50 años del Teatro Aleph, la compañía que dio voz al exilio chileno
Fundada en 1967 por diez jóvenes que lideraba Oscar 'Cuervo' Castro, la agrupación radicada en París hace cuatro décadas celebrará a partir de mayo medio siglo de vida, con actividades en Chile y en Francia
Existe en una de las calles más transitadas de Ivry-sur-Seine, barrio parisino que acoge a un gran número de inmigrantes, un colorido y bullicioso rinconcito desde el cuyas ventanas emerge el teatro, de día y de noche. Encumbrado sobre adoquines, el edificio es desde hace cuatro décadas la residencia francesa del Aleph, la compañía encabezada por el actor y periodista Oscar 'Cuervo' Castro que cumple 50 años. La misma que en 1977 salió por la fuerza de Chile para vivir el exilio a miles de kilómetros de su país de origen.
Conformada en el Santiago de 1967 por un grupo de estudiantes del Instituto Nacional y del Liceo N°1 de Niñas, el grupo halló prontamente en Castro un líder innato. "Frei Montalva estaba en los descuentos, y ya se configuraba la campaña de Allende. Eran años particularmente agitados, y aun así varios grupos teatrales insistían en estrenar sus vaudevilles, lo que no creo que fuese malo. Pero nosotros queríamos hacer teatro político, uno comprometido", recuerda el director, hoy de 69 años.
Su debut en sociedad lo hicieron recién dos años después de constituirse. Llegarían a ser 10 miembros, varios de ellos autodidactas, entre los que estaban José Triviño, Manena Parra, Alfredo Cifuentes y Castro. También estuvo entre sus filas gente como Héctor Noguera y Francisco Coloane. Ese año corrieron el telón ante el atónito público del Festival de Teatro Universitario Obrero y Campesino de la UC, con la irreverente Se sirve usted un cocktail molotov: una obra sobre el ímpetu de la juventud, anclada en la creación colectiva y con una serie de guiños al cómic y al humor de la época. "Dejamos la embarrada, pero en el buen sentido. La gente quiso ver más y al año siguiente nos pasaron Lastarria 90, la sala que fue nuestra primera casa", cuenta Castro. Allí estrenaron Viva in-mundo de Fanta-cía. (1970), premio a la mejor obra para la Asociación de Críticos de Arte. El éxito estaba del lado del Aleph, pero todo daría pronto un giro insospechado.
Cuando vino el Golpe de Estado, el cambio de autoridades en la UC provocó el desalojo del grupo desde Lastarria 90. "Fue muy duro para todos, porque no teníamos mayor opción que seguir por las nuestras, muy a pulso, muy precariamente", recuerda Castro. En 1974, decididos a continuar, el Aleph estrena en el desaparecido Teatro del Angel el montaje Y al principio existía la vida, con el que aludían metafóricamente a lo que sucedía en Chile en la primera fase del régimen.
"Había dos escenas que, pienso, pudieron encender la ira contra nosotros: de un lado, estaba la historia del capitán del barco, que naufraga instando a seguir la lucha, y que representaba nuestra visión del último momento del gobierno de la Unidad Popular. Del otro, y casi al final, cuando matan al profeta, él promete que esto va a seguir", explica Castro. Antes del estreno, el elenco se sentó a charlar: "'Bueno, estamos corriendo un riesgo, hay que tener conciencia de ello. ¿Lo hacemos o no lo hacemos?'. Y el acuerdo fue: 'Lo hacemos'", recuerda.
Las consecuencias fueron inmediatas: el 24 de agosto de 1974, Oscar Castro y su hermana Marietta fueron detenidos por militares y trasladados, primero, al centro de Tres Alamos. Tiempo después, él fue llevado a Ritoque, y finalmente a Puchuncaví, todo en un lapso exacto de dos años. "Mi madre y el marido de mi hermana desaparecieron en el intertanto, un día que nos fueron a dejar ropa. Nunca más los vimos", relata. El 24 de noviembre de 1976, y con lo puesto, Oscar Castro fue subido a un avión directo a Francia, sin retorno.
Medio siglo
"En los primeros meses de exilio, la producción del Aleph fue muy pobre. Además, fue muy difícil adaptarse a una nueva realidad, a una lengua y a una cultura diferentes", cuenta el director, quien este año, cuando su compañía cumple medio siglo de vida, llegará a los 70. Ya reagrupados y en el Festival de Nancy, el grupo estrena en 1977 La trinchera del Supertricio, su primera obra de corte autobiográfico y sobre el exilio. Le siguió, en 1980, El exiliado Mateluna, una de sus piezas fundamentales y que el futuro Nobel Gabriel García Márquez calificó como la mejor obra que había visto sobre el tema.
Las cosas han cambiado desde entonces. Hoy el grupo posee una sala propia de 120 butacas, una escuela para actores novatos y una segunda residencia en Chile desde el año pasado, entregada por Bienes Nacionales y ubicada en el 7425 de la calle Eulogio Altamirano, en La Cisterna. Así, y junto al Ictus, es una de las compañías más longevas del país. "Es un orgullo reafirmar esta rebeldía de haber seguido en el teatro. Esperamos que éstos sean los primeros 50 años y no los últimos", bromea Castro, quien anuncia los festejos, tanto en Santiago como en París. En ambas ciudades, el Aleph opera por separado: en Francia tiene cuatro miembros estables y 10 actores franceses, de Malí, Camerún, Colombia y Brasil. En tanto, su homólogo chileno, dirigido por Gabriela Olguín desde 2013, suma cuatro personas más y 10 actores oriundos de poblaciones santiaguinas.
Todo arrancará, dice Castro, este 5 de mayo, con la función de El Che que amo (1998) en la vieja casona de adobe en La Cisterna. Al día siguiente presentarán El 11 de septiembre de Salvador Allende (2003), y luego El kabaret de la última esperanza (1985). El sábado 13 saldrá al escenario La neblina (2010), para terminar con una temporada del montaje Exil(s) sur Scène (2008) en el Museo de la Memoria, del 1 al 14. Ya de vuelta en París, entre junio y julio, el grupo repondrá ¡Y la democracia qué!, El exiliado Mateluna (ambas de los 80), y su última pieza, El indio que camina sobre el mar, de 2016, entre otras.
"Yo siempre digo: cuando era joven pensaba que se podía cambiar el mundo; ahora que estoy viejo, estoy seguro. El Aleph sigue vivito y coleando, ansioso de seguir haciendo", lanza Castro. "¿Si volveríamos a Chile? Tendrías que hacerme esa pregunta al otro día que muera, para que no sean sólo ganas, sino verdad. Nuestra verdad".
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