Luego de que el gobierno japonés advirtiese que en la ciudad de Tokio los bebés no pueden beber agua potable, en algunos supermercados el agua mineral se agotó repentinamente.

 En una planta de tratamiento de agua se detectaron niveles elevados de yodo radiactivo por lo que los cuidadores de los jardines de infancia deben evitar ahora que los pequeños tomen agua. Aunque, como insisten las autoridades, no existe un peligro inmediato para la salud.

Hasta ahora, los habitantes de Tokio habían escuchado noticias de radiactividad procedentes sobre todo del noreste del país, la zona afectada por el terremoto del 11 de marzo.

De momento, no hay rastro de una salida masiva de la cidudad, algo que si han hecho muchos extranjeros, que según los japoneses abandonaron hace días el país ante las exageradas informaciones sobre la catástrofe natural procedentes de sus países de origen.

La mayor parte de los japoneses se han quedado sin embargo en Tokio y siguen acudiendo a trabajar, entre otras cosas por lealtad a sus empresas.

Esta situación no cambió ante el anuncio de una elevada radiactividad en el agua. Pero la preocupación aumentó. "Algunas personas se dan cuenta ahora de lo peligrosa que es la situación", opina una joven que vive en las inmediaciones de Tokio.

El portavoz gubernamental, Yukio Edano, advirtió a la población de acudir en masa a comprar agua embotellada, ya que ésta se necesita urgentemente en el noreste del país.

Según Edano, para los niños mayores de un año y los adultos es inofensivo beber agua corriente. Pero algunos ya hicieron acopio de provisiones de agua, no sólo ante el riesgo de la elevada radiactividad sino ante las réplicas sísmicas que todavía pueden sentirse.