Ese viernes, el último de abril, fue un día de temblores. Uno tras otro. La televisión mostró chilenos asustados. Clases suspendidas en Valparaíso. Expertos explicando las sacudidas. Una situación de alerta que, sin embargo, no entró a esta oficina ubicada en un segundo piso de Providencia.

-No, no me dan miedo los temblores; tampoco ganas de salir corriendo. Yo espero que vengo el gran remezón, casi por una sensación de perversidad, te diría yo, para ver cómo será esta vez. Un terremoto lleva a una sensación espacio-temporal que es otra experiencia, y eso me parece atractivo.

La que habla es Alejandra Wood. Está tranquila, pese a que la tierra se mueve bajo sus pies. Se le ve relajada, tan distinta a la imagen de ella misma hace apenas un año y medio atrás luego de que abandonara la dirección ejecutiva del Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM.

Ese 30 de septiembre de 2015, Alejandra Wood daba un paso al lado después de meses agitados que dieron material sabroso para la prensa: su buena gestión -medida en números de visitantes, cantidad de espectáculos- quedaba eclipsada por hechos como que el ministro de Cultura, Ernesto Ottone, le había rebajado el sueldo en un 40 por ciento para equipararlo al de sus pares en otros centros culturales; que el sindicato del GAM la acusaba de mal ambiente laboral y que en el directorio de la institución su nombre empezó a perder apoyo. Ella no sólo renunció. Ella también desapareció de la figuración pública y hoy no tiene ganas de hablar de ese episodio ni de reabrir polémicas.

Ahora, sentada muy cómoda en su oficina de directora ejecutiva del Centro de Estudios del Cobre y la Minería (Cesco), donde no la asustan los temblores, cuenta qué ha pasado en estos 18 meses. Y a partir de eso, repasa los temas que piensa que el país debería conversar. Desde el rol de la mujer en los cargos de poder hasta la discapacidad. Desde la maternidad a los ciclistas. La ciudadana Wood tiene agenda amplia.

Sin montaña rusa

¿Cómo se ha armado la vida post GAM? ¿Qué se mantuvo? ¿Qué cambió?

Permaneció que camino por la ciudad; me vengo y regreso caminando de la pega. Permanecieron los paseos de sábado y domingo al cerro con mi perro; permaneció mi facilidad para sostener cafés y conversaciones con Pedro, Juan y Diego, pese a mi voluntad de siempre querer bajar el ritmo; aunque también se mantuvo el yoga dos veces a la semana. O sea, mis rutinas no se alteraron. Lo que sí cambió es que tomé conciencia -que nunca tuve mientras estuve en el GAM- de lo que significa trabajar en un local abierto al público de lunes a domingo. Trabajé cinco años y medio en un lugar así, que es como estar en un parque de diversiones, super entretenido, pero que tiene un desgaste. Ahora yo controlo más, yo decido qué hacer y no estar tanto en la montaña rusa.

¿Eso lo permite la minería? ¿Por eso regresaste a este sector?

Durante 18 años trabajé en el sector minero, en comunicaciones (fue gerenta de Asuntos Públicos de BHP Billiton). Allí concentramos las donaciones en iniciativas de exce lencia que tuvieran alto impacto y ahí vino el tema de la cultura, Santiago a Mil, Santiago en 100 Palabras, el concurso Mavi Arte Joven, Pensamiento Propio. Fui privilegiada en ese sentido. Después en el GAM, el desafío era cómo hacer que este edificio muy grande y con una carga histórica importante lograra que el público viniera y regresara. Eso fue muy bien pensado; y resultó ser un éxito. Entonces cuando tuve que decidir qué hacer, pensé: en el sector de la cultura no existe una pega con la dimensión de la que había hecho y no tiene sentido buscar otra que pretendiera emularla. El GAM fue como subir el Everest; fui privilegiada nuevamente. Entonces sentí que quería y podía decidir dónde ir. Y dije: voy a volver al sector minero.

Cesco es una organización sin fines de lucro fundada en 1984. Fue influyente en el desarrollo de la política minera en la vuelta a la democracia. Pasó por una fase de consultoría y, desde hace más de una década, se transformó en lugar de encuentro de la industria minera. Organiza un evento grande en Santiago y otro en Shanghái. Alejandra Wood llegó a hacerse cargo en noviembre del 2015.

-Cuando me dijeron Cesco, dije mmm…. Pero en una segunda lectura, la invitación era a renovar la organización y contribuir a recuperar algún grado de incidencia. Eso me pareció interesante, porque es un sector al que le tengo cariño, es importante para Chile y permanentemente está desafiado a cómo se comunica con el país. Al Ministerio de Hacienda le importa mucho y al gobierno de turno también, pero no necesariamente a los líderes de opinión ni a la elite. Ahí está el desafío.

