Tras el terremoto de febrero de 2010, el liceo Mariano Latorre de Curanilahue, ubicado a 90 kilómetros de Concepción, quedó en el suelo. Cinco años más tarde,  y en el marco del proceso de reconstrucción, el innovador diseño con el que fue levantado le valió ser elegido  como obra destacada de la Bienal de Arquitectura chilena, que se realizará en abril próximo en Valparaíso.

"Imagínese lo que vivimos: muchos jóvenes sufrieron la pérdida de sus casas y luego nos encontramos, en marzo, con el liceo con 80% de daño. Era inhabitable", cuenta el director del establecimiento, Oscar García, quien fue apreciando poco a poco cómo se fue construyendo un nuevo recinto con los años. No era el mismo liceo: el nuevo diseño estuvo a cargo de las empresas Boza Labbé, Boza y compañía MJD arquitectos, firmas destacadas y autoras de distintos proyectos urbanos innovadores en el país.

María Olivia Recart, vicepresidenta de Asuntos Corporativos de la firma BHP Billiton, explicó que la iniciativa se ideó como ayuda a la comunidad que había sido golpeada por el terremoto. "Como resultado, el liceo hoy posee instalaciones únicas  en su tipo. Estamos seguros que los nuevos edificios son un significativo aporte a la entrega de una educación de calidad para los jóvenes", agregó.

El proyecto de Curanilahue- que  reemplazó al que había sido inaugurado en 1973- beneficia a 1.270 estudiantes, además de 80 docentes, quienes ahora cuentan con un establecimiento de 9.800 metros cuadrados.

Orquesta

El liceo recuperado en esa comuna es emblemático: es uno de los primeros de Chile que formó una orquesta juvenil que ha sido premiada internacionalmente. Se trata de 120 adolescentes que participan, aprendiendo con violines, contrabajos e instrumentos de viento, y que interpretan piezas de música clásica y también popular. Por eso, la iniciativa arquitectónica contempló un auditorio para ensayos generales, mientras que las salas iluminadas sirven de escenario para los ensayos que realizan los fines de semana. El salón para ver la puesta en escena tiene 108 butacas. Además, se privilegió la iluminación natural, vistas al exterior de las aulas, con sistemas para el confort térmico en el invierno.

Bienal

Este establecimiento educacional, que lleva un año funcionando, fue postulado  a la Bienal de Arquitectura Chilena en 2014, junto a otras 129 obras paisajísticas, edificios, viviendas y espacios públicos destacados. Así, un jurado encabezado por Sebastián Gray, presidente del Colegio de Arquitectos, eligió a este liceo como "obra destacada", junto a otros 35 proyectos. "Esto no es una competencia. En este proceso  se eligen iniciativas por la sensibilidad, el tipo de construcción, innovación y que se ajuste a un contexto", añade. El mismo reconocimiento tuvo hace unos años el centro cultural GAM, en Santiago, y la sala de Teatro del Lago, en Frutillar.

Precisamente, Cristián Boza, uno de los arquitectos que encabezó el diseño, dice que el liceo "tiene grandes características porque debía adecuarse a su entorno: la zona es un ex pueblo minero, remoto, pero con mucha identidad, carisma, vulnerabilidad y falencias".

José Luis Macchi, otro de los profesionales a cargo, dice que se privilegiaron elementos como madera, ventanales que permitieran aprovechar la luz y el paisaje conformado por el río Curanilahue. Otro elemento que destacan los encargados del liceo, es que el sitio se convirtió en un espacio público para la comunidad, que vio su plaza afectada tras el terremoto. Así, se pueden ver vecinos, escolares y apoderados compartiendo las instalaciones, que además integran salas para talleres dirigidos a la comunidad.

María Olivia Recart añadió que en las zonas donde se ha colaborado con proyectos, se ha consultado a los residentes sobre lo que que desean, con el fin de que sea un trabajo participativo.

Una iniciativa similar se realizó con el liceo de Cauquenes, donde también se levantó uno de los principales colegios afectados por el 27/F.b