Era sábado y en Concepción había un día soleado, escasos en agosto, invitaba a todos al estadio. Había expectación. Durante la semana las conversaciones en restoranes y hogares giraron en torno a esa tarde; la prensa penquista, chilena y mundial también estaba atenta: Mario Alberto Kempes, a los 42 años, retornaría al fútbol profesional.
Faltaban 30 minutos para las 16.00, horario en que Arturo Fernández Vial recibía a Rangers por la primera fecha de la segunda rueda del torneo de Segunda División, y 4.500 personas coreaban eufóricas Matador, la canción de Los Fabulosos Cadillacs. En eso estaban cuando se dieron cuenta de que, en el Block J del Municipal de Concepción, chaqueta de cuero negra y cigarrillo en mano, permanecía el astro, saludando a quien se lo pidiese. Pero no jugó. El pase del campeón del mundo no había llegado.
"¡¿Han pasado 20 ya?! Puchas que estoy viejo". Quien habla es Luis Chavarría, zaguero de aquel Vial '95. "Cuando me dijeron que venía Kempes, no podía creerlo y sólo lo hice el mismo día en que el profesor (Pedro Olivera) nos lo presentó en el camarín", recuerda. La sola impresión por la contratación motivó al plantel, que aquella tarde venció al entonces líder por 2-1.
Su debut en el club fue una semana más tarde. Ante Arica, en Collao, el 26 de agosto, el público se deleitó al ver la clase con que golpeaba el balón. No convirtió ese día, pero fue decisivo. Sus pelotas detenidas eran de temer y casi convierte un gol olímpico, que sólo el travesaño le negó, aunque más tarde (45') Paniagua aprovechó un nuevo córner del '10' para anotar el único tanto del partido.
Con una victoria y con él como protagonista comenzaron sus últimos pasos en el profesionalismo. Y es curioso, porque el goleador de Argentina '78 pudo hacerlo en Rosario Central, el club que lo hizo grande y al que le juró amor eterno, o River o algún equipo de Europa, pero no; lo hizo en el humilde Arturo Fernández Vial.
Todo se gestó así, según narró Olivera al diario El Sur en 2003: "Había ido a buscar a otro jugador a Mendoza y sentado en un café salió el tema. Con Mario me une una amistad grande, él creía que lo estaba jodiendo y terminó acá... Fue una linda experiencia, tanto para el plantel como para la ciudad".
Vial ansiaba retornar a la serie de honor y necesitaba costear un plantel competitivo. Buscó durante julio y agosto algún volante creativo y al final apareció él. Su única ocupación era su escuela de fútbol en Mendoza y, pese a la inactividad, estaba en forma. Así, una simple broma pasó a ser un golpe total. Kempes ganaría cinco mil dólares por partido, que se pagarían solos gracias al público que empezó a seguir a los aurinegros (pasó de 800 a cuatro mil). Jugaría sólo de local y entrenaría jueves y viernes. "Al final se pasaba la semana entera con nosotros", narra Chavarría.
Desde Miami, donde trabaja como comentarista para ESPN, Kempes se alegra al recibir el llamado de La Tercera. "Fue una época donde yo estaba retirado y tuve la suerte de poder jugar en Fernández Vial y realmente creo que lo hicimos bien. Lo intentamos, no llegamos a jugar el hexagonal, pero estuvimos cerquita. Fue muy lindo", confiesa.
Así recuerda la voz de los juegos de video FIFA 2014 y 2015: "Estaba en Mendoza trabajando en la escuela de fútbol y vino el entrenador (Olivera) y me sorprendió. Era temprano, estaba medio dormido, nos tomamos un café y hablamos. Le dije en qué condiciones físicas estaba, porque ya había dejado de jugar; entrenaba, pero no es lo mismo practicar con veteranos que con gente joven (…). El acuerdo era que jugaría sólo de local, pero duró un solo partido. Jugar en casa o de visitante era lo mismo. Nos divertíamos y no hubo ningún problema".
Amante del asado, apenas llegó al club se adueñó de la parrilla de calle Progreso, en Chiguayante. "Le encantaba el costillar de vacuno, sus cigarros Marlboro que traía de Argentina y el vino con soda. Llegaba los jueves y era tradición su asado. Él se rajaba. Yo, como buen huaso, lo ayudaba con la carne", comenta el Chiqui, también ex defensor de la Selección, la U y Deportes Concepción. "Era muy humilde", continúa, "Cocinaba y nos servía, de tú a tú, nunca nos sacó en cara su trayectoria y siempre nos aconsejaba. Nos enseñó a esforzarnos por los sueños y por ser grandes".
Kempes, alcanzó a jugar por Vial sólo 11 partidos y anotó cinco goles, todos a balón parado, pero eso bastó para que pasara a la historia como el astro que remeció el Ascenso. "Fue una época muy linda. No llegamos a clasificar, pero lo pasábamos muy bien", asegura el ex Valencia y River Plate.
Este paso lo elevó a ídolo de los ferroviarios, que ahora se debaten entre el profesionalismo y el amateurismo. "Es muy triste, pero qué se le puede hacer. Es lamentable, porque es un club histórico y que tenga que sufrir estos percances. Pero la historia es una". Y claro, Mario, la historia es una y dice que el segundo semestre del '95 un crack tomó sus zapatos, cruzó la cordillera y eligió dar sus últimos disparos en Concepción.