Un mes después de la desaparición de 43 estudiantes luego de un ataque de policías y narcotraficantes en el sur de México, sus compañeros de la escuela rural de magisterio reclamaron este domingo su presentación con vida y condenaron esos "crímenes de lesa humanidad".
"Exigimos la presentación con vida de nuestros compañeros, porque vivos se los llevaron y vivos los queremos", pidió el comité estudiantil de la combativa escuela de Ayotzinapa en un comunicado en el que se compromete a luchar "hasta las últimas consecuencias" para conseguirlo.
El pasado 26 de septiembre, alumnos de esta humilde escuela de la región de Guerrero forjada en el socialismo recolectaban fondos en la ciudad de Iguala, a unos 200 km de Ciudad de México, cuando fueron atacados por policías municipales y miembros del cártel local Guerreros Unidos.
Seis personas murieron en esos ataques, tres de ellas estudiantes, y 43 alumnos desaparecieron
sin que se haya sabido nada de ellos desde entonces aunque, por testimonios de detenidos, las autoridades presumen que fueron asesinados y enterrados en fosas clandestinas.
"No permitamos que este crimen de lesa humanidad quede en la impunidad y que nuestros compañeros se agreguen a las estadísticas de los miles de desaparecidos que existen en nuestro país", que suman 22.000 desde el inicio del combate militar al narcotráfico en 2006, enfatizó el comité estudiantil.
La fiscalía general ha detenido a una cincuentena de personas por este caso -entre funcionarios, policías y narcotraficantes- y señala al ahora revocado y prófugo alcalde de Iguala, José Luís Abarca, de haber ordenado el ataque por temor a que los estudiantes boicotearan un acto oficial de su esposa, María de los Ángeles Pineda, señalada como principal operadora de Guerreros Unidos en la ciudad.
Desde que asumió las investigaciones del caso una semana después del ataque, la procuraduría ha hallado varias fosas clandestinas cercanas a Iguala con al menos 38 cadáveres, pero descartó que 28 de los primeros cuerpos encontrados correspondan a los chicos.
Su línea de investigación apunta a que el detenido líder de los Guerreros Unidos, Sidonio Casarrubias, habría decidido desaparecer a los jóvenes al creerlos erróneamente integrantes de un cártel rival.
Rechazando que se les vincule con grupos delictivos, los estudiantes de Ayotzinapa también quisieron deslindarse de los saqueos que se produjeron el sábado y que atribuyen a infiltrados que quieren "deslegitimar" sus demandas "y favorecer un marco de represión de las protestas".