y la Resiliencia (CR2). "Nos llama la atención", agrega.

Juan Pablo Boisier, investigador del CR2, indica que en 2016 hubo altas presiones persistentes casi todo el año en el extremo austral. La alta presión de bloqueo, además, se localizó excepcionalmente al norte (en general, se centran en los mares que bordean la península Antártica), "lo que seguramente inhibió la llegada de frentes en casi todo el territorio", sostiene.

De hecho, entre los meses de mayo y junio llovió poco en el sur, lo que afectó significativamente el total acumulado del año (Chillán terminó con 52% de déficit, por ejemplo, y La Serena, casi 60%), y aunque en julio y agosto se normalizó un poco, la alta presión volvió a aparecer en septiembre-octubre.

Hasta ahora, no se sabe por qué permaneció tanto tiempo estacionado en el territorio nacional. "No lo hemos estudiado, pero sospecho, debido a su persistencia, que responde a patrones de temperatura superficial del mar", dice Boisier. Pero no sería por El Niño, que cuando está produce el aumento de la temperatura del mar. "En definitiva, es un bicho raro que aumentó en otro año la megasequía que afecta a la zona central", señala Boisier.

Garreaud sostiene que El Niño explica cierta parte de la escasez de lluvias durante el verano en el sur, pero su presencia luego desapareció y la anomalía no, "por lo tanto, ahí hay un poco de evidencia -al menos indirecta- de que hay otros factores contribuyendo a esa situación, y la única explicación que nos queda es alguna cosa relacionada con el cambio climático", dice.

Claudia Villarroel agrega que si bien el bloqueo siempre se producía cuando había eventos del fenómeno de El Niño (y llovía más en la zona centro, pero no en el sur), ahora es más persistente, frecuente, intenso y en un área más grande. "Si bien está en estudio, puede ser que siempre haya existido o puede ser por cambio climático", agrega.

Un año más de megasequía

Si bien las lluvias volvieron esta semana al sur, no alcanzarán para superar un déficit de precipitaciones que, en algunas regiones, se extiende hasta por ocho años.

Durante 2016, según un análisis realizado por René Garreaud, la zona central experimentó una sequía moderada, aliviada por las intensas lluvias de otoño, pero la zona suraustral registró uno de los años más secos de su historia.

"En casi todas las estaciones, desde Valparaíso al sur, hubo un déficit. En Concepción, donde normalmente llueven 1.000 mm, el año pasado llovió 600 mm. Hay un déficit súper grande desde Santiago al sur", dice el investigador del CR2.

Qué se proyecta para este año, es difícil decirlo ahora.

El informe de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (Noaa, por su sigla en inglés) de EE.UU., publicado ayer, señala que se espera una transición a la condición neutra (desde La Niña, que ha sido muy débil) y que continuará hasta la primera mitad del año 2017. Que sea neutro puede ser cercano a lo normal, aunque también se han dado episodios extremos en años neutros.

"Se supone que estamos con La Niña, pero ha estado súper cálido y se empiezan a ver patrones de cambio climático más intensos", explica Nicolás Bambach. "Es difícil saber qué pasará este año, en Europa; están con fríos intensos, temperaturas muy bajas y condiciones bastantes extremas. Hay que ver cómo se va desarrollando a lo largo de la temporada", agrega.