Espacios amplios y parques, gran cantidad de Mercedes-Benz circulando por las calles, construcciones que simbolizan un pasado comunista, cabezas de ovejas en los restaurantes y una avenida llamada George Bush. Tal descripción equivale a la ciudad de Tirana, capital de Albania, uno de los cinco países más pobres de Europa, que ahora está más cerca de pertenecer a la Unión Europea (UE).
Eso porque, a fines de junio pasado, sus 28 miembros acordaron por unanimidad otorgarle el estatus de país candidato a la adhesión al bloque. Así, la república balcánica ya inició unas negociaciones de integración que podrían durar varios años, ante lo cual deberá superar diversas etapas.
Albania ha sido conocida por años de una caótica transición al capitalismo tras décadas de comunismo, por sus altos niveles de crimen organizado, narcotráfico y corrupción. Así, el país sufrió años de paralización respecto a reformas democráticas y económicas. Sin embargo, con la llegada el año pasado al gobierno del Partido Socialista, el cual es altamente europeísta, se relanzaron las esperanzas de que se realicen las reestructuraciones necesarias para el ingreso al bloque.
Según el diario por internet EU Observer, la elección de Edi Rama como primer ministro "generó un sentimiento de que algo puede cambiar en el país". De hecho, el comisario europeo para la ampliación, Stefan Füle, ha destacado sus esfuerzos para realizar reformas. "Estoy impresionado por la forma en que el nuevo gobierno está priorizando sus esfuerzos en las luchas contra la corrupción y el crimen organizado, estoy impresionado por los resultados que ha tenido desde que asumió, lo que confirma una tendencia positiva", señaló a la publicación.
El país es muy dispar respecto al resto de vecinos europeos. Su renta per cápita es de apenas US$ 4.000, muy lejos de los US$ 34 mil promedio en el bloque. Su índice de Desarrollo Humano es de 0,749 puntos, ocupando el puesto 65 en el ranking mundial. Su industria sigue siendo casi inexistente. Quizás por este motivo es que los albaneses han mostrado un gran apoyo a la futura incorporación al club europeo: un 87% de los tres millones de habitantes se muestran favorables a ingresar en la UE.
Sin embargo, para llegar a este grupo pasará bastante tiempo, porque los tres países más poderosos del bloque -Alemania, Francia y Reino Unido- han expresado durante años sus temores respecto de la inclusión de la pequeña república balcánica. Según el diario español El País, el entusiasmo integrador de mediados de la década pasada ha quedado atrás debido a la crisis económica, al auge de los movimientos euroescépticos y eurófobos, y a la decepción con los progresos democráticos de dos de los últimos países en entrar en la unión (Rumania y Bulgaria).
Aparte de la lucha contra el crimen organizado y la corrupción, el Ejecutivo comunitario exigió a las autoridades albanesas que lleven a cabo una amplia reforma de las administraciones públicas y de los tribunales de justicia, cuya independencia se encuentra altamente cuestionada. Asimismo, pidió que se garantice la protección de los derechos humanos mediante la aplicación de políticas antidiscriminatorias con las minorías. Además, Albania debe intensificar su lucha contra el lavado de dinero y el tráfico de seres humanos y droga.
Aparte de sus coqueteos con el bloque, Albania ha hecho noticia porque será el primer país europeo, aparte de Italia, que visitará el Papa Francisco, el 21 de septiembre próximo.
El viaje no deja de llamar la atención, ya que según el The World Factbook de la CIA, el 56,7% de la población es musulmana y sólo el 10% es católica y un 6% es ortodoxa. Sin embargo, como destaca el diario EU Observer, su diversidad religiosa es algo que enorgullece a los albaneses, ya que tanto musulmanes, como católicos y ortodoxos comparten y celebran cada una de sus festividades religiosas sin problemas.