Posicionar la marca "salmón de Chile" e incentivar el consumo de este producto en Brasil, fueron algunos de los objetivos que buscaban -a mediados de 2012- SalmonChile y ProChile con el lanzamiento de una campaña promocional en el país atlántico.
Ese esfuerzo -que hoy sigue en marcha- se realizó considerando la potencialidad de ese mercado, que dada su cantidad de habitantes (198,7 millones de personas al 2012) y cercanía con Chile, se convertía en una buena opción.
De hecho, las cifras lo demuestran: es el tercero más importante para la salmonicultura chilena. En 2013, cerca de 80.000 toneladas de salmón (el 15% de la producción total) fueron enviadas a ese destino, totalizando US$ 485 millones, según SalmonChile.
Sin embargo, no todo ha sido color de rosas. A pesar del esfuerzo público y privado, aún existen controversias -recientes e históricas- que perjudican el ingreso de este producto a Brasil.
Una de ellas ocurrió hace pocas semanas, cuando los compradores brasileños -entre los que hay entre cuatro y cinco de gran tamaño, como Bom Peixe y Opergel- pidieron a los productores nacionales una renegociación de precios, ya que, a su juicio, los valores fijados con anterioridad estaban fuera de mercado. Con eso, casi todas las compañías que hacen envíos a ese destino tuvieron que aceptar y renegociar. Mientras que las que se negaron vieron canceladas sus órdenes, comentaron fuentes de la industria.
El problema tiene que ver principalmente con la forma en cómo se acuerdan los precios. Las firmas chilenas exportan salmón a Brasil a través de las vías aérea y terrestre, siendo esta última la que más se utiliza. Los camiones que llevan los cargamentos se demoran entre ocho y nueve días, por lo que los precios son acordados -en la mayoría de los casos- de forma mensual y no semanal, como algunos compradores brasileños esperarían.
Lo anterior se sumó a que en febrero, los precios de salmón atlántico en Brasil alcanzaron US$ 7,3 el kilo, bajando abruptamente en las últimas semanas a niveles de entre US$ 6,7 y US$ 7 el kilo. Como los precios estaban fijados con anterioridad a que esta baja se reflejara, los brasileños cambiaron sus posiciones.
"Hubo algunos compradores que compraron más alto que el mercado y se sintieron agredidos y, por lo tanto, no estuvieron dispuestos a respetar los acuerdos que habían cerrado, finalmente sintieron que habían comprado muy caro", señaló un ejecutivo del sector.
"Como el mercado empezó a caer (en precios), ellos unilateralmente pidieron a los productores chilenos que empezaran a bajar los precios ya acordados. Más que una nueva negociación, no están honrando su palabra. Eso tiene bastante molesta a la industria (...) algunos cancelaron contratos, otros redujeron embarques, pero fue una situación bien generalizada", aseguró el director y fundador de SalmonEx (plataforma para realizar transacciones relacionadas con salmón), Arturo Clément.
El ejecutivo agregó que a Brasil se exporta principalmente salmón atlántico, especie de la cual se envía entre el 25% y 30% de la producción.
SIN AUTORIDAD
Clément añadió que en este caso no hay tratativas entre las autoridades. "Son contratos que a lo más se hablan por teléfono o se han confirmado vía email, son acuerdos entre caballeros. No hay ninguna instancia legal", dijo. "El problema básico es que los importadores de Brasil son cuatro o cinco, y el poder que tienen es muy grande. Si ellos quieren presionar no les cuesta mucho", aseveró.
A pesar de la baja en precios que pidieron los compradores brasileños, otras fuentes del sector indicaron que los niveles "siguen siendo buenos". Agregan que este tipo de procedimientos es normal, pero que pese a ello genera molestias. "Cuando vienen alzas de precios se trata de renegociar para mejorar la condición. Cuando hay bajas, los brasileños tratan de cancelar los programas. Molestia existe, pero no es un hecho extraordinario", dicen. Agregan que ese mercado, al igual que el argentino, es "muy informal".
Desde SalmonChile señalaron que "no tenemos opinión al respecto, dado que no hay mayor información".
LOS OTROS PROBLEMAS
La subdirectora de Comercio Exterior de Sernapesca, Cecilia Solís, dijo que existen dos grandes problemas entre la salmonicultura nacional y Brasil. Uno tiene que ver con la rotulación y otro, con la calidad de los peces que se envían. "Ellos son muy específicos con que la rotulación al consumidor sea precisa, por lo que deben aprobarla preliminarmente. Esta exigencia la hacen a todos los países", indicó y agregó que es un proceso engorroso, en el que en muchas ocasiones los rótulos son rechazados hasta en tres oportunidades, con lo que la aprobación se demora entre tres y seis meses.
Solís explicó que el segundo problema data de hace dos años. "Las autoridades brasileñas están cuestionando algunos ingresos de salmón porque van con lesiones en la piel, porque en Chile tenemos SRS", dice. Explica que la normativa del país atlántico dicta que los productos no deben tener "condiciones repugnantes", por lo que muchas veces los inspectores rechazan este tipo de peces que, pese a sus lesiones, no representan un riesgo para la salud.
"Esto puede transformarse en una dificultad, porque el SRS es una enfermedad endémica en Chile", advierte.