En Hollywood no se descansa. El paseo de la fama parece estar filmando constantemente una película que incluye personajes de todas las nacionalidades. Algo así como un país sin fronteras, que en su guión suma asiáticos, europeos y latinoamericanos. Todos se sienten protagonistas, caminan con seguridad y sonríen ante el más mínimo guiño de un desconocido. Los focos que iluminan a los actores son reemplazados por un sol que golpea con fuerza a miles de turistas que recorren el lugar con cautela, como tratando de no pisar las estrellas que recuerdan a más de dos mil artistas. Desde Don Francisco hasta Ricky Martin y Michael Jackson.

Los personajes adornan de este a oeste en el Hollywood Boulevard, desde la calle Gower hasta la Avenida La Brea. Los lujos aparecen en cada una de las más de quince cuadras que cubren el lugar. Desde el arriendo de un automóvil último modelo para recorrer la avenida, por el que se pide US$ 100 dólares para transitar por 15 kilómetros, hasta la posibilidad de presenciar el estreno de la película Buscando a Dory, de Disney. Vallas papales resguardan el escenario que, dos horas antes de su inicio, ya aglomera gente esperando que pase algún artista del filme. Todo con el teatro chino Grauman's de fondo. El mismo escenario que hace un par de meses tuvo gente acampando en sus alrededores para no perderse el estreno de la última película de Star Wars. La alegría sólo se ve nublada por una serie de manifestantes, que aprovechan la oportunidad mediática que da el lugar para gritar contra Donal Trump, candidato a la presidencia de Estados Unidos.

¿Y de la Copa América Centenario? Nada. Uno que otro hincha desubicado, como el uruguayo Federico Larma, de 28 años, quien llegó a Estados Unidos a seguir al equipo charrúa. Sólo su acento, al momento de negarse a recibir un paseo turístico, hace distinguirlo. No luce camiseta ni nada celeste: "Acá no se puede hacer una Copa América. No hay ambiente", reclama.

A sólo un par de estrellas, unos turistas, siempre acompañados de una buena cerveza, recuerdan la escena de algunos videos juegos que se han inspirado en los rincones más escondidos de la avenida Hollywood, como Grand Theft Auto: San Andreas y The Crew, entre otros.

El calor incomoda. Las estrellas, seguramente, si tuviesen vida, no lo pasarían bien a ese nivel de exposición. Norman y Ramón Alagem, mexicanos residentes en Texas, posan con la estrella de Ricky Martin: "Quizás qué van a pensar en Chile", dice entre risas. Llevan más de 15 años en Estados Unidos, lugar que llegaron en búsqueda de oportunidades laborales. Hoy, contrario al hincha uruguayo, disfrutan de la Copa: "Acá ha prendido algo, no como todos esperan, pero de igual manera se disfruta. Ustedes la prensa hacen que este evento sea especial", dice Norman.

El paseo de la fama comienza a recibir a mucha gente. Nadie conversa del partido de Estados Unidos ni menos de la derrota de Chile ante Argentina. Sólo importa buscar al artista en las miles de estrellas que adornan el piso.

Justo en la esquina que une la calle Orange, Victorio Lerma, un boliviano, de La Paz, se acerca a conversar un desconocido, intrigado. En Hollywood nadie niega una conversación. Menos si el interlocutor  puede ser de un país vecino. "¿De dónde eres?". Al escuchar que la respuesta incluyes las palabras chileno y Copa América, el curioso se alegra. "Mira, qué bien. Tenía muchas ganas de ir a ver a Bolivia, pero estoy en exámenes. Estudio teatro", responde, con orgullo. También siente que la Copa Centenario no ha logrado despertar el interés esperado. "No he visto mucho fanatismo. En los bares, a veces, se ve gente viendo partidos, pero en Estados Unidos el deporte favorito es el fútbol americano", dice.

El lugar, con el sol de testigo, es agradable. Muchos policías lo custodian. Sin embargo, cuando la luna toma su posición, el escenario cambia. "Es bonito de día, pero en la noche se torna un poco peligroso. Hay mucho vagabundo y hay que estar muy atengo. Mi familia, que vino de Bolivia, no lo podía creer", agrega Victorino Lerma.

La tarde se hace presente. La temperatura baja. Son las 17 horas y un bus, con destino hacia Santa Mónica, hace que el consejo del uruguayo Federico Larma sea aceptado.

Luego de recorrer cerca de 20 minutos localidades como Beverlly Hills, el escenario es totalmente opuesto. No hay artistas, ni tampoco estrellas. El mar acompaña a un muelle que se llena de tiendas, juegos y lugares para comer. El lugar preferido por los turistas es el Bubba Gump, que se inspiró en la película Forrest Gump. La venta de camarones, y la fotografía que recuerda al tradicional personal del filme, hacen que se transforme en un sitio recurrente.

Si no fuese por cerca de 10 hinchas que lucen la camiseta de Colombia en el paseo del muelle, nadie se enteraría de que en Estados Unidos se vive la fiesta de la Copa América. Jaime Sánchez, Juan Carlos Toro y William Gómez llegaron a Norteamérica al inicio del certamen. Estuvieron en Pasadena, en la victoria cafetera sobre Paraguay. También se quejan: "El ambiente está muy frío, bastante diría yo. Nos causa mucha extrañeza", dice Jaime Sánchez. Otro de los puntos, que incomodan, son el alto precio de la comida. "Es muy caro. La diferencia es altísima. Un dólar son tres mil pesos colombianos. El cambio complica bastante", agrega Toro.

Las estrellas siguen en Hollywood. El paseo de la fama no se da por enterado de la Copa América Centenario, al igual que el balneario de Santa Mónica. La Copa, en Estados Unidos, no logra despertar el interés de nadie. Ni siquiera para hacer una película de bajo presupuesto.