El verdadero precio de lo ecológico es "demasiado alto y el consumidor no está dispuesto a pagarlo", señaló el diseñador Adolfo Domínguez, en el ciclo de conferencias "Creación de Industrias Culturales", de la Universidad Carlos III de Madrid.

Domínguez defendió que "la forma de hacer rentable para las empresas la conservación es una buena legislación, que obligue a las industrias a pagar el posible riesgo de sus actividades, aunque genere un encarecimiento del precio en los productos".

Este empresario gallego, que entró hace cuarenta años en la industria de la moda, de la mano de un pequeño negocio familiar, asegura que la conservación y el respeto a la naturaleza constituyen dos pilares fundamentales en su filosofía empresarial, a pesar de que reconoce que lo ecológico "puro", sin agresión, "no existe".

Por ello, la política ambiental de su taller se dirige, esencialmente, a conseguir una oferta, cada vez mayor, de prendas realizadas con "fibras sostenibles".

"La ética actual debe englobar a los animales y a la vida vegetal en su conjunto - dijo el diseñador - y el ser humano debe tener en cuenta, en su desarrollo, a la biosfera".

Las colecciones de Adolfo Domínguez, según explicó, usan preferentemente piel sintética, fibras como el tencel, la viscosa y el rayón, que provienen de la celulosa, las fibras sintéticas derivadas del poliéster o tejidos como la alpaca, "mucho más sostenible que la lana de las ovejas".

"La alpaca vive donde no hay árboles, el poliéster es el uso noble de los hidrocarburos y contaminan menos que el algodón, y sería insostenible que todos usásemos bolsos de piel", afirmó el empresario y añadió que tener en cuenta estos detalles determina el compromiso de una compañía con la conservación.

Sin embargo, Adolfo Domínguez señaló que el verdadero cambio en el compromiso debe empezar en la sociedad, porque "habrá que usar químicos en las prendas", mientras los ciudadanos prefieran en su ropa colores que no existen en la naturaleza y quieran que las prendas no se decoloren con el tiempo.