Los atentados demostraron la capacidad de los extremistas de montar ataques significativos a pesar de sufrir grandes pérdidas en el campo de batalla, en particular en la ciudad de Fallujah, la cual fue declarada "totalmente liberada" del Estado Islámico hace poco más de una semana.
El ataque más mortífero ocurrió en Karada, una concurrida zona comercial del centro de Bagdad, donde un atacante suicida hizo estallar su camioneta cargada de explosivos fuera de un centro comercial lleno de gente. Al menos a 119 personas murieron y otras 170 resultaron heridas, según un policía. Dijo que entre los muertos hubo 15 niños, 10 mujeres y seis policías.
El atentado ocurrió casi al final del mes sagrado del Ramadán, cuando las calles estaban abarrotadas de jóvenes y familias que habían salido tras el ocaso.
El grupo extremista Estado Islámico reivindicó la autoría del ataque en un comunicado publicado en internet, apuntando que se atacó deliberadamente a musulmanes chiíes. La nota no pudo ser verificada de forma independiente.
Los bomberos continuaban trabajando para extinguir las llamas al amanecer del domingo, mientras se seguían recuperando cuerpos de entre los edificios carbonizados. Muchos de los fallecidos eran niños, según periodistas de The Associated Press en la zona. Podía oírse a ambulancias llegando al lugar horas después del atentado. Un testigo dijo que la explosión provocó incendios en tiendas de ropa y celulares cercanas.
Horas después del ataque, el primer ministro de Irak visitó la zona. Imágenes de video publicadas en medios sociales mostraban a una multitud enfurecida, con la gente acusando al primer ministro, Haider al-Abadi, de "ladrón" y chillando a su convoy.
En el segundo ataque, un dispositivo improvisado estalló en el este de Bagdad matando a cinco personas e hiriendo a otras 16. Ningún grupo se atribuyó de inmediato la responsabilidad del incidente.
Las cifras de víctimas mortales y heridos fueron confirmadas por responsables de la policía y hospitales, que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a informar a la prensa.
Los ataques se producen poco más de una semana después de que las fuerzas de Bagdad "liberaran por completo" la ciudad de Fallujah, que estaba controlada por el grupo Estado Islámico. En el último año, las fuerzas iraquíes han ganado terreno ante los extremistas, al retomar la ciudad de Ramadi y los pueblos de Hit y Rutba, todos en la provincia de Anbar, al oeste de la capital.
A pesar de las victorias del gobierno en el campo de batalla, el grupo extremista ha demostrado varias veces que sigue siendo capaz de lanzar ataques en territorio iraquí lejos del frente.
Antes del inicio de la operación para recuperar Fallujah, el primer ministro de Irak enfrentaba un creciente descontento social y la capital registraba protestas contra el gobierno provocadas por la indignación popular ante la falta de seguridad. En un mes, la Zona Verde de Bagdad, una zona muy protegida donde están los edificios del gobierno y las misiones diplomáticas, fue asaltada en dos ocasiones por manifestantes contrarios al ejecutivo.
El grupo Estado Islámico controla todavía Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, así como importantes territorios en el norte y el oeste del país.
En su momento de más poder, en 2014, la milicia radical arrebató a Bagdad el control de casi un tercio del país. Ahora se calcula que los extremistas controlan solo 14% del territorio iraquí, de acuerdo con la oficina del primer ministro del país.