Alejandra Wood

La última invitada

Estás en un sector donde hay pocas mujeres. ¿Sientes ese peso?

Hay pocas mujeres, pero créeme que hay más que cuando entré por primera vez en 1994. Ahora que volví está el tema de la paridad de género y la mujer en el trabajo, como una tendencia. Antes no lo era. Tanto así, que BHP anunció que el 2025 la mitad de sus empleados van a ser mujeres; impactante, no sé cómo lo van a lograr. Yo debo ser bien honesta: no he sido muy fanática de la defensa del género. No me sentía tan identificada con el tema. Debo decir que nunca me he sentido discriminada en lo personal, pero si uno lee y se informa, es real la discriminación. Es real que en una familia la mujer tiene que ir al mundo laboral. Es real la brecha salarial. Es real que no hay mujeres en los espacios de toma de decisiones.

¿Optimista de que eso cambie?

Sí, pero falta mucho. Una cosa es que eso cambie porque estamos obligados a que cambie. Y otra es que culturalmente eso cambie. Ahí vamos mucho más atrás; y el mejor ejemplo es el de la muñeca inflable y que no haya pasado nada más de lo que pasó. Pienso que las mujeres también hemos contribuido a eso, porque nos han educado así. Nos enseñan a jugar a las muñecas. Entonces es un cambio cultural de los hombres, pero también de las mujeres. Las mujeres que están en roles de liderazgo deben ser conscientes de que, quiéranlo o no, están abriendo un espacio para que otras vengan. Esa es una responsabilidad.

¿Alguna anécdota de que las mujeres siguen siendo minoría?

Me ha pasado ahora de vuelta que me han llamado porque les falta una mujer en algún panel de un foro. Me lo dicen en la mejor onda. Cuando me senté en ese panel, dije: me invitaron porque faltaba una mujer en el panel. Un panelista a mi lado dijo que él no me había invitado. El otro dijo que se podía poner peluca. Todos nos reímos. Porque creo que es divertido igual. Nunca a un hombre lo llaman porque falta un hombre. O le preguntan en una entrevista por los hijos. El macho alfa sale a cazar y a matar animales; y la mujer se queda cuidando el fuego y los niños. Eso no ha cambiado.

¿Y el sol?

Hace unos años, mientras estaba a cargo del GAM, Alejandra Wood se definió como "un animal de trabajo". Hoy, muy a su pesar, reconoce que sigue siéndolo. Que es su ADN. A su labor en Cesco, suma participación en los directorios de varias fundaciones: Beethoven, Mustakis y Ciudad Emergente; además de ser consejera en Comunidad Mujer. Aunque su actual trabajo en minería, dice, le da la posibilidad de intentar una tregua: "Como te decía, éste es el primer trabajo donde decidí venir acá en vez de allá, porque quería aprender a utilizar mejor mi tiempo y darme ciertos espacios para mí, que este trabajo me lo permite. Además, con los años uno es responsable de planificar donde va a estar en cinco años más, y yo no quiero estar arriba de la pelota… Eso ya lo hice, estuvo ok, fue fantástico, pero creo que hay que desacostumbrarse y acostumbrarse a nuevos hábitos".

Has dicho que para ti es vital el equilibrio entre el éxito profesional y la vida personal, la maternidad, la familia. ¿Lo has cumplido o estás al debe?

Fíjate que soy bastante benevolente conmigo al respecto. Mis hijos están más grandes, entonces me pescan menos; pero es tan agradable mi vida familiar en este momento que siento que de alguna manera hice bien la pega. Se han convertido en jóvenes que son buenas personas, alegres, con planes. En ese aspecto me siento tranquila.

El trabajo, las exigencias, no ayudan a ese equilibrio. ¿Siguen las madres remando contra la corriente?

Claro. Hay poca flexibilidad en el trabajo, hay mucha competencia. Trabajamos demasiadas horas. Si trabajamos tanto y tenemos que tener algo para comer en la casa y tenemos que llevar a un hijo al dentista, entonces ¿en qué minuto hay tiempo para el ocio? Como cuando los animales se echan al sol en las rocas con sus crías. Eso no existe. Y eso que uno es una persona privilegiada en este país, imagínate la gente que gasta dos horas arriba de una micro para ir al trabajo. Terrible. En ese sentido no somos una referencia para los jóvenes, no estoy segura que mis hijos quieran trabajar así. Tengo un hermano de 25 años que ni por toda la plata del mundo se emplearía.

