El difícil momento por el que pasa el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch) ha quedado en evidencia las últimas semanas. Sobre todo, luego de que la agrupación de universidades privadas del consejo -G9- no asistiera a la reunión mensual. Una situación que no sólo ha marcado el mayor quiebre en la historia de la organización, sino que, además, ha abierto espacio para fuertes críticas, como la planteada por el rector de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), Andrés Benítez.
El rector Benítez dijo que el Cruch debiera ser eliminado y que hoy sólo se mueve por plata, ¿cómo interpreta estas críticas?
Su lenguaje es ciertamente destemplado e impropio de un rector, pero lo más grave es que denota un desconocimiento o incapacidad para comprender la relevancia de los aportes que hacen y han hecho estas universidades. Es una diatriba, tan injuriosa como inaceptable. Desconoce que en el Cruch todas las universidades están acreditadas, que sobre el 80% de la investigación y publicaciones indexadas son el producto del trabajo de estas instituciones, que sobre el 90% de los doctorados acreditados en el país se imparten por estas universidades. Que tiene un sistema de admisión reconocido nacional e internacionalmente, al que la misma UAI se haya adscrita. La ironía de mi parte es que nadie participa de redes que merecen tal repudio, según las palabras del rector Benítez.
¿Por qué cree que él podría tener esa opinión, entonces?
Porque todos tenemos limitaciones cognitivas en sentido metodológico, podemos interpretar hechos del mundo externo solo a partir de las categorías y conceptos de que disponemos. Ello suele estar asociado a biografías o trayectorias profesionales o intelectuales y explica en este caso que se hable de "cartel", cuando no corresponde.
¿Por qué es importante retomar la unidad al interior del Cruch?
Porque es irresponsable de nuestra parte, lo digo autocríticamente, dar pie a juicios tan gratuitos como los de Andrés Benítez.
¿Qué gatilló esta crisis ?
No hay un hecho en particular, sino varios. Uno de ellos, ajeno al Cruch, es el diseño del presupuesto en educación superior. Específicamente, la pérdida del 50% del Aporte Fiscal Indirecto (AFI) para todas las universidades, incluidas las estatales.
¿Qué le parece que se apunte al rector Ennio Vivaldi como responsable de la división?
No es bueno personalizar, porque ello no contribuye a una conversación sustancial y reduce el sentido de la discusión. Es injusto decirlo así respecto del rector Vivaldi, a él lo he visto bregando por las universidades estatales y no en perjuicio de otras.
El rector Sánchez y el rector Elórtegui rescatan que usted será una voz importante para el diálogo al interior del Cruch. ¿Cuál será su rol?
El consejo debe recomponer sus relaciones internas introduciendo un nuevo modo de convivencia. No somos instituciones homogéneas, tenemos necesidades y estructuras muy diferentes. Algunas pueden demandar al Estado, como lo ha hecho la PUC, que está en su derecho, pero las estatales no podemos hacerlo y tenemos muchos otros límites. Eso mismo debería ayudarnos a entender que la relación económica con el Estado no puede ser la misma. El Cruch no puede existir solo para efectos del presupuesto de las universidades. Una forma de convivir es reconocer aquello en que no podemos actuar en común.
¿El quiebre del Cruch puede afectar la tramitación de la reforma?
El consejo ha hecho un esfuerzo porque la reforma aborde con equilibrio los cambios que se necesitan. Las dificultades del Cruch pueden contribuir a que no haya reforma de educación superior o que ésta consolide la cobertura ya mercantilizada, financiada con recursos públicos, que convierte al Estado en un mero pagador de servicios educacionales. Nuestra principal deliberación interna debería ser sobre la reforma, porque lo que dejemos de hacer en este sentido va a repercutir en el futuro de toda la educación superior. Con estas diferencias internas y así ventiladas no estamos cumpliendo nuestro rol público, lo que es muy grave.
La ministra Delpiano señaló que en el Cruch hay muchos grupos que velan por sus intereses. ¿Debería cada grupo seguir su camino?
A mi juicio, lo que hay claramente son dos tipos de universidades que demandan una relación con el Estado y el financiamiento público. Esa relación no puede ser la misma, porque las instituciones tienen diferencias sustantivas entre sí. La clave es entender que ello no es incompatible con la existencia del Cruch y que ambos grupos pueden recibir lo que corresponde como partes de la responsabilidad pública, pero con instrumentos e incentivos diferenciados.