El 30 de diciembre viajó con la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, al sur. Estuvo todo el día con la Mandataria, convirtiéndose en un testigo fortuito del "duro momento" en que la Jefa de Estado decidió aceptar la renuncia de Helia Molina como titular de la cartera de Salud.

"Las palabras indefectiblemente generan impactos positivos o negativos y, en ese sentido, uno, sobre todo siendo autoridad, está llamado a tener el debido cuidado con las palabras que utiliza", sentencia el ministro de Hacienda, Alberto Arenas.

Fue un término de año no deseado, sobre todo en una semana en que el debate político por la agenda laboral -no reforma estructural, aclara rápidamente- se había logrado encauzar con la presentación del proyecto de ley el lunes pasado.

Si bien es muy prudente y no se pronuncia respecto de las decisiones que son materia de la Presidenta -como un próximo cambio de gabinete-, sí es tajante a la hora de desestimar posibles diferencias con el Ministerio del Trabajo o de que exista un mayor protagonismo de esa cartera por sobre la suya en los contenidos propuestos para modificar las leyes que rigen en el mercado del trabajo. "Estos procesos se prestan para que guionistas frustrados se dediquen a filtrar teleseries; aquí hemos trabajado en conjunto, afirma durante la primera entrevista de 2015, en que hace el balance de lo que fue 2014 y lo que espera de este nuevo año.

¿Cuál es su evaluación del primer año de gobierno?

Como jefe del equipo económico,  el balance de 2014 lo dividiría en tres áreas. Primero, frente a una situación externa más complicada, Chile ha seguido creciendo, aunque más lento. Segundo, no estamos conformes y, en lo personal, yo no estoy conforme con la tasa de crecimiento que hoy tiene nuestra economía.

¿Y cuándo estará conforme?

Cuando Chile cierre la brecha entre su crecimiento efectivo y su crecimiento potencial. Y la tercera área que involucra el balance es que el ajuste de la economía en 2014 fue sano, ordenado y sin desequilibrios. Un ejemplo de esto es que los efectos de la desaceleración se traspasan a las personas a través de dos vías: el mercado del trabajo y el nivel de precios, y ninguna de estas dos variables se ha disparado. Por eso, he reiterado que Chile crece lento, pero sin desequilibrios.

Eso, considerando además que fue un año en que participamos como Ministerio de Hacienda en cuatro negociaciones que terminaron en acuerdos: reforma tributaria, salario mínimo, reajuste del sector público y el despacho impecable que tuvimos de la Ley de Presupuestos 2015.

¿Por qué se amarró con que el punto de inflexión se daría en el último trimestre de 2014?

No es así, y qué bueno tener esta instancia para desvirtuar mitos que se han levantado respecto de lo que dice este ministro de Hacienda. Los puntos de inflexión matemáticamente se dan cuando una curva cambia de pendiente.

¿Y eso ya se dio?

Lo que tuvimos en 2014 fue que crecimos 2,7% en el primer trimestre, 1,9% en el segundo, 0,8% en el tercero y tendremos una tasa algo superior en el cuarto trimestre. Entonces, cuando se haga la curva de 2014 mostrará que en el tercer trimestre se tocó fondo; a eso es a lo que me referí con el punto de inflexión.

Pero el cuarto trimestre está marcado por la base de comparación, ¿así y todo es crecimiento para usted?

Y el resultado del tercer trimestre también fue tan bajo porque la base de comparación del mismo período de 2013 era muy alta. Entonces, no apliquemos ciertos argumentos a un trimestre y no a otro. Del cuarto trimestre lo que he dicho es que tendremos una moderada recuperación, que obviamente no nos deja conformes.

¿Mantiene que este año habrá un mayor crecimiento económico?

Las proyecciones son que 2015 será mejor que 2014 y eso no significa que hayamos cambiado el punto de inflexión de un año para otro. El tercer trimestre de 2014 tocamos fondo, en el cuarto habrá una moderada recuperación, y en el segundo semestre de 2015 se notará una tasa de crecimiento con más vigor.

