La figura de Josef Stalin aún divide a los rusos. Mientras sus detractores lo consideran un verdugo, sus defensores quieren rehabilitar su legado histórico. Al cumplirse hoy el 60° aniversario de su muerte, un sondeo reveló que casi la mitad de los rusos tiene una imagen positiva del dictador soviético, cuya figura ha tenido un revival desde la llegada de Vladimir Putin al poder.
Según la encuesta realizada por el Centro Levada de Moscú, un 49% de los rusos aún ve el papel del dictador soviético en la historia rusa como positivo, mientras que el 32% cree que jugó un rol negativo. Al mismo tiempo, y confirmando la polarización que genera su figura, un 55% de los rusos considera que la muerte de Stalin, el 5 de marzo de 1953, trajo consigo el fin de la era del terror y las represiones masivas, y la liberación de las cárceles de millones de personas inocentes. Y sólo un 18% ve la muerte del dictador como la pérdida de un gran mandatario y maestro. Un sondeo de 2012 reveló que un 37% de los rusos no sabía nada o casi nada de las represiones estalinistas. Ese mismo año, Stalin encabezó una encuesta sobre grandes personalidades de Rusia.
Lev Gudkov, sociólogo del Centro Levada, recordó que en 1989, en el peak de los esfuerzos del líder soviético Mijail Gorbachov por liberalizar al país, solamente el 12% de los encuestados describió al dictador como una de las más prominentes figuras históricas. En cambio, en un sondeo realizado en 2012 por el Carnegie Endowment, el 42% de los rusos consultados nombró a Stalin como la figura histórica más influyente.
Las estatuas e iconografía sobre Stalin desaparecieron en la década de 1960, cuando su sucesor, Nikita Kruschev, reveló la magnitud de sus crímenes a la élite soviética, iniciando así el proceso de desestalinización. A fines de los 80, durante las reformas de la perestroika de Gorbachov, los crímenes de Stalin fueron denunciados en gran parte. Pero en la década siguiente su imagen mejoró, ya que las reformas liberales provocaron una oleada de nostalgia por la era soviética.
"La imagen de Stalin comenzó a mejorar y esto se intensificó con la llegada al poder de (Vladimir) Putin", cuando asumió la presidencia por primera vez en 2000, asegura Gudkov. "Ciertas figuras comenzaron abiertamente la defensa de Stalin y esta discreta rehabilitación alcanzó su apogeo en el período 2004-2005 con el 60° aniversario de la victoria en la guerra, cuando fue descrito como un 'gestor efectivo' en un libro aprobado por el ministerio de Educación", agregó el sociólogo ruso.
A juicio de María Lipman, del Centro Carnegie de Moscú, "bajo Putin, las autoridades rusas han tomado una actitud ambigua hacia Stalin". El actual sistema político del país se basa en los fundamentos mismos del desaparecido dictador soviético, es decir, "una autoridad centralizada basada en los servicios de seguridad y una población sumisa", señala Lipman.
En 2009, cuando era primer ministro, Putin destacó los méritos del dictador soviético por la industrialización de la URSS y la victoria en la guerra contra la Alemania nazi, pero condenó las represiones estalinistas. "Todo lo positivo -que desde luego lo hubo- se consiguió a un precio inaceptable", señaló en esa oportunidad.
Pero figuras como Sergei Obujov, diputado y uno de los dirigentes del Partido Comunista de Rusia, siguen defendiendo la figura de Stalin. "Es verdad, los soviéticos tuvieron que pagar un alto precio (en vidas humanas) por las grandes victorias, pero el pueblo estaba dispuesto a sacrificarse. Compare los avances de sus dos décadas de mandato con los últimos 20 años de Rusia", dijo Obujov.
Como cada 5 de marzo, los simpatizantes de Stalin esperan depositar hoy una ofrenda floral anual en su tumba, ubicada a los pies de la roja muralla del Kremlin.