Con más de 70.000 muertos en dos años de conflicto en Siria, el jefe de Estado Mayor del rebelde Ejército Libre Sirio (ELS), Salim Idris, ha asegurado que seguirán combatiendo hasta lograr la caída del régimen del presidente sirio, Basher Assad.
En un mensaje difundido motivo del segundo aniversario del inicio del levantamiento contra el régimen el 16 de marzo, Idris señaló que los rebeldes "no cesarán la lucha hasta que se cumpla el sueño de ver un país libre y democrático mediante la caída del régimen criminal", pese a la batalla diplomática que se ha desencadenado en Europa para levantar las restricciones a la entrega de ayuda militar a los rebeldes sirios.
A la luz de informes según los que el régimen de Assad estaría en condiciones de recuperar el control del país, lograr el objetivo de los rebeldes parece una fantasía, sobre todo sin la ayuda de la comunidad internacional que podría suministrar armas y munición, así como asistencia humanitaria y médica para los sirios afectados por la violencia en el país.
Precisamente, Francia y el Reino Unido instaron sin éxito el sábado a sus socios de la Unión Europea a levantar el embargo de armas a Siria, mientras que Estados Unidos sigue reclamando garantías de que esas armas no llegan a manos extremistas.
Por su parte, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Antonio Guterres, manifestó el fin de semana su temor por la posible falta de una solución a la crisis humanitaria si el conflicto sirio se extiende en la región. Según Guterres, la crisis siria se encuentra en un punto "crítico", por lo que -auguró- la situación "empeorará antes que mejorar".
Guterres también instó a la comunidad internacional a que amplíe el fondo destinado para ayudar a estos refugiados y a los países de acogida hasta los 700 millones de dólares.
Durante la cumbre celebrada en Kuwait a fines de enero, la comunidad internacional prometió 1.500 millones de dólares para los refugiados sirios, pero el Líbano y Jordania se han quejado de no haber recibido la ayuda prometida.
Mientras, los combates y bombardeos prosiguen en distintas provincias del país, lo que sólo el viernes causó la muerte de 220 personas, entre ellas 131 rebeldes y miembros de las fuerzas del régimen, informó hoy el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
La ola de protestas nacida hace dos años al calor de la primavera árabe en Siria ha dado paso a una cruenta guerra civil, con más de 70.000 muertos, un millón de refugiados y un final difícil de vislumbrar ante los fracasados intentos de mediación internacional.