¿Usted pensó cuando recién asumió que terminaría el primer año del gobierno dando este tipo de explicaciones? 

Un ministro de Hacienda siempre debe estar con el ánimo preparado para enfrentar las vicisitudes de la economía. El 2014 fue un  año en que todos los pronósticos en los distintos ámbitos de la economía quedaron al debe, lo importante son las señales que uno entrega al mercado.  Desde antes de asumir dije enfáticamente que habíamos heredado una economía desacelerada, pero en definitiva la desaceleración resultó más profunda y más prolongada de lo que diagnosticamos. Esto es un proceso generalizado, también ha ocurrido en América Latina y gran parte del mundo; las proyecciones internacionales, del Banco Central en Chile y de todos los agentes del mercado para 2014 han venido todas a la baja.

A lo que se suma un clima y debate  interno no favorables, según se ha estimado en cada una de las proyecciones.

La caída de la inversión en Chile ha estado marcada claramente por el fin del ciclo de commodities, que sustentó altos precios del cobre y de otros productos mineros. Eso es lo que dicen las cifras y los análisis. A ello se suman factores internos, como la menor productividad, alto costo de la energía y discusiones ásperas que han generado debates que muchas veces no están conectados ni con los proyectos de ley ni con lo que requiere Chile. Si aquí dar las certidumbres que requiere la economía es una tarea de todos; velar por las expectativas es tarea del gobierno, del equipo económico, del sector privado, de los empresarios y también de los políticos. Cuidar la economía es tarea de todos.

¿Y esa tarea quedó al debe en 2014?

A esa tarea deberíamos sentirnos convocados todos; todos deberíamos hacer un esfuerzo superior en 2015 y en los años que vienen. Ciertamente, son legítimas las diferencias frente a nuestras políticas públicas; estamos en democracia y los distintos actores opinan con total libertad, pero el llamado es a que cuidemos el clima de certidumbre. Se nos piden reglas claras, marcos para la toma de decisiones, pero las críticas exacerbadas también generan clima de incertidumbre y ruidos que no son los que el país y la economía necesitan.

¿Cuáles son las críticas que generan esta tensión?

Aquellas descalificadoras, que no ponen en el centro el debate los intereses de Chile. Un ejemplo es la agenda laboral. Nosotros en junio acordamos que ingresaríamos al Parlamento en el último cuatrimestre del año pasado el proyecto y en todo este período la agenda laboral generó un debate que en la semana que llevamos desde que la Presidenta la anunció se ha ido morigerando y hasta la fecha ha ido generando cada vez un mayor apoyo, que obviamente no significa unanimidad.

Pero todavía no empieza la discusión en el Congreso, donde generalmente el debate se acalora...  

No me cabe ninguna duda que la próxima semana, cuando estemos debatiendo el proyecto, tendremos en la Comisión de Trabajo un transversal apoyo para avanzar en la votación.

Siendo así, ¿por qué el gobierno no evitó que durante estos seis meses se generara un clima de incertidumbre sobre este tema?

Las responsabilidades son compartidas, pero usted coloca el acento en una dimensión…

Es que usted es parte del gobierno y el que debería guiar el debate…

Tengo sumamente claro que yo soy el gobierno y es un honor ser el ministro de Hacienda, pero la responsabilidad de crear un clima de certidumbre es de todos y el gobierno hace su parte. El tema de fondo es que a veces majaderamente nos encontramos con opiniones contrarias a una agenda laboral, sin siquiera conocer el proyecto. Antes de llegar al Parlamento con un proyecto lo que hace el gobierno es  escuchar, ¿y qué hicimos con la ministra del Trabajo, Javiera Blanco, durante estos seis meses? Escuchar a los distintos actores.

¿Cómo definiría usted este proyecto?

Siempre he dicho que la agenda laboral daría estabilidad, certidumbre y modernizaría las relaciones laborales, con un marco donde trabajadores y empresarios puedan dialogar y ponerse de acuerdo, lo que generará mayor productividad, mejores resultados para las empresas y mayores beneficios para los trabajadores y sus familias. Eso es nuestra agenda laboral. Quienes esta semana han estado estudiando y viendo el proyecto de ley se darán cuenta de que los debates que se han dado son marginales, y que el diseño planteado es consistente.

