El Presidente francés Emmanuel Macron "está feliz", según dijo el portavoz de su gobierno Christophe Castaner, al analizar la aplastante victoria (32,32%), que logró su partido La República en Marcha (LRM) en la primera vuelta de las elecciones legislativas que el domingo se llevaron a cabo en Francia.
Así, se espera que el próximo domingo, en el balotaje, el partido del mandatario centrista vuelva a obtener un resultado que le entregue una mayoría sólida en la Asamblea Nacional. Se estima que el movimiento oficialista, que tiene poco más de un año de vida, obtenga entre 415 y 455 escaños de un total de 577, muy por encima de los 289 necesarios para una mayoría simple.
Sin embargo la aplastante victoria de las filas oficialistas tuvo un sabor agridulce. Eso porque el nivel de abstención alcanzó un récord: el 51,29% de los electores franceses no acudió a las urnas. Se trata del mayor nivel desde 1958, el nacimiento de la Quinta República. En las legislativas de 2012 la abstención fue de 42% y en 2007 de 39%. En los años 70 no superó el 20%.
Con esto se confirma una falta de interés que va en alza frente a las legislativas y también el comienzo de un escenario complejo para algunos partidos. Esto, porque la abstención podría afectar el financiamiento de los partidos, que depende de los votos recibidos.
"Debemos devolver la confianza" a los franceses, dijo también Castaner, quien admitió que la abstención fue vista como un "fracaso".
Para la oposición, la baja movilización de votantes fue tomada como un cuestionamiento directo a la legitimidad de Macron.
"Apenas uno de cada siete electores votó" por el partido presidencial, aseguró Brice Hortefeux, de Los Republicanos, que obtuvo un 21,56%, el mejor desempeño después del oficialismo.
Los grandes perdedores reflexionaron sobre cómo hacer frente al dominio de La República en Marcha. "En Francia ya no hay oposición", aseguró el secretario general del partido socialista, Jean-Christophe Cambadélis, eliminado de la primera vuelta como muchos otros de sus camaradas.