En abril de 1972, Sam Peckinpah viajó furtivamente a Ciudad Juárez en México y contrajo matrimonio con Joie Gould, a quien había conocido mientras filmaba Perros de paja en Gran Bretaña. De vuelta a Estados Unidos para rodar La huida con Steve McQueen, Peckinpah comenzó a caer en sucesivas borracheras. "No puedo dirigir una película sobrio", llegó a decir. Cuatro meses después, Joie Gould le pedía el divorcio.
Fallecido hace 25 años, tras un ataque cerebral derivado, en parte, de su alcoholismo, Peckinpah sólo alcanzó a realizar 14 películas en su carrera, todas marcadas por el apego a los personajes solitarios, perdedores y violentos, ya fueran cowboys, asaltantes de bancos o soldados en retirada. En un tributo a este director, el Centro de Extensión UC ofrece desde hoy un ciclo con 10 obras, incluyendo la primera (Duelo en la Alta Sierra, 1962) y la última (Clave: Omega, 1983).
Fue gracias al gran detalle con que filmaba las escenas más brutales que a Peckinpah se lo llamó "estilista de la violencia", y un particular ejemplo de esto es su predilección por la cámara lenta. La película que lo consagró fue La pandilla salvaje (1969), que además se transformó en ejemplo del western revisionista, alejado de la sobriedad y clasicismo de John Ford y Howard Hawks.
La cinta cuenta la historia de una vieja banda de pistoleros (con William Holden y Ernest Borgnine en el reparto) que planea el asalto a un tren en la frontera mexicana-estadounidense. Sólo la escena de la matanza final tomó 12 días de filmación y se simularon 10 mil impactos de bala.
Otro de los títulos valiosos es Traigan la cabeza de Alfredo García (1974), thriller sobre un caza recompensas (Warren Oates) que va tras un gigoló cuyo precio, vivo o muerto, es un millón de dólares ofrecido por un mafioso mexicano. Esta es considerada la película más personal de Peckinpah y la única cuyo montaje final le pertenece totalmente. Además, reincide en otra de sus obsesiones: la fascinación por México y su gente.
En una línea aparte se ubica Perros de paja (1971), drama psicológico sobre un astrofísico (Dustin Hoffman) que escapa de la violencia de EEUU, sólo para encontrar aún más barbarie en el pueblito de Inglaterra donde vive con su esposa.
Mitómano incurable (decía que descendía de indios, hecho negado por su hijo), Peckinpah ejerció una gran influencia en el cine norteamericano y oriental, en particular en los trabajos de Martin Scorsese, Clint Eastwood y John Woo.