Si en los años 80 Etiopía fue símbolo mundial de la pobreza y el hambre, hoy es sinónimo de desarrollo y crecimiento económico. El país que hace casi 30 años inspiró la canción "We are the world", hoy exhibe las tasas de crecimiento más altas del continente y duplica la media de la región en la última década. Detrás de esto estaría la modernización de su sector agrícola y la escolarización obligatoria.
Según el Banco Mundial (BM) el crecimiento promedio anual del Producto Interno Bruto (PIB) entre 2004 y 2011 fue de 10,6%, mientras que en la Africa Subsahariana fue de un 5,2%, unas cifras que ya las quisiera cualquier país europeo. Esto ha logrado que 2,5 millones de etíopes hayan dejado atrás la pobreza en los últimos cinco años. El desarrollo experimentado por el país redujo la tasa de la pobreza desde el 38,7% en el período 2004/2005 al 29,6% en el 2010/2011. Los progresos conseguidos por el gobierno de ese país incluyen la tendencia a la baja de la inflación, del 33% en 2011, el 20% en 2012 y al 12% actual.
Esta situación ha impulsado un fuerte crecimiento de la clase media, la cual -asegura el diario francés Le Monde- de ninguna forma "puede compararse con una concepción occidental de la clase media. Por el contrario, aquí el enfoque gira en torno a un espíritu común: la tenaz determinación de luchar contra la pobreza".
Le Monde destaca el caso de Mekonnen Tilahun, un contador de 32 años, que pese a que nunca ha visto el mar, apuesta por mejorar su situación y en el futuro casarse, tener hijos ("no más de dos") y pisar con los pies descalzos la arena de una playa. Tilahun está enfocado en su progreso. Así, ha cambiado de empleo cada dos años, gracias a lo cual en los últimos ochos años ha multiplicado sus ingresos por cinco. Otro es el caso, de Hanna, una colega de Mekonnen quien estuvo algunos años en Francia, pero que regresó a Etiopía para aprovechar el buen momento que vive el país. "Me di cuenta de que en Europa no sería tan importante como puedo serlo aquí", aseguró.
Y en este horizonte también ha influido la transformación del modelo educativo del país. Desde 2004 se comenzó a avanzar de manera significativa hacia el logro de una enseñanza primaria gratuita con amplia cobertura, algo que el gobierno de Etiopía ha prometido conseguir antes de 2015. Se trata de una iniciativa que impulsó el primer ministro Meles Zenawi, fallecido en 2012. De hecho, antes de 2004, 7,8 millones de menores etíopes -de los que cuatro millones eran niñas- no recibían educación, la mayoría de ellos porque sus padres no podían financiar la matrícula escolar, no podían pagar los materiales escolares o porque debían quedarse en casa para trabajar. Ahora, en cambio, la asistencia es cercana al 100%.
Pese a todo esto, en Addis Abeba, la pobreza no deja de sorprender. En muchos sectores la ciudad de cuatro millones de habitantes está dominada por los indigentes. Pero la urbe, a 2.500 metros de altura sobre el nivel del mar, más bien parece una gigantesca obra al aire libre, con la construcción de edificios, avenidas, rotondas, un escenario lleno de grúas, andamios y montones de materiales, y con las mujeres trabajando a la par con los hombres. No por nada el actual lema del gobierno es "Construyendo Etiopía".
Las señales parecen indicar que Etiopía entró en el camino de la modernidad. Demográficamente es el segundo mayor país de Africa y avanzó desde un sistema político de partido unico de tendencia maoista (en 1991 el gobierno comunista fue derrocado tras una guerra civil), a la ambición de convertirse en el "tigre" poscomunista de Africa, tal como lo ha hecho Vietnam en Asia.