La declinación cognitiva, es decir la pérdida de funciones del cerebro que muestra ineficiencias en la memoria breve y la capacidad de razonamiento, da sus primeros  síntomas ya a los 45 años, según un estudio del University  College de Londres.

Por lo tanto ya no son los 60 años, sino la mediana edad, el umbral del comienzo del envejecimiento cerebral. Antes incluso, en muchas personas, que la aparición de las primeras canas. 

La investigación que fija un anticipo de tres lustros fue realizada con hombres y mujeres de entre 45 y 49 años, sometidos  a pruebas de memoria, razonamiento y dominio del lenguaje: así  se registró un descenso del 3,6 por ciento en las funciones  cognitivas respecto de la franja más joven.

Además la situación empeoró con el correr de los años: -9,6  por ciento en los hombres de entre 65 y 70 años, y -7,4 por  ciento en las mujeres de igual edad. 

La investigación, realizada sobre más de 7.000 personas seguidas durante diez años (la muestra incluyó a empleados  públicos de diversos grados jerárquicos), fue publicada en el British Medical Journal. 

Los resultados permiten suponer que se abrirá un debate sobre  la anticipación, por lo menos en 15 años, de las acciones de  prevención para la demencia senil y el Alzheimer, teniendo en  cuenta además la expectativa de vida en muchos países, sobre  todo occidentales.

Los primeros obstáculos, desde un punto de vista clínico, en  el cerebro de una persona de 45 años afectan a las "capacidades  ejecutivas que implican destreza y velocidad en el tomar  decisiones y la memoria a cortísimo plazo", afirmó a ANSA Niccolò Marchionni, ex presidente de la Sociedad Italiana de Geriatría y Gerontología.

Pero estas deficiencias se compensan gracias a un aumento de  la capacidad de ponderación, debida a la experiencia. Por esto y  por las mejores condiciones de salud los ancianos de hoy están  en mejores condiciones que los de hace 20 años.

"En el futuro, la investigación debe identificar los factores  determinantes de la declinación cognitiva y evaluar la medida en  que estos resultados son modificables", dice el estudio  encabezado por Archana Singh-Manoux.

Un paso crucial sucesivo será determinar la ventana de edad  en que son más ventajosas las intervenciones de prevención. 

Algunas indicaciones ya son claras para la ciencia: "El  efecto sinérgico de la dieta mediterránea y la actividad física  -concluyó Marchionni- determina mejores condiciones en la  prevención del mal de Alzheimer".