La dimensión desconocida

El hijo menor de Alejandra Wood, Pelayo, de 14 años, tiene una discapacidad. Su madre explica que es un retraso sicomotor, es decir mental y físico, que sería producto -aunque es sólo una probabilidad- de un sufrimiento perinatal, de que en algún momento al final del embarazo sufrió falta de oxígeno. "Eso es lo que se cree -dice ella-, pero ya da lo mismo, porque Pelayo es un ser sano. Su salud no se degenera. Es un niño sano, que camina un poco patuleco y que conversa con un tablero de pictograma y con varias señas. Que es muy sociable, muy alegre y muy integrado a nuestra vida familiar y con el resto del mundo. Mi máximo deseo en un momento era que llegara a estar como está hoy. Tiene una vida, una rutina, lo pasa bien".

Entonces, Alejandra Wood hace una aclaración: "Dejándolo a él aparte, esto me hizo tomar contacto con una dimensión desconocida. De exclusión impresionante".

¿Por qué?

Porque, primero, empiezas a vagar entre especialistas, sin nadie que te diga: ok, su hijo tiene una condición para la cual hay un protocolo. Y te estoy hablando de salud privada, imagínate la pública. Ese protocolo no existe. Luego viene el mundo de la rehabilitación, que es kinesioterapia, terapia educacional, fonoaudiología. Y cuando el niño está más grande, la inclusión escolar como derecho no existe. Sé de madres que tienen hijos con síndrome de Down y están obligadas, además de pagar el colegio, a pagar una persona que acompañe al hijo a las clases.

A la deriva…

No hay una política pública para la discapacidad. O sea está en Senadis, pero pongámoslo de esta forma: entre los que están en la cola de Hacienda pidiendo plata, en el penúltimo lugar de la fila debe estar el sector de la cultura y en el último debe estar el de la discapacidad.

¿Seguimos siendo un país que se conmueve sólo para los dos días de la Teletón?

Este no es un tema que se ha metido en el alma de este país. A ver, las personas con discapacidad son sujetos de derecho como cualquier otro habitante. Creo que las políticas públicas exitosas en inclusión son cuando son vistos así, como un sujeto de derecho, y el Estado y el privado se preocupan de generar condiciones donde estas personas tengan una vida. Creo que lo que tendría que pasar para que cambie la aguja es que las organizaciones que buscan influir, que son muchas y están muy atomizadas, deberían organizarse como una federación y sumar sus fuerzas. Finalmente da lo mismo si es autismo, si es discapacidad intelectual, si es física, si es síndrome de Down.

Pareces candidata

Ay no, jamás. Me carga la política.

Alejandra Wood se ríe con ganas. La tierra ha dejado de moverse bajo sus pies. Entre las manos sostiene un cuaderno de tapas blancas y hojas sin líneas, que en la portada alba tiene una sola palabra. Allí, en letras doradas, dice: felicidad.

Definiciones propias

*Gestión cultural: "¿Volvería a hacer gestión cultural ? De todas maneras. Y si se trata de democratizar el acceso a la cultura, también. No sé si elegiría un teatro de ópera, ¿me entiendes? Pero siempre sueño con que un privado o varios privados van a ser generosos de financiar contenidos o espacios como en muchas ciudades del mundo. Eso me encantaría".

*Sueños: "Siempre he querido aprender francés; tuve dos años de clases de francés en el colegio y cada vez que tengo oportunidad de hablarlo, chapuceo. Y me encantaría hacer algo con mis manos. Algo como con greda".

*Tranquilidad: "No tengo pendientes más trascendentales… Mi vida ha sido bien vivida. Su per intensa. En cualquier minuto que uno se vaya para el otro lado, lo haría tranquila. Tengo años de sicólogo en el cuerpo, estoy reconciliada con mi madre y con mi padre. Todas esas cosas están solucionadas. Check".

*Colaboración: "La capacidad de trabajar en red y colaborar es una característica más de las nuevas generaciones, que de nosotros. No es de la generación que ha estado en el poder los últimos 30 años. Por eso me interesa darle aire a la chimenea de los espacios y los liderazgos a la gente más joven. El gran desafío de las organizaciones es ser más horizontales, donde la creatividad sea también de abajo hacia arriba; no como gran parte de las organizaciones tradicionales que aún tenemos, donde hay mucha jerarquía, mucho control, y donde hay recelo a que un subordinado sobresalga. Es una muy mala característica de nuestros espacios profesionales; pésimo, pésimo, pésimo".