El recrudecimiento de la violencia en países como Honduras, Guatemala y El Salvador, sumado a la pobreza, ha motivado una oleada de migrantes que buscan un futuro mejor en Estados Unidos. De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración mexicano (INM), cada año son repatriados aproximadamente 250 mil centroamericanos, y las personas muertas o mutiladas durante el viaje suman 1.300. Además, según cifras del Departamento de Seguridad estadounidense, 52 mil niños sin acompañante llegaron a la frontera sur entre octubre de 2013 y el 15 de junio de 2014.

En este contexto, el Presidente guatemalteco, Otto Pérez Molina; su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, y el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegaron a un acuerdo, en el que se establecerán puntos de control en los trayectos de "La Bestia", nombre que recibe la red ferroviaria de trenes de carga que transporta a miles de migrantes indocumentados, que viajan como polizones desde el sur al norte de México.

Para la secretaria ejecutiva del estatal Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala, Alejandra Gordillo, con la medida se puede esperar que "establezcan más puestos de registro antes de llegar al tren y que en el tren se hagan operativos de migración, en los cuales no se permita subir", puntualizó.

Los migrantes que abordan "La Bestia" provienen principalmente de Guatemala, El Salvador y Honduras, y viajan con nada más que lo puesto por México para llegar a Estados Unidos. Esa fue la historia del hondureño José Luis Hernández, quien soñaba con llegar a Estados Unidos para cumplir con el "sueño americano". "Mi objetivo era ayudar a mi familia a construir nuestra propia casa, incluso, quizás comprar un auto. Sólo quería una vida mejor", dijo el joven de 19 años, en una entrevista con la Organización Internacional de Migraciones (OIM).

De acuerdo con cifras extraoficiales que manejan diversos diarios mexicanos, y que fueron citadas por la cadena Univisión, cuando "La Bestia" parte del sur de México, puede llegar a transportar entre 1.000 y 1.500 inmigrantes. La ruta se inicia en las localidades de Tenosique, estado de Tabasco, o Tapachula, en Chiapas. Desde allí pueden tomar hasta 15 formaciones para conseguir llegar a la frontera con Estados Unidos, en un trayecto que puede durar meses. Se suben en los techos con el tren en movimiento o se esconden entre los vagones.

Muchos deciden detenerse en los albergues que existen en la ruta, donde voluntarios y sacerdotes los alojan un par de días hasta que recuperan fuerzas y les reparan las suelas de los zapatos, destrozadas por las largas caminatas. Según Amnistía Internacional, sin embargo, muchos albergues aceptan que se queden hasta dos días como máximo. Por otro lado, existen migrantes que prefieren dormir junto a las vías, porque temen perderse el paso del próximo convoy.

En el caso de José Luis, él tomó el tren en la localidad de Arriaga (ver infografía), pero mientras iba en el techo se quedó dormido, se cayó del tren y perdió una pierna.

Además del hambre, el calor, la inseguridad, los ataques de abejas y los asaltos, los inmigrantes enfrentan el acoso de bandas durante el recorrido. En este trayecto les van cobrando US$ 100, en una suerte de peaje que se paga en diferentes localidades.