Dos minutos duró el terremoto de magnitud 8.8 del 27 de febrero de 2010. Eso es lo que tardó en que se fracturara en falla geológica, entre Pichilemu, en la Sexta Región y Cobquecura, en el Biobío, la que dio origen al segundo evento sísmico más importante en la historia reciente del país. Esos 120 segundos que generaron duros efectos en las ciudades, también entregaron valiosa información a los científicos. El último reporte del Centro Sismológico Nacional -elaborado a cinco años de la tragedia- indica que han ocurrido desde 2010 hasta ayer 9.968 réplicas derivadas de ese megasismo.
Sergio Barrientos, director del centro, explicó que se han producido casi dos mil eventos percibidos por las personas, mientras que el resto de los temblores han tenido una magnitud que no ha sido notoria.
Este registro sísmico es el mayor desde el terremoto de Valdivia, ocurrido en mayo de 1960, con una magnitud de 9,5 (el más grande a nivel mundial) y que todavía genera réplicas en la zona.
Según el reporte, entre 2010 y hoy, se generó un drástico cambio en la sismicidad del país . En diciembre de 2009 se producía solo un movimiento perceptible por mes, mientras que en enero de 2010 se llegaba a dos temblores. Tras el terremoto de febrero, en marzo de ese mismo año hubo 220 réplicas de diversa intensidad. Algunas de ellas tuvieron una mayor notoriedad, pues ocurrieron con intervalos de 15 minutos, como sucedió el 11 de marzo durante el cambio de mando presidencial en el Congreso. La actividad se mantiene hasta hoy, de hecho en enero recién pasado hubo 12 sismos registrados en diversas comunas.
¿Cómo se determina que se trata de réplicas a cinco años del segundo mayor evento sísmico en Chile? El director del Centro Sismológico afirma que estos movimientos se han desencadenado, precisamente, en el área de ruptura de la falla (la que se ubica en el Océano Pacífico), sector donde la placa de Nazca genera presión bajo la Sudamericana, lo que ocasionó el megasismo (ver infografía).
Las réplicas han ocurrido en áreas cercanas a la fractura, la que tiene una longitud cercana a 400 kilómetros, entre Pichilemu y Arauco. Los equipos del Centro Sismológico han medido el impacto de la subducción (cuando una placa penetra bajo la otra formación). Durante el terremoto el lugar donde se registraron mayores desplazamientos fue en la zona cercana a Constitución, en El Maule. En ese sitio el movimiento del territorio alcanzó unos 20 metros. "Este proceso de ajuste interno aún tiene asociada una liberación de energía sísmica", dice Barrientos. La zona que registra el mayor número de temblores es Pichilemu, el área más al norte de la falla del área de ruptura.
A cinco años del evento, Sergio Barrientos, cuenta que 27/F fue uno de los más "monitoreados a nivel mundial. Estos terremotos no se dan frecuentemente. Es una oportunidad única de estudiar un fenómeno de estas características".
Como parte de este trabajo, se instalaron en diversas áreas más de 100 estaciones sismológicas chilenas, pero también de Estados Unidos, Alemania, Francia e Inglaterra, las que, además de instrumentos, enviaron equipos de científicos a vivir al país para captar los registros.
Otro elemento de interés fueron las estaciones de medición submarinas entregadas por una universidad de Estados Unidos, dispuestas en el fondo marino para monitorear el comportamiento del Océano Pacífico ante los altos niveles de sismicidad. Hoy, los equipos fueron trasladados a las costas del norte del país, tras el terremoto de abril pasado.
Impacto en la población
Tras el 27/F, la población quedó expuesta a una mayor sismicidad en la zona centro-sur, lo que provoca una sensación de temor en algunas comunas.
Paula Forttes, Delegada Presidencial de la Reconstrucción, señala que "las personas sienten que van a estar expuestas a nuevos eventos de la naturaleza. Pero creemos que la comunidad está más preparada, se moviliza, guarda elementos vitales para subsistir e, incluso, poseen generadores eléctricos".
Pablo Osses, director de Magíster en Geografía en la UC, añade que la población ha vuelto a retomar la confianza en los organismos que tienen la información técnica sobre los movimientos telúricos, como es el caso del Centro Sismológico.
En tanto, la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) informó que tras el 27/F puso en marcha un protocolo para la coordinación con el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada y el Centro Sismológico, el que hoy es una entidad independiente. De esta manera, las instituciones reciben la información sismológica de manera online y así toman decisiones como, por ejemplo, alertas sobre posibles evacuaciones en la costa por riesgo de tsunami. Precisan que desde 2010 se creó un programa para conocer cómo deben actuar las personas tras un movimiento telúrico. Por eso, se realizaron ejercicios de evacuación en el marco del programa 'Chile Preparado'. Con ello, cerca de seis millones de personas se han informado para determinar cómo enfrentar los efectos de las diversas amenazas en el país. Hoy conocen las zonas seguras en caso de un tsunami o erupción volcánica.