La imagen de soldado de hierro que el Presidente de Venezuela Hugo Chávez se había construido durante años en Venezuela cambió de golpe el 10 de junio de 2011, con el anuncio de su operación en Cuba por un absceso pélvico, que lo convirtió en un hombre vulnerable.

Al cabo de un año de aquel inesperado informe leído por el canciller Nicolás Maduro, la salud del mandatario parece andar en una especie de montaña rusa: en 12 meses fue operado de dos tumores cancerígenos, se sometió a tratamientos de quimio- y radioterapia y atravesó una hermética convalecencia.

Los problemas de salud de Chávez aparecieron en un año clave para su permanencia en el poder, ya que en octubre próximo buscará una segunda reelección, sin que esté claro su estado para enfrentar una exigente campaña proselitista.

El mandatario comenzó a presentar complicaciones incluso antes de su primera intervención quirúrgica en La Habana. En mayo del año pasado suspendió una gira por Brasil, Ecuador y Cuba por una dolencia en la rodilla derecha.

Entonces aparecía con un bastón y un mes después, el 6 de junio, retomó las visitas. Pero en Cuba, su última etapa, decidió quedarse para someterse a exámenes médicos.

El día 10, Maduro leyó un comunicado desde La Habana en el que anunciaba la operación por un absceso pélvico, lo que tomó de sorpresa a los venezolanos.

El gobierno dijo que el Presidente se quedaría recuperándose en Cuba, pero no pronunció una palabra de lo que pasó después. En medio de una ola de rumores, que fueron desmentidos por los principales voceros, se le practicó una segunda intervención el 20 de junio, esta vez por un tumor cancerígeno.

El país estuvo navegando entre rumores hasta que el 30 de junio, cuando en un dramático mensaje grabado en La Habana Chávez confirmó la operación y añadió que debería someterse a un tratamiento oncológico.

Desde entonces, su imagen sufrió una radical transformación: de pálido y delgado pasó a tener un rostro hinchado, aparentemente por la quimioterapia, que se acentuó en la etapa en la que llevó el pelo rapado.

Después del ciclo de quimioterapia, dijo que ya no tenía células cancerosas en su cuerpo y llegó a calificar su recuperación de "milagrosa". Sin embargo, en febrero tuvo que ser operado por la recurrencia del cáncer y luego someterse a otro tratamiento.

La radioterapia lo obligó a realizar continuos viajes a Cuba, durante los cuales conservó sus facultades de gobernante, que uso para aprobar recursos y nombramientos ejecutivos comunicados al país mediante llamadas telefónicas o mensaje de Twitter.

La información sobre la enfermedad ha sido manejada directamente por el mandatario, quien se reservó detalles clave como la localización del cáncer. Esto ha despertado una lluvia de conjeturas que van desde que está simulado la enfermedad hasta que su estado es terminal.

Después de 13 años en el poder, Chávez había consolidado una imagen de candidato eterno y soldado uniformado listo para la batalla, ya que en unas 11 consultas electorales dio muestra de ser incansable en la actividad proselitista, explotando su imagen mediática a través de los medios radioeléctricos que usaba a discreción.

Sus largas y continuas arengas en público fueron sustituidas por esporádicas llamadas telefónicas a la televisión oficial y mensaje por la red social. Y el propio Chávez admitió el mes pasado que ya no puede ser el "caballo desbocado" que era antes.

"Tengo que asumirlo, así lo confieso ante el país. Yo lamentablemente no seguiré siendo el caballo desbocado por ahí. Yo no dormía, trabajando hasta la madrugada. Ahora trabajo como dice la ley, ocho horas diarias, descansando, siguiendo una dieta", señaló.

ANALISTAS
Los analistas se han preguntado cómo podría ser la campaña de un presidente enfermo y sugieren que se basará en reparto de recursos a sectores pobres donde se concentra la mayor fuerza electoral, poca movilidad por el país y llamadas telefónicas sin aviso.

"Yo tengo un dicho: primerio dios, segundo mi comandante", dice un hombre en una pieza de propaganda difundida en televisión por el gobierno sin mencionar a Chávez por su nombre, sino llamándolo (Simón) Bolívar, el mayor prócer independentista venezolano.

Su candidatura ha desatado peticiones desde la oposición para que presente un informe médico sobre su condición como requisito para su inscripción para las elecciones del 7 de octubre.

El oficialismo ha negado cualquier pedido al respeto, además de cubrir su inscripción con un velo de incertidumbre, primero negándose a dar una fecha para el trámite, luego diciendo que lo haría entre el 1 y el 11 de junio (lapso oficial) y finalmente entre el sábado 9 y el lunes 11.

Su comando de campaña mantuvo hasta el final el programa que preveía la presencia de Chávez en el Consejo Nacional Electoral (CNE) para formalizar su candidatura, seguramente el lunes 11. Un día antes se inscribirá el candidato opositor Henrique Capriles Radonski.

El CNE dijo que en el acto, el presidente-candidato no tendrá contacto con su gente y que hablará alejado, desde un patio que da a una plaza en el centro de Caracas.

Y es probable que por primera vez en más de una década, el país esté más atento a su imagen y a su forma de caminar que a su discurso.