En 2012, 106 fueron los buques que alrededor del mundo naufragaron o fueron dados de baja debido a daños sufridos durante la navegación. Sin embargo, sólo el hundimiento del crucero Costa Concordia, en el litoral del noroeste centro de Italia, sigue acaparando interés público, tanto por la espectacularidad con la que zozobró como por el hecho de que, al cumplirse mañana un año de la tragedia, la nave de 17 cubiertas sigue reposando en la formación rocosa en la que encalló con 4.229 personas a bordo (entre tripulación y pasajeros, incluidos 12 chilenos), 30 de las cuales murieron y dos siguen desaparecidas.
Mientras progresan las demandas contra el capitán Francesco Schettino y la compañía Costa Cruceros, las empresas Titan Salvage (EE.UU.) y Micoperi (Italia) ultiman los detalles para remover la estructura de 114.500 toneladas de la costa de la isla de Giglio. Son 400 las personas (de 18 nacionalidades) que trabajan día y noche, siete días a la semana, en la preparación de las estructuras que se utilizarán para reflotar el barco. Se estima que el costo total será de US$ 400 millones.
Considerando la complejidad de las inéditas faenas y los inconvenientes climáticos, los expertos calculan que el tercer trimestre de este año el Costa Concordia podría ser reflotado, una vez finalizado el plan de rescate The Parbuckling Project, que consta de cinco etapas: estabilización (ver infografía); instalación de los soportes submarinos; enderezamiento de la nave; instalación de estructuras a ambos lados del barco para la elevación y, finalmente, el reflote de la nave.
Al respecto, el presidente de la región de Toscana, Enrico Rossi, reveló el martes el plan de trasladar el Costa Concordia al puerto de Piombino, en las cercanías de la isla de Elba (oeste de Italia). En el intertanto, los lugareños de Giglio podrán seguir explotando la veta turística que dejó el naufragio, dado que por unos US$ 13, por ejemplo, embarcaciones locales ofrecen una excursión a la zona.
En paralelo avanzan las investigaciones para encontrar a los responsables, y se espera que en los próximos meses comience un juicio. Hasta el momento, el capitán Schettino es sindicado como el principal responsable y ha sido acusado de homicidio involuntario, naufragio y abandono de la nave (fue uno de los primeros en subirse a los botes salvavidas). "Me han descrito peor que (al líder de Al Qaeda, Osama) Bin Laden", se quejó Schettino en conversación con el diario italiano La Stampa. Insistió, además, en que el saludo a la isla que lo llevó a acercar la nave a la costa (maniobra que derivó en el daño de la quilla) era una "práctica generalizada", pese a estar prohibido acercarse a menos de cinco millas de tierra firme.
Tal como acusaron los sobrevivientes, el informe oficial sostiene, entre otras cosas, que la tripulación no estaba debidamente entrenada y que hubo dificultades para entender las órdenes que en plena crisis se daban en italiano. Es por ello que entre los otros posibles acusados estarían los representantes de Costa Cruceros. "Estamos intentando probar que el capitán fue negligente, pero también la compañía de cruceros, que no entrenó a la tripulación adecuadamente", dijo al periódico británico The Sunday Telegraph Holly Ostrov Ronai, abogado de Nueva York que representa a pasajeros húngaros, quienes al igual que centenares de otros sobrevivientes buscan una indemnización. Acciones similares se desarrollan en Reino Unido y Francia.