Finalmente van. Anunciaron con bombos y platillos que este año no aceptarían las condiciones económicas de la Cámara Chilena del Libro para participar en la Feria del Libro de Santiago, pero cedieron. Acompañados por la ministra de Cultura, Paulina Urrutia, ayer la Asociación de Editores de Chile anunció que se sumaría al evento.

La decisión de los editores locales se comunica tras varias semanas de diálogo en que Urrutia intentó mediar en el conflicto. Pero la Cámara no se abrió a rebajar el valor de arriendo por un stand en la Estación Mapocho a quienes no son parte de sus filas. Así, los miembros de Editores de Chile deberán pagar un 70% más que los socios de la cámara por un stand ($ 1.600.000 aproximadamente). Sin embargo, a petición de La Moneda, la ministra Urrutia pidió a Editores de Chile sumarse al evento para no empañarlo. "Es uno de los mayores encuentros del libro y compromete a nuestro país a nivel internacional; es importante tener la más amplia diversidad de la edición nacional", dijo Urrutia.

Vuelven a la feria las editoriales LOM, Uqbar, Pehuén y Ocho Libros. "Vamos en solidaridad con el Gobierno. Nos doblaron la mano. Perdimos la batalla", dice Isabel Buzeta, vocera de los sellos locales. A cambio, Urrutia se comprometió a acelerar las reformas a la Ley del Fomento al Libro y la Lectura.

Extraoficialmente, se conoció que representantes del gobierno ofrecieron pagar a Editores de Chile un 15% del valor del stand. Los sellos locales habrían rechazado la propuesta. Buzeta es enfática: "No vamos subvencionados". Pese al cambio de postura, algunos miembros de Editores de Chile siguen abajo de la feria: Cuarto Propio, Universitaria, Tajamar y Frasis.

"Hay que valorar la gestión del Gobierno y la buena decisión de Editores de Chile", dice Eduardo Castillo, presidente de la Cámara del Libro.