Algunos cabecillas de Al Qaeda están estrechando sus relaciones con los milicianos paquistaníes y suelen operar desde sus campamentos, dentro del territorio de este país, un hecho que reforzaría los argumentos del presidente estadounidense Barack Obama.
El mandatario norteamericano ha dicho que la estrategia de la guerra en Afganistán debe concentrarse más en el combate a los terroristas.
Durante ocho años, desde los atentados del 11 de septiembre del 2001, Estados Unidos se ha enfocado más en el Talibán, al considerarlo un aliado firme de Al Qaeda.
Ahora, sin embargo, los funcionarios estadounidenses se han visto forzados a elegir entre enviar más soldados a una campaña contrainsurgente intensificada contra el Talibán o mantener en buena medida el número de efectivos actuales y emplear más ataques de aviones no tripulados para enfrentar a Al Qaeda a lo largo de la frontera.
Pero primero, los funcionarios estadounidenses deben determinar cuál de los dos enemigos representa su prioridad.
Ese dilema se complica por el crecimiento reciente de una facción paquistaní del Talibán, que opera muy estrechamente con al-Qaida. Ello ocurre pese a que al-Qaida ha reducido sus actividades con el Talibán, su ex anfitrión en Afganistán, de acuerdo con algunos funcionarios.
Estados Unidos enfrenta además un desafío para entender la estructura e inclinaciones de las milicias en ambos lados de una frontera imposible de distinguir, entre Afganistán y Pakistán, y para comprender sus turbios y cambiantes vínculos con Al Qaeda.
"No puedes distinguir de manera significativa entre Al Qaeda y las redes vinculadas, ya sea en el aspecto de entender el panorama o en el de estructurar una serie de políticas de respuesta", dijo Vahid Brown, investigador del Centro de Combate al Terrorismo en West Point.
"Si piensas que puedes matar a los líderes de Al Qaeda, en vez de realizar un esfuerzo de mayor escala contra el ambiente de los milicianos, quiere decir que estás basando tus nociones en un entendimiento erróneo sobre la naturaleza fundamental allá", dijo Brown, al describir la complejidad de las redes a lo largo de la frontera y la amenaza que representan.
Ante las preocupaciones de que crezcan las milicias paquistaníes, una parte influyente dentro del gobierno estadounidense, incluido el vicepresidente Joe Biden, presiona para que Estados Unidos se concentre más en Al Qaeda y menos en el Talibán afgano.
Pero esa estrategia choca contra el viejo concepto, según el cual, existe una unión entre Al Qaeda y el Talibán. Ese concepto está arraigado en la conciencia de los estadounidenses desde los atentados del 11 de septiembre y la guerra posterior en Afganistán.
Los 19 miembros de Al Qaeda que secuestraron los aviones antes de estrellarlos contra el Centro de Comercio Mundial, el Pentágono y un sembradío en Pensilvania planearon los atentados desde los refugios que les daba el Talibán en Afganistán.
El Talibán tomó el poder en Afganistán en 1996. Compartiendo una ideología islámica, el régimen fundamentalista dio refugio a Osama bin Laden y a sus seguidores de Al Qaeda. Los campamentos de entrenamiento para terroristas de Al Qaeda florecieron en la década de 1990 y ambos grupos compartieron armas, financiación y tácticas.
Luego de los atentados del 11 de septiembre, el gobierno del entonces presidente George W. Bush insistió en vincular a Al Qaeda con el Talibán, en la retórica y en la política, y los colocó a la par en las listas de enemigos y en las sanciones económicas.
El nuevo mandatario Barack Obama y sus asesores debaten si la política estadounidense debe dejar de establecer ese vínculo y concentrarse en al-Qaida, que parece haber encontrado nuevos aliados en la frontera paquistaní.
Durante los últimos 18 meses, de acuerdo con analistas y funcionarios antiterrorismo en Estados Unidos, los líderes de Al Qaeda han profundizado y consolidado su relación con el Talibán paquistaní y con otras milicias de ese país, incluida Jaish-e-Mohammed y Lashkar-e-Janghvi, que tienen su sede en la provincia nororiental de Punyab.
Al-Qaida tiene también relaciones cercanas con la red controlada por Jalaludin Hakani y por su hijo Sirai, quienes dirigen la lucha contra las fuerzas estadounidenses en el oriente de Afganistán desde la región tribal paquistaní de Waziristán.
Brown destacó que la red de Hakani es un ejemplo de milicianos vinculados con al-Qaida que han crecido en innovación tecnológica. Su uso cada vez más frecuente de bombas en las carreteras y de distintos tipos de ataques suicidas, así como el empleo de otros extremistas internacionales, serían prueba de la influencia de al-Qaida, dijo.
De acuerdo con funcionarios estadounidenses y analistas, los líderes de al-Qaida han proporcionado entrenamiento y recursos a estos grupos en campamentos en la frontera.
Los vínculos más estrechos son también evidentes, según los analistas, por los atentados suicidas y otras tácticas violentas del campo de batalla, antes más asociadas a al-Qaida, que aparecen con más frecuencia en ataques perpetrados por esos grupos en Pakistán.