Brasil suma hasta ahora 20 muertos por influenza humana, unos mil 175 casos confirmados, y se sospecha que el virus AH1N1 podría haber infectado a otras cuatro mil personas. Ayer martes se produjeron cinco decesos.

Las autoridades sanitarias admitieron que el virus se está propagando con una rapidez inusitada y que las medidas para contener la pandemia son inútiles. La región más afectada es el sur del país, las más cercanas a Argentina, el segundo país del mundo con el mayor número de muertes causadas por la gripe AH1N1.

Los esfuerzos del gobierno se han concentrado en la asistencia a los contagiados. El director del departamento de Vigilancia Epidemiológica del Ministerio de Sanidad de ese país, Eduardo Hage, afirma que "el objetivo del gobierno ya no es contener la transmisión del virus, sino evitar más muertes".

Los médicos insisten en que la prioridad debe ser los tres grupos de mayor riesgo, los niños, los ancianos y las mujeres embarazadas. Precisamente, una mujer de 36 años, embarazada de ocho meses, murió el jueves pasado en el Estado de Rio Grande do Sul (sur del país), después de peregrinar por varios hospitales donde, según sus familiares, no recibió la atención adecuada.