La probabilidad de que un matrimonio termine en divorcio al cabo de 20 años en Estados Unidos era de 48% entre 2006 y 2010, según un estudio publicado en ese país en 2012.
En Chile no existen estadísticas similares, por ello Viviana Salinas, investigadora del Instituto de Sociología de la Universidad Católica, realizó una investigación para profundizar en el fenómeno de los quiebres matrimoniales en el país.
En el estudio Hacia la medición del riesgo de disolución del matrimonio en Chile, que se publicará próximamente en la revista de Estudios Demográficos y Urbanos, Salinas estima que después de 20 años de matrimonio el riesgo de disolución del vínculo es 20%, es decir, 1 de cada 5 uniones se disuelve en dicho periodo.
Según el análisis, el 79,1% de los matrimonios permanece unido tras dos décadas y el 20,9% se ha disuelto a esa altura. La investigación, que consideró solo las uniones legales, también abordó otros periodos de duración y término. A los 5, 10, 15 y 41 años las uniones que siguen vigentes alcanzan el 91%, 85,5%, 81,9% y 70,4%, respectivamente (ver infografía).
Salinas explica que los quiebres son más comunes entre las generaciones más jóvenes, en quienes tienen hijos de una unión previa y en personas que provienen de sectores más acomodados. Por otra parte, los católicos y evangélicos aparecen con un menor riesgo de disolución.
Para la investigadora es importante indagar en este tipo de estadísticas porque las disoluciones tienen un impacto tanto en los adultos como en los niños y hay que cuantificarlas. "En el fondo hay consecuencias en términos económicos, de bienestar emocional, de salud mental", dice la socióloga, quien en su estudio explica que en los últimos 25 años se han experimentado profundas transformaciones en el país: disminución de la tasa de nupcialidad, el aumento de la convivencia, prolongación de la soltería, aumento de los segundos matrimonios y el divorcio.
Menos que EE.UU.
En el estudio se utilizó como base la encuesta Familia, recurso de la sociedad, realizada por el Instituto de Sociología de la Universidad Católica en el año 2015. La razón para utilizar este sondeo y no otros estudios longitudinales realizados en el país es que en la encuesta de la UC se hizo una pregunta clave: fecha de inicio y término del matrimonio.
De esta medición, que se realizó en seis grandes centros urbanos del país, se extrajeron datos de 879 casos, algunos de los cuales llegan hasta los 41 años de casados, aunque en la investigación se precisa que después de tantos años quedan menos uniones en observación, por lo que los resultados en este segmento pueden reflejar más variabilidad que corresponder a una tendencia.
El 20% del riesgo de disolución de un matrimonio en Chile a los 20 años es una cifra más baja que la de Estados Unidos (48%), pero más cercana a la realidad mexicana (20%). Sin embargo, añade la investigación, el indicador para México se limita a divorcios, mientras que el chileno agrega separaciones permanentes y nulidades. Por lo tanto, la intensidad de la disolución de los matrimonios chilenos parece ser menor que en México. "Otra diferencia con el caso mexicano es que en Chile actualmente el divorcio, y no la separación permanente, parece ser el principal mecanismo de salida del matrimonio", dice el estudio.
María Elisa Molina, directora de la Unidad de Investigación en Terapia de Pareja de la Facultad de Psicología de la U. del Desarrollo, quien no es parte de esta investigación, coincide con la visión de que los matrimonios se mantienen más tiempo unidos en Chile que en Estados Unidos. "Eso tiene que ver con el peso que tiene la institución 'matrimonio' en Chile y el valor que tiene la familia, lo que es distinto de Estados Unidos. Eso puede ser un aspecto de nuestra idiosincrasia que constituya un valor. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el solo hecho de que un matrimonio permanezca unido por años, no necesariamente es un signo de bienestar o salud mental personal, de pareja o de familia", precisa.
Uniones jóvenes
Sobre el fenómeno, Alejandra Ramm, profesora adjunta de la U. de Valparaíso e investigadora asociada de la U. Diego Portales, añade que la tasa de matrimonio en Chile ha sufrido una baja sustantiva desde la década de los noventa a la fecha. "Hoy la mayoría de las parejas jóvenes no se casa, sino que convive. Y de esos, muchos no transitarán al matrimonio, ya sea porque se termine la relación o pasen al Acuerdo de Unión Civil".
A su juicio, lo anterior quiere decir que quienes están casados hoy sean principalmente generaciones mayores, que llevan muchos años de matrimonio, o generaciones que valoran más el matrimonio que las generaciones actuales.
Sobre los jóvenes, en el estudio de Salinas se plantea que los matrimonios que se ubican entre los 25 a 34 años duran en promedio seis años, mientras que las uniones de personas que están entre los 45 a 55 años tienen 23 años de duración en promedio. A la menor duración de los matrimonios de personas jóvenes también se suma que existe un descenso entre quienes quieren contraer el vínculo en este segmento. Según la última Casen, en 1990 los casados entre los 15 y 29 años eran el 27,4%, cifra que se redujo a 4,9% en 2015.
"Aunque el matrimonio ha perdido centralidad como 'la' forma de unión aceptada, eso no significa que haya perdido relevancia. Lo que pasa es que las generaciones más jóvenes buscan un tipo de matrimonio más igualitario que las generaciones anteriores: basado en el amor romántico, en la igualdad de género, en el compañerismo, en que los dos realicen tanto sus proyectos personales como profesionales. Esto en contraste con el modelo convencional de matrimonio de 'hombre proveedor' y 'mujer madre y dueña de casa'", plantea Ramm.