El líder de los talibanes afganos, el mulá Akhtar Mansur, murió en un ataque aéreo estadounidense en Pakistán, anunciaron este domingo los servicios afganos de inteligencia, mientras que los insurgentes mantenían un silencio total.
La muerte del mulá Mansur asesta un fuerte golpe al movimiento islamista, enfrentado a una dispersión de sus tropas, de las que algunos han desertado para unirse a las filas del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
El mulá Mansur, a la cabeza de los talibanes desde el verano pasado, tras la muerte del fundador del grupo, el mulá Omar, "murió ayer en un ataque de drones (...) en Baluchistán", una provincia al suroeste de Pakistán, indicaron los servicios de inteligencia afganos. "Se le vigilaba desde hacía tiempo".
Un miembro de la "Shura de Quetta", el Consejo de Dirección de los talibanes afganos, contó a la AFP que no conseguía contactar al mulá Mansur desde el sábado por la noche. "No sabemos si le ha pasado algo grave o si apagó su teléfono móvil por miedo a un ataque".
El bombardeo se llevó a cabo con varios drones de las fuerzas especiales estadounidenses en Pakistán, en una zona apartada "en el suroeste de la ciudad de Ahmad Wal", según un responsable norteamericano. Según esta misma fuente, el jefe talibán murió "probablemente" en el ataque, autorizado por el presidente Barack Obama.
Washington informó del ataque a Islamabad y Kabul una vez terminado, según un alto responsable de la Casa Blanca.
El ataque aéreo "destruyó totalmente" el coche en el que circulaban dos individuos, cuyos restos son "irreconocibles", indicó a la AFP un responsable de los servicios de seguridad pakistaníes. Los dos cadáveres fueron trasladados a un hospital de Quetta, la capital de la provincia de Baluchistán, precisó otro responsable.
El secretario de Estado John Kerry, de viaje a Naypyidaw, la capital birmana, explicó que el mulá Mansur era un objetivo porque representaba "una amenaza inminente para el personal norteamericano, los civiles afganos y las fuerzas de seguridad afganas".
Lucha de poder
La designación del mulá Mansur provocó fuertes desacuerdos internos en el movimiento. Algunos jefes, armas en mano, se separaron y se opusieron a su facción. Otros se unieron a las filas del grupo EI.
Su posible sucesión dará lugar a una "lucha de poder y varios candidatos estarán en la disputa", alegó el analista y periodista pakistaní Ahmed Rashid. Entre los candidatos figuran sus dos adjuntos, Sirajuddin Haqqani y Haibatulá Akhundzada, ex jefe de los tribunales de los talibanes, e incluso el mulá Yacub, hijo del difunto mulá Omar.
Este ataque ocurre cuando los talibanes tienen sometido al gobierno afgano a una dura prueba, con múltiples atentados en los últimos meses.
Durante el último gran ataque, en abril, 64 personas murieron en un atentado suicida perpetrado contra un edificio de los servicios de inteligencia en Kabul. En el ámbito militar, en otoño, consiguieron tomar la gran ciudad de Kunduz, en el norte de Afganistán.
Bajo la dirección del mulá Mansur, los talibanes afganos se mostraron reacios a la reanudación de las conversaciones de paz con Kabul iniciadas el verano pasado y suspendidas tras el anuncio de la muerte del mulá Omar, el fundador del movimiento.
"El mulá Mansur era un obstáculo para la paz y la reconciliación entre el gobierno de Afganistán y los talibanes, al prohibir a los dirigente talibanes participar en las conversaciones de paz", explicó el portavoz del Pentágono, Peter Cook.
Desde enero, Afganistán, China, Estados Unidos y Pakistán han organizado varias reuniones destinadas a alentar, en vano, a los talibanes a sentarse en la mesa de negociación. El miércoles, Pakistán acogió una nueva ronda de conversaciones internacionales, que terminó sin ningún avance visible.