Desde la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez, reconocen abiertamente que siguen muy de cerca el modelo de desarrollo uruguayo como guía de lo que les gustaría aplicar en Chile, destacando -entre otros- los mejores indicadores de desigualdad. Justamente en ese país, existe desde los años 70, una coalición política llamada "Frente Amplio", movimiento ubicado a la izquierda del espectro político, y al cual el presidente actual de Uruguay, Tabaré Vázquez, pertenece. El economista asociado de Security, director de Vixion Consultores, y al tanto de las realidades en ambos países, Aldo Lema, advierte que las ideas planteadas por el Frente Amplio chileno, están siendo fuertemente cuestionadas en Uruguay.
Desde la candidatura de Beatriz Sánchez apuntan a seguir el modelo uruguayo, destacando el fuerte sindicalismo y desarrollo social en ese país. ¿Lo comparte?
Es una visión muy autoflagelante de los logros de Chile y distorsionada de Uruguay. El Frente Amplio uruguayo llegó en 2005 al gobierno, 34 años después de su fundación, con partidos y líderes experimentados. En lo económico mantuvo a grandes rasgos el modelo construido por la centroderecha, pese a su histórica oposición.
Pero es un hecho el avance en lo social en Uruguay.
En lo social, la clave de la reducción reciente de la pobreza y la mejoras en la distribución se explican por la bonanza regional de 2005-2014, que generó un crecimiento promedio de 5,5% y una gran expansión de gasto y políticas sociales.
¿Cuáles fueron esas bases del modelo económico que mantuvo?
En esencia, la apertura e inserción externa, aunque limitada por el Mercosur, cierta prioridad por la estabilidad económica y mayor promoción de la inversión, con estímulos a las instalación de plantas de celulosa y otros proyectos. De hecho, es paradójico, pero en estos y otros temas, el equipo económico y algunos sectores socialdemócratas de la izquierda uruguaya suelen citar a Chile y la Concertación como modelo a seguir.
Desde el FA chileno destacan también que se mantenga un sistema de reparto en pensiones.
En materia previsional, se mantuvieron las AFP bajo un sistema mixto. Y en lo laboral, se reinstalaron los Consejos de Salarios, para la negociación salarial interempresas. Pero, lamentablemente, no hubo salida de la crisis educativa que vive Uruguay.
Pero en Chile se ha planteado a Uruguay como ejemplo en materia educativo.
Las políticas hay que juzgarlas por los resultados y no por las intenciones. Los resultados de Uruguay con educación gratuita universal, de primaria a universitaria, mayoritariamente provista por el Estado, han sido muy malos. De educación media egresa solo el 40% y de ello poco más de un tercio termina los estudios terciarios. O sea, solo 15% del total. Pero además Uruguay está estancado en 9 años de escolaridad y en calidad educativa como muestran las Pruebas Pisa. Todo esto refleja un fuerte contraste con Chile. Lo peor es que la educación en Uruguay amplifica las brechas de origen en materia social, mientras que en Chile las reduce.
¿Con todo, ve viable que Chile avance hacia un sistema político-económico como el uruguayo?
Hay puntos del Frente Amplio de Chile, diseñados siguiendo a su homónimo uruguayo, hoy cuestionados en Uruguay.
¿Cómo cuáles?
En particular, la falta de autonomía de la coalición y de parte del gobierno a movimientos sociales y a corporativismos sindicales que han 'trancado' o mal orientado ciertas reformas fundamentales. Por ejemplo, los tratados de libre comercio, cambios en educación, transformación del Estado y gestión de las empresas públicas, que tienen tarifas muy caras y pobres rentabilidades. Este 'costo del Estado', con una elevada presión tributaria, explica que Uruguay sea siempre considerado 'un país caro'. Las canastas del FMI sugieren que es en promedio 35% más caro que Chile. Por todo eso, el Frente Amplio corre el riesgo de perder las elecciones de 2019.
Pero la distribución del ingreso es más igualitaria que en Chile…
Hay razones históricas para eso, como por ejemplo la gran homogeneidad original de la sociedad uruguaya, ya desde la Colonia. Luego vino el temprano impulso de la educación media a principios del siglo XX, que hoy está en crisis en términos de cobertura (...) Las reducciones recientes en distribución han estado más concentradas en las generaciones viejas, ya sea por mayores gastos en jubilación y salud. Eso y otras políticas sociales se han financiado con el alto crecimiento económico, con inflación cercana al 8%, creciente déficit fiscal (4% del PIB) y una deuda pública en 60% del PIB. Tampoco hay que omitir el rol estructural de la emigración en Uruguay, reflejo de baja movilidad social, y que en algún sentido 'podó' la distribución.