Dieciocho deportistas y un teniente han llevado la bandera chilena en unos Juegos Olímpicos, un rito que pretenden continuar Natalia Duco, Erika Olivera y Francisca Crovetto, las tres candidatas a portar el emblema en la ceremonia inaugural de Río 2016. La ganadora será escogida a través de una votación popular, a través de latercera.com, a partir de esta medianoche y hasta las 23.59 del 1 de junio.
También se podrá participar en Twitter, Facebook e Instagram, utilizando los hashtags #AbanderadaDuco, #AbanderadaOlivera o #AdanderadaCrovetto.
Pero mucho antes de que las redes sociales irrumpieran en el mundo, hubo en chileno que se convirtió en el primero en participar en unos Juegos Olímpicos. Fue el atleta Luis Subercaseaux, en Atenas 1896, quien participó en el atletismo.
Los primeros años
Recién en Estocolmo 1912 hubo nuevamente participación chilena. Esta vez fueron 14 deportistas, cuyo abanderado fue el atleta Rodolfo Hammersley, aunque hay versiones que ponen en ese lugar a su compañero Rodolfo Palma o al ciclista Alberto Downey.
En Amberes 1920, el lanzador de jabalina Arturo Medina fue el portaestandarte nacional, uno de los dos representantes nacionales. El otro fue el maratonista Juan Jorquera. Ninguno destacó.
Cuatro años más tarde, en París 1924, de acuerdo con el libro Chilenos Olímpicos, de Cristián Muñoz Funck, el teniente Gustavo Luco Rojas fue quien portó el emblema.
En Ámsterdam 1928, el atleta Manuel Plaza, sexto en la cita anterior, desfiló con la bandera. Días después se transformaría en el primer chileno en conseguir una medalla, con su segundo lugar en el maratón.
Para Berlín 1936, la representación chilena estuvo encabezada por el boxeador Jimmy Rasmussen, en una ceremonia que es recordada por el saludo nazi que debieron hacer los deportistas. Nada que celebrar.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, los Juegos Olímpicos regresaban en Londres 1948. El tirador Roberto Müller fue el abanderado. En la cita no hubo medallas para Chile.
En Helsinski 1952, el basquetbolista Juan Gallo llevó el pabellón patrio, en un certamen donde la equitación entregó medallas gracias a las actuaciones de Óscar Cristi en el salto individual y de Ricardo Echeverría, Cristi y César Mendoza, en saltos por equipos. Mendoza integraría la Junta Militar entre 1973 y 1985.
Una nueva musa
Chile mejoró en Melbourne 1956. Marlene Ahrens fue la abanderada -la primera mujer en serlo-. Y no sólo respondió en la ceremonia, sino que lo hizo en la pista, ya que obtuvo plata en el lanzamiento de la jabalina. Esta misma medalla obtuvo Ramón Tapia en el boxeo, mientras que los pugilistas Claudio Barrientos y Carlos Lucas aportaron un bronce.
Cuatro años más tarde, en Roma, Ahrens repite el honor. Sin embargo, al igual que toda la delegación, su actuación no le permitió quedar en zona de presea.
En Tokio 1964, el esgrimista Aquiles Goffka encabezó el desfile de una representación que no gravitó.
El lanzador de jabalina Rolf Hoppe llevó la bandera en México 1968. Participaron sin éxito 21 deportistas nacionales, mientras que en Múnich 1972, el escaso contingente de 11 personas fue representado por el equitador René Varas.
Apenas siete competidores -sin éxito- participaron en Montreal 1976. El esgrimista Juan Inostroza trasladó el pabellón patrio.
Tras el boicot a Moscú en 1980, Chile se presenta en Los Ángeles 1984, con el velerista Carlos Rossi al frente. Lo mejor fue la actuación de la selección de fútbol, que quedó eliminada en cuartos de final ante Italia.
La dupla dorada
En Seúl 1988, el lanzador de bala Gert Weil llevó la bandera y fue sexto en su prueba. Eso sí, quien brilló fue el tirador Alfonso de Iruarrizaga, quien logró plata.
Weil volvió a llevar la bandera en Barcelona 1992, mientras que el atleta Sebastián Keitel lo hizo en Atlanta 1996. En ambas citas no hubo mucho que festejar.
Un hecho insólito se produjo en Sídney 2000. Marcelo Ríos había sido designado por el Comité Olímpico. Sin embargo, el tenista desistió a última hora, luego de que su familia no recibiera entradas para el desfile. De urgencia, Nicolás Massú tomó el estandarte, en un certamen en la que el fútbol le dio el bronce a Chile.
El Vampiro sería la figura en Atenas 2004, con sus dos oros -uno de ellos con Fernando González, quien además sumó un bronce-. La nadadora Kristel Köbrich fue la abanderada.
En Beijing 2008, Fernando González llevó el emblema y respondió con una plata, convirtiéndose en el primer deportista chileno con tres preseas. Mientras que en Londres 2012, la tiradora con arco Denisse van Lamoen portó el pabellón. Tomás González resaltó, con sus dos cuartos lugares.
Para Río 2016, la elección está abierta y usted será clave en este camino.