El pasado 19 de octubre, miles de personas marcharon en distintas ciudades de Chile en rechazo a la violencia de género. Tras la manifestación, las redes sociales replicaron la imagen de Felipe Garrido, un hombre a torso desnudo que marchó con un cartel que decía: "Estoy semidesnudo, rodeado por el sexo opuesto, y me siento protegido, no intimidado. Quiero lo mismo para ellas".
Las redes sociales apoyaron su acción. Sin embargo, al día siguiente su expareja y madre de su hija, lo denunció por una deuda de pensión alimenticia de tres millones de pesos y antecedentes de violencia intrafamiliar.
Una contradicción, sin duda. Sin embargo, diversos estudios muestran que, ante la violencia de género, los hombres admiten una actitud pública, pero tienen otra muy diferente en su vida privada.
Por ejemplo, el 73% afirma que no existe discriminación de género en su empresa pero, al mismo tiempo, dicen que uno de los principales ámbitos donde perciben discriminación hacia las mujeres es en las diferencias salariales (74%). Así lo estableció un estudio de la consultora ACCIÓN Empresas, que exploró sólo opiniones masculinas sobre brechas de género.
El sondeo, hecho a 422 hombres mayores de 18 años de todo el territorio del país, reveló además que sólo el 25% cree que se trata de un tema relevante en la agenda pública. Más importantes o urgentes son, dicen, las pensiones (84%) la educación (83%), o el mejoramiento de la salud (68%) y de la seguridad (68%).
En 2011, el estudio global The International Men and Gender Equality Survey (Images), en su capítulo chileno, reflejó una visión similar. Para un 97,8% de los hombres chilenos es importante que el padre esté presente en la vida de sus hijos, incluso si está separado de la madre. Sin embargo, el 46% afirmó que cambiar pañales, bañar y alimentar a los niños era tarea exclusiva de la madre.
Para Ignacio Larraechea, gerente general de ACCIÓN Empresas, que un 73% de los hombres encuestados señale que no hay discriminación de género en su empresa, es porque "todavía no le asignamos la carga discriminatoria a conductas que claramente sí lo son y al hecho de que en Chile se juzga con mayor dureza la percepción global que la propia experiencia".
Percepción de equidad
Hay diferencias en el nivel de visibilización de los distintos tipos de violencia de género, dice Camila Mella, socióloga de la Universidad de Chile. "Ellos opinan que el foco principal en la agenda de equidad de género es 'lograr iguales beneficios para hombres y mujeres' (59%) y por otro lado, que la 'principal responsabilidad de la mujer es la maternidad y lo doméstico', mientras que la de los hombres es ser proveedores (57%), ignorando casi por completo 'la división (equitativa) de las tareas domésticas y familiares'" (sólo el 2% dice que es relevante según el sondeo).
Son percepciones muy influidas por los nuevos discursos y representaciones, explica Irene Salvo Agoglia, investigadora del Programa Interdisciplinario de Cuidados, Familia y Bienestar de la Universidad Alberto Hurtado (UAH). "También por actitudes políticamente correctas, pero no necesariamente por cambios concretos en las políticas y las prácticas y sobre todo en las microprácticas cotidianas", dice.
Para Larraechea, no le estamos dando importancia a los estereotipos femeninos y masculinos, que son los que todos portamos. "Aquellos permiten y facilitan que haya discriminación y beneficios".
Aún existe desconocimiento en hombres y algunas mujeres, sobre lo que significa exactamente la equidad de género. "Consideran que ello es sinónimo de mayores igualdades ante la ley o nuevas alternativas para algunas mujeres. No comprenden necesariamente qué significa hablar de 'equidad de género' cuando responden por ello", dice Salvo.
Pura ilusión
El sondeo de ACCIÓN Empresas dice que un 50% considera que Chile está mejor en esta materia que otros países latinoamericanos.
Se aprecia un efecto de "ilusión de equidad de género", dice la especialista de la UAH, en el que se percibe un avance mucho mayor al que realmente existe. "No basta con que algunas mujeres tengan más alternativas que sus predecesoras o simplemente que estén en algunos espacios de mayor estatus para asegurar mayor equidad", critica.
Es preocupante que la percepción de equidad de género sea mayor a la que en la realidad opera, indica Salvo, "porque puede llevar a un cierto 'conformismo' del tipo 'ya avanzamos mucho' o '¿qué más quieren?', o actuar como mecanismo que invisibilice las múltiples prácticas inequitativas que nos continúan afectando a todas y todos por género".
Es así como desde la lejanía de lo público, la violencia de género es violencia, mientras que desde lo personal y cotidiano, dice Mella, esa violencia no existe sino que es algo "natural". "En la medida en que 'ellos' no asuman una postura en la cual la equidad de género no les compete, ni sea una lucha que los convoque, es difícil pensar en el cambio social", afirma Salvo.
Para Lorena Godoy, investigadora del Programa Estudios Psicosociales del Trabajo de la Universidad Diego Portales y del Centro de Estudios de la Mujer, en la vida familiar o trabajo no reconocen discriminación, pero sí reconocen estar en un contexto social que discrimina.
"Es políticamente correcto estar de acuerdo con el tema. No es algo consciente, no es que oculten su opinión, sino que no visualizan que, pese a esa declaración, hay actitudes o comportamientos discriminatorio naturalizados", dice Godoy.
Esto se ve, por ejemplo, en la idea de que la labor reproductiva y el cuidado de los hijos sea una labor exclusiva de la mujer, independiente del trabajo del hombre.
Fenómeno aislado
El problema de la violencia de género en mujeres, es que una parte importante de la población masculina no lo ve como un problema grave, ni como un problema serio en términos de derechos humanos, explica Francisco Aguayo, psicólogo director de la Fundación Cultura Salud. "Muchos hombres consideran que esto es un fenómeno aislado o infrecuente", opina.
Hay un grupo cercano al 10% que justifica que un hombre golpee a una mujer (según datos de la encuesta Images), aunque también hay un grupo minoritario que tiene conciencia sobre la violencia de género, dice Aguayo.
"Las marchas han tenido una presencia importante de hombres que entienden que es un problema y que ellos también necesitan movilizarse para terminar con esta forma particular de violencia", señala Aguayo.
Pero a su vez, indica Salvo, ocurre que muchas veces los temas de equidad, son visto como "temas de mujeres" o "ideas de las feministas" y muchos hombres se sitúan como testigos pasivos de dichas transformaciones.
En lo que respecta a quiénes son los responsables de avanzar en materia de equidad de género, el sondeo muestra que los varones consideran que es compartida entre ellos y las mujeres (50% y 50%).
Pero Salvo cuestiona esta equidad. "Los hombres como grupo de mayor poder, son quienes tienen más responsabilidad y posibilidad de generar cambios, no puede estar igualada la responsabilidad cuando está desigualada la distribución del poder. Por supuesto, las mujeres debemos seguir identificando condiciones de subordinación, denunciándolas y luchando por transformarlas", sostiene Salvo.