¿La oposición de los empresarios es marginal? 

Hemos escuchado distintas opiniones, lo que es normal. Ha habido distintas opiniones de los grandes empresarios: algunos a los que no les ha gustado y otros que han valorado el trabajo técnico y entienden que la mejor manera de avanzar en productividad y reducir la conflictividad es con relaciones laborales más equilibradas. Este era un debate tan largamente postergado en Chile, que había que tenerlo y en eso hay un apoyo bastante generalizado.

El presidente de la CPC, Andrés Santa Cruz, afirmó que el proyecto no iba por el buen camino…

Leí las declaraciones que hizo el presidente de la CPC y también he leído otras de miembros del directorio de la CPC. Hay legítimas opiniones tanto a favor como en contra, pero lo que hemos visto esta semana es que es una agenda laboral que avanza por el camino correcto, que avanza decididamente en armonizar las relaciones laborales y en productividad.

¿Los empresarios no han entendido el objetivo de la reforma? 

Estoy convencido de que lo entienden, porque he conversado con distintos representantes del sector privado, emprendedores, pequeños, medianos y de la gran empresa, y esta es una materia compartida, lo cual no significa que no puedan existir legítimas diferencias que comenzaremos a debatir en el Congreso esta semana, con miras a lograr el mayor acuerdo posible y una expedita tramitación.

¿Hay posibilidad de cambios en el Congreso?

Todo proyecto de ley se puede perfeccionar en la tramitación legislativa, aunque este es bastante integral, porque equilibra la relación entre trabajadores y empresarios, tan necesaria para generar estabilidad en el empleo. Pero todo lo que permita mejorar el proyecto de ley, que avance en esa dirección, lo estudiaremos debidamente. He explicado esto en cada una de las reuniones que he tenido y he encontrado un apoyo transversal.

Entonces, ¿los empresarios a usted le dicen que lo apoyan y salen afuera y critican la iniciativa?

Hay distintos actores sociales, incluidos los empresarios que pública y legítimamente han dado algunas opiniones en contra. Pero también quiero decir que no todos los empresarios opinan de la misma manera.

¿Usted lo dice por el apoyo del presidente de la Asociación de Bancos, Jorge Awad, al proyecto?

Lo digo porque así como no todos los trabajadores opinan de la misma manera, y es lo más normal, me consta que no todos los empresarios están en contra de la idea de legislar sobre estas materias. Muchos empresarios entienden que las relaciones laborales bien institucionalizadas disminuyen los conflictos, generan mejores climas, permiten avanzar en productividad y dan estabilidad de empleo.

Hasta ahora, con el proyecto se han manifestado de acuerdo los integrantes de la Nueva Mayoría, de la CUT, pero no los empresarios en general…

Es que no comparto que exista una sola voz en el empresariado. Hay distintas opiniones, que son absolutamente legítimas, y estaremos conversando con cada uno de ellos para madurar las materias y avanzar en el perfeccionamiento del proyecto de ley, que es lo que justamente hace el Ejecutivo con el Legislativo en el Parlamento.

Los empresarios pidieron gradualidad en la puesta en marcha de esta reforma, ¿está incorporada? 

El proyecto comienza a regir 12 meses después de publicado en el Diario Oficial.

Esa es una postergación...

Es un plazo para adecuar la institucionalidad a las nuevas exigencias. La ampliación de materias de la negociación colectiva tiene una implementación gradual; los temas de arbitraje también tienen su gradualidad. Las negociaciones colectivas no se dan todas el mismo año y el mismo mes y, por tanto, la aplicación de la norma -que comienza 12 meses después de su publicación- tendrá una gradualidad natural derivada de la expiración de las negociaciones colectivas ya vigentes y la entrada de las nuevas.

Se escucha tan convencido de la efectividad de la reforma laboral, ¿cree que es injusto que el mundo político le atribuya este proyecto sólo a la ministra del Trabajo, Javiera Blanco? 

