Las acusaciones de corrupción o de explotación en la obras del Mundial 2022 no reducen en nada el apetito de Qatar de convertirse en un actor principal del deporte, una herramienta que es considerada de prestigio para el pequeño e inmensamente rico emirato. Nada más salir airoso de una prueba ante la Comisión Ética de la FIFA por la atribución del máximo torneo de selecciones, se obtuvo la organización del campeonato del mundo de atletismo de 2019.
Incluso, este país del Golfo, que cuenta con las terceras reservas mundiales de gas natural, no dudó en salirse de su esfera geográfica al ofrecerse, sin éxito, para albergar la Copa África de Naciones (CAN) 2015 tras la retirada de Marruecos.
Doha se está convirtiendo en la "capital mundial del deporte", afirmó el ministro de Deportes del emirato, Salah Ghanem al Alí. "Vamos a organizar el Mundial de natación (de piscina corta) en diciembre y el Mundial de balonmano a principios de 2015, el de ciclismo en 2016, el de de atletismo en 2019 y el de fútbol en 2022", se congratuló el catarí. Para él, esta agenda es una muestra de "la confianza de la comunidad deportiva internacional en la capacidad de Qatar de organizar eventos deportivos a nivel mundial".
El emirato, políticamente activo y con recursos financieros ilimitados, dispuso de todos los medios para dotarse de una talla internacional y convertirse también en 'el' centro del deporte en el mundo árabe.
Estadios ultramodernos
Doha considera estar cosechando los frutos de una diplomacia del deporte iniciada en los años 1990 con grandes inversiones y decenas de miles de millones de dólares gastados en su territorio y en el extranjero. Como muestra de la importancia que se le da, el presidente del París Saint-Germain de fútbol, Nasser Al Khelaifi, tiene rango de ministro en Catar.
Qatar quiere demostrar que está "en la vanguardia de la innovación". El comité organizador del Mundial 2022 desveló el lunes en Riad la maqueta del estadio Khalifa, modernizado y equipado con un sistema de aire acondicionado, indispensable cuando las temperaturas superan los 45ºC en verano.
Además, el estadio de balonmano Al Attiya, construido en 18 meses para acoger el Mundial masculino del 15 de enero al 1 de febrero, está dotado de mapas táctiles que permiten a los espectadores encontrar su asiento o una sala para orar, y puede convertirse en una pista de patinaje en 48 horas.
La promesa de reformas sociales
Pero un tema que realmente avergüenza a Qatar es la situación de sus trabajadores inmigrantes, la mayoría asiáticos, que trabajan en las construcciones deportivas en condiciones "denigrantes", según las organizaciones de defensa de los derechos humanos. Son unos 1,6 millones de trabajadores extranjeros entre una población total de 2,2 millones.
Las autoridades tardaron tiempo en reconocer la amplitud del fenómeno y, por fin, el pasado 16 de noviembre prometieron nuevas reformas sociales para 2015. El ministerio de Trabajo afirmó que las reformas atajarán, entre otros, el controvertido sistema de padrinazgo, o 'kafala', que deja a los trabajadores a merced de sus empleadores, impidiéndoles salir del país o cambiar de trabajo.
Críticas
El país es consciente de que este ascenso trae consigo críticas. "Pese a la decisión de la FIFA que exculpa a Qatar de las acusaciones de corrupción, la denigración seguirá", previno el secretario general del comité organizador del Mundial 2022, Hasan Thawadi. "Responderemos con más trabajo y más éxitos", añadió.
El caso de la Copa del Mundo no está totalmente cerrado. La FIFA, que sospecha de "transferencias internacionales de patrimonio con Suiza como punto de contacto", investiga a "distintas personas y ha puesto una denuncia en la justicia helvética. Además, una ex miembro del Comité de Candidatura catarí afirmó que el FBI estadounidense le propuso su protección tras recibir amenazas dirigidas a ella y a sus hijos.