Los residentes de Manila, capital de Filipinas, cruzaban las calles con el agua hasta la cintura, esquivando ramas y escombros luego que el poderoso tifón Nesat provocara una amplia devastación en el país, matando por lo menos a 16 personas y causando olas de la misma altura de palmeras que rompían sobre los malecones.
La mayoría de las muertes ocurrieron en el área metropolitana de Manila. El fenómeno trajo más aguaceros y ráfagas de hasta 150 kilómetros por hora. Las zonas céntricas de la ciudad a lo largo de la bahía sufrieron sus peores inundaciones en varias décadas.
Mientras las intensas lluvias torrenciales impedían ver claramente por las calles, los soldados y policías se esforzaban por trasladar a miles de residentes fuera de las zonas bajas, donde los ríos y el mar sumergieron vecindarios empobrecidos enteros, hospitales, hoteles precarios e incluso las instalaciones de la embajada de Estados Unidos situadas en la costa.
"Todo está inundado. No tenemos dónde buscar refugio. Incluso mi motocicleta se llenó de agua", comentó Ray Gonzales, uno de los miles de habitantes afectados por las inundaciones.
Las inundaciones generalizadas se produjeron un día después que la ciudad de 12 millones de habitantes rindiera memoria a los 500 muertos que dejó el paso de un ciclón en 2009, que en apenas 12 horas provocó una precipitación pluvial equivalente a la de un mes.
El vórtice de Nesat tocó tierra en las provincias orientales antes del amanecer del martes. A continuación se dirigió hacia el interior y pasó justo al norte de Manila, con una precipitación pluvial máxima de 2,5 centímetros por hora, la mitad de la que trajo la tormenta de hace dos años, dijo el meteorólogo del gobierno Samuel Durán.
En total, las autoridades ordenaron que más de 100 mil personas en todo el país se refugiaran de las lluvias y los vientos sostenidos de hasta 120 kilómetros por hora. Nesat tenía una inmensa banda nubosa de 650 kilómetros de diámetro.
La primera muerte reportada fue la de un niño de un año que se ahogó en la provincia isleña de Cataduanes, en la región central filipina, tras caer en un arroyo, informaron las autoridades.