Esas son especulaciones malintencionadas. El gobierno es uno y junto a la ministra del Trabajo y nuestros equipos hemos estado trabajando codo a codo desde hace ocho meses. A mí me ocupa una sola cosa: requerimos un 2015 mejor que 2014 en crecimiento económico y decididamente este proyecto de ley genera estabilidad, certidumbre y modernas relaciones laborales, que serán pro productividad.

¿Qué lo convenció de que esta era la oportunidad de mandar el proyecto,  considerando el menor crecimiento y la reforma tributaria?

Esta convicción la he tenido desde siempre. Yo firmé el acuerdo con la CUT en junio, donde establecimos que la agenda laboral se enviaría en el último cuatrimestre de 2014. Y eso responde a la lógica de que en un  gobierno de cuatro  años, los dos años finales están marcados por el ciclo electoral. Por eso, en  los dos primeros debemos avanzar en nuestras  reformas y agendas más importantes, como la tributaria, educación, binominal, laboral y descentralización.

En su mensaje de fin de año, la Presidenta Bachelet se hizo cargo del problema que ha tenido el gobierno de transmitir los beneficios de las reformas que están impulsando.

Como balance 2014 requerimos trabajar y ser más eficientes para informar cómo estamos llegando a la ciudadanía con nuestros políticas públicas.

¿Y el desafío para este año?

Lo más importante en 2015 es que todos cuidemos el clima para  dinamizar la economía, porque la tarea de generar certidumbre es de todos. Porque aquí cuando avanzamos en el diseño de distintas políticas económicas no esperamos que todos unánimemente estén de acuerdo.

¿Usted se siente apoyado y escuchado por los empresarios?

De todas maneras. Pero haberse colocado una meta de tener una reforma tributaria diseñada y aprobada en cinco meses en el Parlamento fue un punto que marcó mi relación con los empresarios y es así.

Y la marcó, ¿cómo?

¡Fue un debate agrio y duro, pues! Por tanto, marcó la relación con los empresarios. Ahora, después del acuerdo transversal político hubo un punto de inflexión y ellos mismos lo demostraron en las reuniones que tuvimos en Chile Day, donde nos dijimos exportemos este clima desde Londres a Chile.

Usted es el ministro de Hacienda, ¿no debería usted guiar el debate y evitar esta tensión?

Si yo estoy acá es porque soy parte del gobierno, a mucho orgullo ser ministro de Hacienda, soy el jefe del equipo económico y tengo claros cuáles son mis términos de referencia y nosotros gobernamos para el país, y eso significa que estamos escuchando a todos los actores.

El columnista de La Tercera Ascanio Cavallo ha señalado que en el último Enade usted fue un hombre solo y que los empresarios manifiestan un desinterés por escuchar al ministro de Hacienda…

Mi relación con los empresarios quedó marcada en el debate de la reforma tributaria, pero de a poco hemos ido construyendo una relación franca en las distintas instancias que tenemos con el sector privado. Si aquí lo importante es que tengamos una relación franca, abierta y capacidad de escucharnos, dialogar y generar acuerdos.

¿No le juega en contra de su liderazgo que importantes representantes del sector político, como Osvaldo Andrade e Ignacio Walker, le otorguen todo el crédito de la reforma laboral a la ministra Blanco?

Yo no estoy aquí para andar peleando créditos, lo importante es hacer la pega. Declaraciones más o menos no cambiarán el contenido del proyecto de ley.

¿El contenido del proyecto es suyo?

Este proyecto de ley es un espejo del programa de gobierno de la Presidenta Bachelet, y déjeme decirle que participé en ese programa, en especial en su área económica. Estos procesos se prestan mucho para que los guionistas frustrados se dediquen a filtrar teleseries; aquí hemos trabajado en conjunto, afinando propuestas para que la Presidenta decida. El gobierno es uno y todas las carteras ministeriales juegan con la misma camiseta, cada uno en el puesto que le corresponde. Lo demás es ficción construida en tertulias de pasillo.