Ha inspirado libros y una obra de teatro. La historia de Hans Pozo Vergara (20), más conocido como "el descuartizado de Puente Alto", fue un caso emblemático del nuevo sistema procesal penal. A siete años de este crimen, la Fiscalía Sur decidió formalizar el cierre judicial de esta indagatoria.
Hace algunas semanas, el fiscal Pablo Sabaj ingresó al Juzgado de Garantía de Puente Alto un escrito en el que solicita "disponer la realización de una audiencia en fecha próxima, a objeto de solicitar se decrete el sobreseimiento definitivo". El tribunal fijó la instancia para el próximo 18 de abril, a las 9.00.
El único sospechoso de este asesinato, el comerciante de helados Jorge Martínez Arévalo (41), falleció el 8 de abril de 2006, cuando Carabineros ingresó a la heladería de su familia -ubicada en calle Venancia Leiva- para detenerlo. Según la versión policial, el comerciante se suicidó a las 15.35 horas de ese día al ver a los uniformados llegar al lugar.
Durante todos estos años, el Ministerio Público centró sus pesquisas en descartar la participación de otra persona -distinta a Martínez Arévalo- en el crimen y en el descuartizamiento. El asesinato de Hans Pozo quedó al descubierto cuando el 27 de marzo de 2006 un perro llamado Rocky se paseó en la población Marta Brunet -de Puente Alto- con un pie humano. La extremidad correspondía al joven, adicto a la pasta base y quien era conocido por prostituirse en la zona sur de la capital.
En el marco de la investigación surgieron pistas de que Martínez no habría actuado solo al momento de desmembrar el cuerpo del joven. Diversas partes de su cuerpo fueron apareciendo en distintos lugares de Puente Alto.
Una arista que se desprendió de este caso fue la denuncia presentada por la familia de Arévalo respecto de que al momento de su detención habría sido ejecutado por los policías. Esto fue descartado por la justicia militar.
Diversas diligencias realizadas por el fiscal Pablo Sabaj incluyeron el envío de muestras de sangre de la víctima al FBI. El investigador se focalizó en establecer el móvil del asesinato, el que -según los antecedentes- fue un crimen homosexual. La sangre hallada en la heladería y la carta suicida que dejó el comerciante, señalando que estaba siendo extorsionado por el joven, fueron -desde los inicios de la investigación- pruebas irrefutables de su participación.
La misiva decía: "Soy responsable y no lo puedo soportar"; además, pedía perdón. Esta carta fue hallada en su casa, encontrada por su familia y entregada a la policía. En el documento, Martínez descarta la supuesta relación sentimental entre ambos y expone que Pozo sería su hijo. Un examen de ADN realizado a ambos descartó esa posibilidad.
Como el único sospechoso del crimen está muerto, se solicitará el sobreseimiento por extinción de la responsabilidad penal. Podrán participar de esta audiencia todos los intervinientes y se procederá a dictaminar que este caso está cerrado.