El martes, las alarmas saltaron: el guitarrista y fundador de AC/DC, capitán de la banda australiana desde 1973, Malcolm Young daba un paso al lado y el grupo ponía punto final a cuatro décadas de rock directo y sin rodeos. Así, al menos, lo anticipó la prensa australiana, que hablaba de un accidente cerebro vascular que impediría a Young seguir tocando y sus compañeros acordando la jubilación conjunta.
Ayer, sin embargo, el grupo salió al paso con un breve comunicado oficial, donde se lee que Young comenzará "un descanso debido a una enfermedad". Agradecen la preocupación de sus fanáticos, piden respeto por la privacidad del guitarrista y avisan que "la banda continuará haciendo música".
Brian Johnson expandió ese último punto en el diario británico The Telegraph: "Definitivamente nos juntaremos en mayo en Vancouver. Vamos a tomar algunas guitarras y veremos si a alguien se le ocurren melodías o ideas. Si algo pasa, lo grabaremos".
Pero al referirse a la salud de su compañero, el cantante abrió la incertidumbre: "No estoy descartando nada. Uno de los chicos tiene una enfermedad debilitante, pero no quiero decir mucho. El es muy orgulloso y reservado".
Cercanos a la banda, por otro lado, insisten en que la situación del mayor de los hermanos Young (61 años) es muy grave: "No es sólo que no esté bien, el asunto es muy serio. Significa que no podrá tocar más en vivo o grabar", comentó el músico y amigo de la banda Mark Gable a una radio australiana.
La situación es compleja para el grupo, convertidos en una de las principales fuerzas comerciales del rock global: han facturado por más de 200 millones de discos vendidos y su última gira mundial, entre 2008 y 2009, es la segunda más grande de la historia -detrás de The Rolling Stones-, con más US$ 440 millones de recaudación. La productora de conciertos Live Nation y la discográfica Sony aún esperan novedades por parte de los australianos, que el año pasado tuvieron que posponer la celebración de sus 40 años de trayectoria.