A más de 20 mil millones de kilómetros de la Tierra, la Voyager 1 es la nave que más lejos ha llegado en la historia de la humanidad, y la primera en pasar al espacio interestelar, donde el Sol ya no tiene influencia, pues no llega su campo magnético ni el viento solar. Aún activa, junto a su par, la Voyager 2 -que está a más de 17 mil millones de kilómetros de nuestro planeta-, están a punto de cumplir 40 años.
El 20 de agosto de 1977, la Voyager 2 salió de la Tierra. A pesar de ser la primera en dejar el planeta, sería la segunda en llegar a Júpiter y Saturno, por lo que la otra nave- que partió el 5 de septiembre de ese mismo año- se llevó el número 1. Ambas son ahora misiones récord.
"Incluso después de 40 años, ambas Voyagers tienen una variedad de instrumentos para explorar sus medioambientes", indica una portavoz de la Nasa a La Tercera. Entre ellos, un magnetómetro que mide campos magnéticos, instrumentos que miden rayos cósmicos y partículas de baja energía, además de ondas de plasma y la oscilación del viento interestelar. "Cuando el sol arroja material en un evento llamado eyección de masa coronal, las ondas se ondulan a lo largo de la heliosfera y causan que las partículas de plasma vibren, dando como resultado tonos que las Voyagers escuchan", sostiene.
En 40 años de viaje, las sondas lograron hitos que incluyen el encuentro con los cuatro planetas ubicados tras la Tierra (Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno), lo que logró la Voyager el 2 de agosto de 1989; descubrieron nuevas lunas en esos planetas, la Voyager 2 fue la primera en capturar una imagen de los anillos de Júpiter, Urano y Neptuno, y la Voyager 1, la primera en descubrir que había volcanes activos fuera de la Tierra, en la luna Io, de Júpiter.
Ícono de la exploración
"Sólo exploras el Sistema Solar por primera vez una vez, y nosotros lo hicimos", dice Larry Soderblom, astrogeólogo del Servicio Geológico de EE.UU. (USGS), en el documental And then there was Voyager, de 1990.
Quien fuera parte del equipo a cargo de la misión, Sodorblom dice ahora que aprendió que "incluso la buena ciencia no puede predecir los reinos de la naturaleza que no han sido explorados aún. Ahora sé que nuestro Universo debe ser mucho más rico, variado y espectacular que lo que pueda imaginar".
El astrogeólogo cuenta a La Tercera que cuando lanzaron las Voyagers sabían poco del Sistema Solar más allá de Marte y mucho menos sobre el Universo. "No esperábamos que las lunas de Júpiter, Saturno, Urano o Neptuno fueran tan interesantes. Esperábamos mundos muertos, abollados por impactos de cometas y asteroides haciendo que sus paisajes fueran cráteres sobre cráteres", señala. No esperaban encontrarse con actividad geológica, pero las Voyagers revelaron que abunda en el Sistema Solar Exterior. La luna Io, de Júpiter, por ejemplo, tiene una actividad que es más intensa que la de la Tierra, y en Tritón, de Neptuno, se producen géiseres con columnas de ocho kilómetros.
"Aprendimos de las Voyagers que la complejidad del Sistema Solar y la actividad geológica en marcha hoy está mucho más allá de nuestra imaginación", dice.
Susanne Dodd, project manager de Voyager en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la Nasa, dice que las Voyagers fueron y son pioneras explorando nuestro sistema planetario, la heliopausa y lo que está más allá de la influencia del Sol. "Ellas han provisto muchos descubrimientos sorprendentes que han guiado a incrementar el conocimiento de la humanidad de nuestro Sistema Solar", señala a La Tercera.
Misiones como Galileo a Júpiter y Cassini a Saturno, fueron influenciadas por el conocimiento obtenido por las Voyagers en sus vuelos por esos planetas, dice Dodd. "Hoy, Voyager 1 es la primera nave viajando a través del espacio interestelar, y como tal estamos recibiendo los primeros datos científicos in situ del ambiente espacial fuera de nuestra heliosfera", señala.
El futuro de la nave
El 14 de febrero de 1990, la Voyager 1 tomó la icónica imagen de la Tierra desde una distancia de 6.000 millones de kilómetros, un "pálido punto azul", como lo llamó Carl Sagan, por lo frágil que se ve el planeta desde allí. Poco después de esa fecha, sus cámaras fueron apagadas -su par ya lo había hecho un año antes- para ahorrar energía y estudiar el viento solar y el espacio interestelar, al cual ingresó el 25 de agosto de 2012, aunque aún le queda trayecto para salir del Sistema Solar.
Para la Voyager 1 se estima una duración que va de ocho a 23 años más (2040), lo que estará determinado por la disponibilidad de combustible, la hidracina (oxidación de amoniaco con cloro o hipoclorito sódico). La estimación para la Voyager 2 es hasta el año 2034.
No obstante, el viaje podría continuar eternamente por la Vía Láctea, pues seguirán moviéndose a 17,4 km/s. De acuerdo a la Nasa, en aproximadamente 40.000 años, la Voyager 1 estará a 1,6 años luz (14,9 mil kilómetros) de AC+79 3888, una estrella en la constelación de Camelopardalis, que se dirige a la constelación de Ofiuco. La Voyager 2, en tanto, pasará a 1,7 años luz de la estrella Ross 248, mientras en unos 296.000 años pasará a 4,3 años luz de Sirius, la estrella más brillante del cielo.