A una semana del terremoto y posterior tsunami que azotó el noreste de Japón, continúan las medidas preventivas del gobierno nipón para evitar daños en la salud de las personas expuestas a la radiactividad, tras el accidente nuclear que afectó a la planta de Fukushima como consecuencia del sismo.
Las autoridades japonesas y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) afirmaron que los niveles de radiación para la población, debidos a las centrales accidentadas, no implican riesgos para la salud todavía.
Y si bien hasta ayer la situación en la central no había empeorado, la radiactividad sí aumentó en la zona de evacuación en torno a la planta, que abarca un radio de 20 kilómetros.
La situación desde el punto de vista de la salud pública, dicen las autoridades de ese país, no es alarmante, pero la misma OIEA recomienda que "la exposición por encima del fondo natural de radiación debe mantenerse lo más bajo posible", e incluso en Tokio se midieron niveles de radiación 20 veces superiores a la normal.
La radiación es una contaminación que no se ve, pero que, en dosis altas, destruye células y tejidos humanos. Una persona está expuesta anualmente, por fuentes naturales, a una radiación de aproximadamente 2,4 milisievert (unidad de medida de la radiación absorbida por un ser vivo).
En algunos momentos, sin embargo, entre las unidades 3 y 4 de Fukushima Daiichi se han medido 400 milisievert, según datos del OIEA, que considera ese nivel "muy elevado". En comparación, una radiografía supone 0,2 milisievert; la tripulación de vuelos intercontinentales recibe unos 9 milisievert al año (por mayor exposición a la radiación de origen cósmico) y a partir de 100 milisievert el riesgo de padecer cáncer aumenta.
Conoce el posible daño en un ser humano en el interactivo de La Tercera, los efectos de las radiaciones en la salud.