El activista opositor ucraniano Dimitri Bulatov, sometido a tratamiento médico en Lituania tras ser secuestrado y torturado en Kiev, informó hoy de que sus agresores lo acusaron de espiar para EEUU.

En una rueda de prensa en la capital lituana, Vilna, denunció haber sido interrogado y golpeado brutalmente a diario durante su cautiverio de ochos días en medio de protestas antigubernamentales que se suceden desde noviembre pasado en Ucrania.

Según Bulátov,

los secuestradores, que le cortaron la mitad de una oreja, le preguntaban sobre sus relaciones con la embajada estadounidense

y los nombres de los patrocinadores del movimiento opositor Automaidán, del que es miembro.

También, le obligaron confesar ante una cámara de vídeo que trabaja para la CIA estadounidense y que había recibido 50.000 dólares del embajador de EEUU.

Dijo creer que sus torturadores eran de las fuerzas especiales de Rusia, porque hablaban ruso, aunque con acento, y por la forma en que le golpearon, que le hizo pensar que "eran profesionales".

"Pero quisiera subrayar que ésa es sólo mi opinión", agregó.

Bulatov relató que tras su secuestro sufre insomnio, dolores de cabeza y tampoco puede leer durante mucho tiempo.

"No puedo dormir sin calmantes. Me cuesta reflexionar sobre lo que ha ocurrido. Tengo pesadillas, recuerdos horribles", confesó.

Sin embargo, dijo que se está recuperando y dio las gracias a los médicos lituanos que le atienden en el hospital.

El activista, cuyo secuestro fue denunciado el pasado 22 de enero, apareció ocho días más tarde en la localidad de Vishenski, en las afueras de la capital ucraniana.

Bulatov, que presentaba numerosos cortes de navaja en el rostro y en el cuerpo, fue abandonado por sus captores en un bosque, tras lo cual consiguió comunicarse con unos amigos, que lo recogieron en coche y lo llevaron al hospital.

En sus primeras declaraciones a la televisión ucraniana tras ser encontrado con vida, Bilatov afirmó: "intentaron crucificarme, me cortaron una oreja, la cara, tengo cortes por todo el cuerpo. Pero gracias a Dios estoy vivo".

La oposición ucraniana denunció que muchos activistas de Automaidán, grupo opositor que organiza caravanas de vehículos para realizar escraches, han sufrido ataques, algunos de ellos han visto sus coches destruidos y otros han sido detenidos.